
“Odio Nacional” (“Hated in the Nation”) es el episodio final de la tercera temporada de “Black Mirror”, la serie británica de ciencia ficción que reflexiona sobre el impacto de la tecnología en la sociedad. En este capítulo, la detective Karin Parke y su compañera Blue Coulson investigan las muertes de figuras públicas que han sido blanco de odio en redes sociales. Los crímenes aparecen vinculados a un hashtag viral (#MatarA). Descubren que abejas robóticas, diseñadas para ayudar al medioambiente, han sido hackeadas y utilizadas como armas para eliminar a quienes son señalados en redes sociales.
A lo largo de casi una hora y media, la serie expone la impunidad con la que los usuarios de internet atacan y linchan digitalmente a otras personas, creyendo que su participación en campañas de odio no tiene consecuencias reales. Sin embargo, la historia lleva esta lógica al extremo: quienes fomentan la cacería virtual terminan convirtiéndose también en víctimas, evidenciando cómo el anonimato y la falta de responsabilidad pueden transformar las redes en una herramienta de destrucción masiva.
En los últimos días, Argentina fue escenario de un hecho que ilustra este fenómeno. El humorista Eial Moldavsky se convirtió en tendencia tras realizar comentarios sobre Lali Espósito. Según relató, años atrás la cantante lo invitó a vivir con ella en Madrid durante ocho meses, con todos los gastos cubiertos, mientras trabajaba en una serie. “Nos conocimos en un evento de una marca de alcoholes que nos había llevado a hacer contenido. Pegamos muy buena onda. Ya veníamos hablando por TikTok. Año 2021. Salimos después del evento. O sea, otra vez, metemos una cita, vamos a un bar del centro. La cita anda muy bien”, contó antes de dar detalles sobre los supuestos encuentros sexuales que mantuvo con Lali, una de las artistas más populares del país.
Si bien Moldavsky se disculpó casi de inmediato por el revuelo que sus palabras generaron en X, la reacción fue implacable. Miles de usuarios lo atacaron públicamente, y horas después confesó estar atravesando un momento difícil: “Si bien claramente yo no soy la víctima de esta historia, los días fueron muy malos, estoy muy triste, estoy muy golpeado. Estoy muy triste de verme así, pero la verdad es que no se puede volver el tiempo atrás. Por más de que lo intenté todos estos días, no hay nada que hacer”.
Este episodio es un recordatorio del poder destructivo de las redes sociales, donde la indignación colectiva puede convertirse en una cacería digital. Mientras quienes son blancos de estos ataques pueden sufrir ansiedad, depresión e incluso aislamiento, los perpetradores se desensibilizan ante la agresión verbal. Siempre parece posible ir un paso más allá, en busca de una nueva dosis de “justicia”.
Las redes sociales se han transformado en un espacio para exigir responsabilidad a figuras públicas por acciones dañinas, pero también en un mecanismo de castigo que, en muchos casos, no deja lugar a la redención o al diálogo. Moldavsky es testigo de ambas caras de esta realidad.
La cultura de la cancelación y el linchamiento virtual son síntomas de una sociedad que aún no ha aprendido a navegar las complejidades del mundo digital e impide que las personas aprendan de sus errores.
El pedido de reflexión de Lali
La respuesta de Lali, quien frecuentemente recibe ataques de trolls libertarios debido a sus opiniones sobre la gestión del gobierno de Javier Milei, llegó días después con una profunda reflexión en el programa de su novio, Pedro Rosemblat. “Cuando uno comete un error y pide perdón, se tiene que preguntar a partir de esta época, ¿está pidiendo perdón mi yo virtual porque está sufriendo mi yo virtual ese ataque o estoy pidiendo perdón yo por algo que humanamente hice mal?”. “Entonces, yo me hago esa pregunta todo el tiempo... ¿Qué clase de persona pública quiero ser?”, se preguntó.
De esta manera, la ex Chiquititas planteó la importancia de la legitimidad y la coherencia entre lo que se muestra al mundo y lo que se es en privado. Más que una especie de ejercicio de introspección que va más allá de las redes y la fama, el mensaje es un llamado a ser conscientes de nuestras acciones, asumir responsabilidad por nuestros errores y buscar la autenticidad en un mundo que a menudo premia la superficialidad.
El caso de Moldavsky y la reacción en redes sociales nos muestran que la cultura de la cancelación puede ser un arma de doble filo. Si bien es importante exigir responsabilidad, también debemos abrir espacios para el diálogo y la redención. El interrogante que nos deja Lali es crucial: ¿Cómo podemos construir una sociedad digital donde el error no sea sinónimo de condena perpetua?
“Black Mirror” advierte sobre los peligros de una justicia colectiva impulsada por la indignación automática. La realidad muestra que estas reacciones pueden destruir vidas sin darle una oportunidad al aprendizaje. En los nuevos foros públicos deben formarse espacios de diálogo y no de ensañamiento. De lo contrario, se continuará alimentando un sistema donde el castigo social es eterno.