Con la pandemia, la escuela superó el primer desafío, pero le quedan muchos por delante

Con la pandemia, la escuela superó el primer desafío, pero le quedan muchos por delante

A partir del uso de la tecnología se va generando un impacto positivo en la relación entre docentes y estudiantes.

Es irrefutable: el sistema educativo argentino en general, y el tucumano en particular, no fue ajeno a los profundos cambios que la covid-19 provocó. En el caso del nivel secundario se vivieron transformaciones significativas, especialmente en la relación entre docentes y estudiantes y en el uso de la tecnología. Los efectos de la virtualidad y los desafíos aún persisten, así como la recuperación de los lazos perdidos y la superación de las desigualdades.

La obligada reconfiguración generó un impacto positivo en la relación pedagógica. La pandemia aceleró la necesidad de pensar una educación más horizontal, menos vertical, en la que el docente dejó de ser sólo el transmisor de conocimientos y pasó a desempeñar el rol de facilitador del aprendizaje. En este nuevo escenario, los estudiantes asumieron un protagonismo más activo. El acceso a nuevas aplicaciones y plataformas digitales les permitió explorar el conocimiento de manera autónoma, integrando la tecnología como herramienta de estudio.

El retorno a las aulas presenciales, en 2023, reveló el verdadero desafío: recuperar los vínculos humanos que el aislamiento había debilitado, llevando a los estudiantes, en algunos casos, a manifestar dificultades para establecer diálogos y relaciones debido a la prolongada distancia física. Para ello, se viene trabajando con sistemas de tutorías, charlas emocionales y actividades grupales.

Un aspecto que la pandemia puso en evidencia fue la profunda brecha tecnológica que dividía a los estudiantes según su acceso a recursos digitales. Aquellos que no disponían de herramientas adecuadas quedaron excluidos, lo que derivó en una alarmante deserción escolar. Hoy, la recuperación de estos alumnos sigue siendo una prioridad, y se lo hace con clases de apoyo y evaluaciones personalizadas.

Hay que resaltar como un aspecto positivo la capacidad de los docentes para adaptarse a nuevas metodologías. La incorporación de recursos tecnológicos, como videos educativos y herramientas interactivas, permitió que las clases sean más dinámicas y que los estudiantes puedan revisar contenidos y esclarecer dudas de forma autónoma. Esta flexibilización de las estrategias pedagógicas abrió un abanico de posibilidades que sigue siendo utilizado para enriquecer el proceso de enseñanza.

La veloz e impactante transformación del aprendizaje

Un escenario indica que, durante más de dos años, las aulas tradicionales se desplazaron hacia los hogares, y la virtualidad se consolidó como la única forma de enseñanza. Y que esto dejó un profundo impacto, especialmente en los más jóvenes. Otro indica que, en la pospandemia, la transición hacia el regreso a las aulas presenciales se vio marcada por nuevos hábitos, desafíos pedagógicos y un cambio profundo en la relación entre los alumnos y la tecnología.

La pandemia convirtió las casas en nuevos espacios para aprender, pero al mismo tiempo eran sitios de distracción y de falta de concentración. Fue un problema, según Johanna Vera Robles, alumna de la Escuela Normal. “Antes, estar en casa estaba más relacionado a relajarse después de tomar clases. Al recibirlas desde allí teníamos la sensación de que no había que esforzarnos tanto”, dijo. Esto resultó en un aumento de la procrastinación y las distracciones, dificultando el aprendizaje.
Esto llevó a otro efecto: la desmotivación que muchos estudiantes sentían al regresar a clases presenciales. Esta falta de exigencia se tradujo en una brecha en el aprendizaje, un fenómeno que los docentes aún intentan revertir.

Mientras tanto, la transición a lo virtual también trajo consigo el uso intensivo de nuevas herramientas tecnológicas. Los estudiantes tuvieron que adaptarse a Google Classroom, Zoom y Meet, y plataformas educativas como Edmodo. “Lo positivo fue que nos volvimos más independientes al estudiar. También empezamos a organizarnos mejor”, señala Pía Catania, alumna egresada en 2024. La capacidad de organizarse y gestionar el tiempo se convirtió en una habilidad invaluable.

La pandemia obligó a los docentes a reinventar sus métodos de enseñanza. La mayoría tuvo que adaptarse rápidamente a nuevas tecnologías sin preparación previa, lo que implicó un desafío doble: manejar herramientas digitales y mantener la calidad educativa en un entorno virtual.

Rosario García, alumna del Colegio del Sol, manifestó que eso era complejo. “Yo, como mucha gente, no sabía hacer cosas en una computadora. Aprendimos y cambiamos la forma de estudiar: PDF’s y trabajos virtuales en vez de libros”, agrega. Valentina Fenino, de la misma institución, también habló de ese cambio: “antes, con sólo escuchar a la profesora bastaba, pero con las clases virtuales tuve que hacer resúmenes y buscar explicaciones en la web”.

Esta adaptación a la virtualidad llevó a los docentes a incorporar más material digital, desde clases grabadas hasta recursos como videos educativos, que aún se siguen utilizando.

Hoy, la convivencia con dispositivos y plataformas digitales modificó la manera en que los estudiantes se relacionan con el conocimiento. “Lo importante es no quedar atrapados en la idea de lo perdido durante la pandemia. La clave está en avanzar, adoptando las lecciones aprendidas para construir una educación más inclusiva y equitativa. La virtualidad se consolidó como una herramienta útil que ofrece soluciones flexibles, como la posibilidad de continuar con las clases ante situaciones imprevistas como cierres edilicios o condiciones sanitarias adversas”, señaló la profesora de francés Rosa Werner.

¿Qué otras cosas ven los chicos como cambios? El uso de tecnologías y el cambio de la relación entre los estudiantes y el contenido trajo, según Elías Décima, de la Escuela Normal, una ayuda inestimable: “el acceso a libros en formato PDF y otros recursos digitales hizo que lleváramos menos material físico a las aulas; esto ayudó también a nuestra economía, y a la de los docentes. También veo que ayudó a que hoy se sepa cómo utilizar herramientas en un celular, que antes era sólo para comunicación y distracción y ahora es también de trabajo”.

Por su lado, Rosario García apuntó fuerte a lo social: “cambió la forma de relacionarnos: como compañeros nos volvimos más unidos que antes”, asegura. Y Rocío Buscetto, de la escuela Normal, acentuó esta idea: “lo que pasó me ayudó a mejorar como estudiante. También me hizo valorar mucho más la presencialidad, en el sentido de la compañía. Estar cara a cara el uno con el otro es hoy para mí mucho más valioso”.

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