Fin de casi todo el cepo: un Milei sobrio, a la espera el lunes de la hora de la verdad

Fin del cepo cambiario. Fin del cepo cambiario.
12 Abril 2025

Por Hugo E. Grimaldi

Fue un Presidente atildado y orgulloso de lo que su gobierno ha conseguido. Hasta prescindió de su grito de guerra favorito y ni siquiera el "Viva la libertad, carajo" se hizo presente en la cadena nacional que utilizó Javier Milei al cierre de un viernes glamoroso en materia de anuncios de ingresos de dólares fresacos al Banco Central. Ese estilo probablemente haya sido para darle cierta solemnidad a lo que estima que es otro hito económico de su gobierno, la casi defunción del cepo, entendido como que, con el tiempo, el Estado no va a meter más la cuchara en la cuestión cambiaria, algo bien simbólico como lo fueron el superávit fiscal o la no emisión. Tres pilares para "un tren del progreso que está en marcha", señaló.

Pensar en un mercado libre de cambios, aunque no sea libre ciento por ciento, es para el gobierno nacional un incentivo más de su política económica, como los otros dos que hicieron caer la tasa de inflación. Es lo que en su discurso de un viernes lleno de especulaciones y de diagnósticos que sólo van a ser respondidos el lunes por el valor que tome el dólar en la calle, el Presidente llamó poner en "orden" la economía para que las inversiones puedan llegar más tranquilas a la Argentina y para que el país se empiece a transformar, tras muchas décadas de involución.

Haber completado este tercer hito fue lo que quizás puso a Milei en un papel diferente, en el de un gobernante casi tradicional quizás por primera vez en su mandato, tal como se lo registró en ese discurso donde hizo anuncios técnicos y otros bien políticos desde lo concreto, pero también desde lo simbólico de una imagen que hay que ver si perdura en el tiempo. Quizás aprovechó el momento para hablarle al electorado más refractario a las formas, a quien el Presidente le resulta naturalmente molesto por sus maneras.

El catalejo de los mercados se traslada ahora naturalmente al próximo lunes. Un operador, quien es un lince en materia cambiaria, analizó el discurso para La Gaceta: "fue prudente y no le quedaba otra porque el mercado lo corrió y le ganó la pulseada. Quizás el Gobierno lo tenía previsto después de permitir un 'carry trade' donde muchos ganaron mucha plata, pero está claro que el miedo no es zonzo y que el lunes será la hora de la verdad. Por eso, Milei puso la pelota contra el piso, para no irritar", evaluó. La City masticará durante todo el fin de semana los pasos a dar.

Los opositores, el kirchnerismo en primer lugar, han dicho que el paso dado ayer, que a su juicio impulsará a todos a cubrirse en dólares, es "una devaluación encubierta" porque va a llevar el precio al techo de la banda y que esa mecánica "se va a trasladar a los precios", mientras que las voces oficiales estiman que lo que va suceder es exactamente lo inverso, que el mercado va a tender a la baja por la gran liquidación que se espera de los exportadores agrícolas sobre todo y que el Banco Central saldrá a rescatar divisas pagándolas al valor mínimo previsto.

Desde lo técnico, el diseño cambiario que adoptará el Banco Central a partir de ese día, seguramente por imposición del FMI o dicho con menor énfasis, como condición para soltar dinero fresco (el martes llegarán U$S 12 mil millones de libre disponibildad), no es técnicamente un mercado libre de cambios 100% donde los particulares operan entre sí, sino un esquema de flotación donde la autoridad monetaria aparecerá para vender o comprar si los precios cruzan el techo o el piso de la banda establecida, $1.000 y $1.400 por dólar, respectivamente. Este detalle es importante porque involucra a las autoridades, las que deberán proveer un solo y vital elemento para funcionar: la confianza.

El Gobierno pareció que tomaba en cuenta que todo lo que aligere ese condimento esencial, lo ponga en duda o lo traicione, ya sea la inseguridad jurídica, la falta de transparencia o una débil credibilidad política, incluyendo los excesos presidenciales, le va a jugar irremediablemente contra al fondo de la cuestión. También sabe que deberá aportar de ahora en más en lo cambiario lo mismo que se le pidió a la hora de estabilizar la situación, que avance sin claudicar en su política, lo que en 2025 será más meritorio porque se transita un año electoral.

En el ámbito de las finanzas, la fe en el interlocutor es crucial para atraer inversiones, ya que quienes arriesgan su dinero suelen buscar un entorno donde puedan prever cierta estabilidad y seguridad, tanto en términos económicos como legales. La confianza está relacionada con la estabilidad económica, de la mano de la inflación controlada, el crecimiento constante y de políticas económicas coherentes, pero también se mira el temple del timonel. Sin confianza, los inversores pueden percibir más riesgos y buscar alternativas en otros lugares más accesibles. Por eso, construirla y sobre todo mantenerla, resulta fundamental para fomentar la inversión y el desarrollo económico.

Bueno es precisar que un mercado cambiario libre entre particulares y otro con bandas cambiarias tienen diferencias en cuanto a la intervención y a las reglas que rigen las transacciones. En el primer caso, el tipo de cambio se determina exclusivamente por la oferta y la demanda de divisas entre los participantes del mercado (individuos, empresas, etc.) y no hay intervención por parte del Banco Central, ya que los precios se mueven según las dinámicas del mercado. En lo que se impondrá a partir del lunes, el tipo de cambio va a fluctuar, pero dentro de los límites establecidos.

Si el tipo de cambio alcanza una de esas dos barreras, las autoridades deberán intervenir comprando o vendiendo divisas para estabilizar y para mantenerlo dentro de los parámetros fijados. Con bandas cambiarias, el mercado ofrece algo de flexibilidad, pero tiene elementos de control y de regulación que limitan algo las transacciones, en comparación con un mercado completamente libre entre particulares. La hora de la verdad no se juega en las especulaciones, sino que se dará recién cuando el mercado empiece a operar con mayor madurez.

Sólo como un detalle, hay que hacer otra pequeña salvedad para dejar en claro que el cepo no se ha terminado del todo para todos, ya que las empresas que no han podido hacer pagos al exterior desde hace mucho tiempo no podrán operar, probablemente para evitar un aluvión de demanda de dólares, vinculada a los stocks heredados de dividendos y pagos de deuda. Para ellos, el BCRA ha dicho que está trabajando en el diseño de una nueva serie de Bonos para la Reconstrucción de una Argentina Libre (Bopreal).

El miedo que tenía el Gobierno para dar este paso era que la situación se le desmadre aún más por el lado de los precios, lo que va a ser su argumento electoral más fuerte en octubre. La excusa, que parece políticamente valedera, podría haber sido politicamente más valedera si este mismo paso se hubiese dado antes, ya que el momento electoral iba a quedar más alejado en el tiempo. Lo cierto es que el FMI y los dólares que vendrán de otras fuentes se aprobaron recién ahora y que le van a dar a la economía una coraza importante que no habrá que dilapidar, aunque los índices de inflación hayan empezado a empinarse (3,7% minoristas en marzo, el número más alto en siete meses) por cuestiones políticas (legislativas sobre todo y el caso $Libra) y económicas, locales e internacionales.

El esquema que se sostuvo hasta ayer, que Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo se empeñaron en defender era insostenible y debieron resignarse por lo tanto a que entre el mercado y el FMI lo pusieran contra la pared y le torcieran el brazo no de las convicciones, sino del timing. Más allá de la polémica por el atraso o no del tipo de cambio, ya que el parámetro depende desde cuándo se mida la cosa, lo cierto es que los importadores se lo estaban llevando puesto al Banco Central, que les vendía un dólar a $1.080, mientras los exportadores no liquidaban a la espera de que termine la pulseada y suceda lo que el Gobierno cree que va a suceder: que saldrán a vender en masa y que llenarán de oferta al mercado.

La apuesta del tandem Milei-Caputo es a este escenario y creen además que la euforia seguirá con las acciones y con los bonos y que el riesgo-país hacia abajo empezará a atraer inversiones, aunque para que sean masivas deberán hacerse otras reformas vitales para darle mayor recorrido al transporte que se está construyendo a partir de las tres etapas. Ahora, deberán venir la reforma laboral, la del comercio internacional, la previsional y la impositiva en primer lugar, junto a un necesario ordenamiento tributario en los tres niveles de gobierno (nacional, provincial y municipal) que tienda a la simplificación tributaria.

Tras una semana de mucho baile, con un Donald Trump proteccionista, aparentemente lejos en eso del radar de Milei, a la cabeza de los dislates globales y localmente, con la CGT haciendo una catarsis, casi un examen de conciencia, que parece prenunciar un inevitable rediseño tras el blooper de un paro que casi no fue y más allá del envase económico-financiero del asunto o de la confianza que había que trasuntar, el Presidente copó el centro de la escena y sorprendió esta vez desde las formas, para darle al fondo del asunto la necesaria sobriedad y contundencia que necesitaba un giro así.

Y aunque con Milei nunca se sabe, el cambio de chip para presentar un hito tan determinante como el fin "para siempre" de una parte sustancial del cepo le sentó definitivamente bien.

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