
Los personajes secundarios tienen un desarrollo importante en cualquier historia. No son el foco principal, pero enriquecen el relato y pueden ser clave en el desarrollo de la trama. El entrenador de natación Walter Herrera cumplirá un rol fundamental en el Cruce del Río de la Plata de los cinco nadadores tucumanos. El especialista se ubicará en uno de los gomones que custodiarán a los nadadores y será el encargado de alimentar e hidratar a Javier Fernández Figueroa y Leonardo Broczkowski durante los 42 kilómetros que conectan Colonia del Sacramento, Uruguay, con Punta Lara, Argentina.
La rutina del entrenador comienza a las 7. La estadía en Buenos Aires no altera su disciplina ni su constancia con el deporte. Espera a que los nadadores se alisten y da inicio a la práctica a las 8:30. Figueroa y Broczkowski son sus discípulos. Lo primero que realizan es un rápido precalentamiento, que incluye ejercicios con la rueda abdominal, saltos a la cuerda y algunas series con mancuernas. Luego, comienza la sesión de nado. La distancia recorrida —o volumen, en términos específicos— varía según el atributo a trabajar. “En esta última semana decidí implementar un mix: un día de técnica, otro de volumen y el restante de intensidad”, explicó.
Según Herrera, los nadadores han disminuido la carga de entrenamiento en comparación con sesiones anteriores. “A medida que se acerca la fecha del cruce, la cantidad de kilómetros recorridos baja y la intensidad aumenta”, indicó.
Una amistad
Herrera entrenó a Fernández durante los últimos seis meses, y esa fue la razón por la que decidieron incluirlo en el reto. Es la primera vez que prepara a un nadador para un cruce de 42 kilómetros y aseguró que se trata de un caso inusual dentro de la natación tucumana. “Es muy difícil que aparezcan desafíos así. Siento que esto me hizo una persona más humilde porque me obligó a buscar conocimientos y responder a las preguntas de Javier. No tenía idea de a qué nos íbamos a enfrentar. Esto es diferente a la natación convencional: no hay paredes y el oleaje es muy alto”, explicó.
“Javier es una persona que se adapta al plan de entrenamiento y no se aparta ni un centímetro. Fue muy respetuoso de mis decisiones y seguía al pie de la letra todo lo que le decía. Siempre buscaba agregar algo más. También hubo momentos tediosos, porque a veces ya no lo quería ni ver”, confesó entre risas. “Mostró un gran compromiso con todo esto. Creo que lo más importante es el camino y el proceso que llevó a cabo en estos meses”, reflexionó.
La concreción de la travesía, según los protagonistas, es una ruleta rusa. El estado de la marea, el nivel del oleaje y otras condiciones climáticas influirán en el resultado. Sin embargo, Herrera aseguró que todo depende de la naturaleza. “El río tiene que aceptarnos, pero puede pasar que no. Nosotros trabajamos para adaptarnos a esas situaciones. Hicimos mejoras en la mecánica de nado y en la resistencia, pero no sé qué pasará el día del cruce porque es impredecible. No conocemos a lo que estamos por enfrentarnos. Eso es incómodo, pero está buenísimo, porque nos enseña que no siempre las cosas salen como uno espera ni se puede prever el resultado”, señaló.
Su rol
El entrenador llegó a Buenos Aires con el propósito de asistir a Fernández y Broczkowski durante el cruce. Para ello, viajará en uno de los gomones que acompañarán a los nadadores y será el encargado de alimentarlos. Las ingestas incluirán frutas, geles, agua y bebidas isotónicas. La hidratación será cada 30 minutos y la comida, cada una hora.
“Mi tarea es bastante compleja e interesantísima. Si bien no voy a nadar, tendré un gran desgaste físico porque estaré 14 o 15 horas en ese pequeño bote. Tuve que hacer ayuno y controlar la ansiedad de comer porque el río nos puede marear, entre otras cosas. Mi labor será alimentarlos, medir la velocidad a la que están nadando y darles indicaciones a lo largo de la travesía. Pero lo más difícil será tomar la decisión de retirar a alguno en caso de que no esté en condiciones. Si veo que un nadador está poniendo en riesgo su vida, no voy a dudar. No me importará lo que me diga. Tarde o temprano, él se dará cuenta de que mi criterio es el más importante”, detalló.
Además, los nadadores deberán consumir una pastilla de dimenhidrinato, un medicamento utilizado para evitar los efectos del oleaje. Estas ingestas deberán realizarse en el agua sin tocar los botes de apoyo, ya que esto supondría una penalización y, por ende, la descalificación del cruce.
La defecación y la orina serán en el río. Según los protagonistas, la micción será un indicador clave para controlar la deshidratación a lo largo de la travesía.
Los nadadores tucumanos tienen previsto realizar hoy un entrenamiento en el Club Atlético San Isidro, aunque dependerá del clima.
Herrera, entusiasmado con la aventura, aún espera que se confirme la fecha para realizar el cruce. “Si no se hace hasta el lunes o el martes, me tendré que ir por cuestiones laborales”, señaló. Así, el entrenador permanece expectante y espera acompañar a su pupilo en la gran aventura.