No estoy de acuerdo con lo manifestado por el lector Javier Guardia Bosñak en su carta de 01/08/24 en sentido de qué Norteamérica sea una democracia “racista y explotadora“, y menos aún y que sea responsable de la proliferación de “fosas comunes” por todo el mundo. Esta demonización de los Estados Unidos de parte del “tercermundismo” no tiene en cuenta que buena parte de los adelantos científicos, médicos y tecnológicos tienen ese origen, y de los cuales seguramente goza nuestro atribulado lector. Tampoco se mencionan los atentados a las torres gemelas, con su secuela de innumerables civiles (hombres, mujeres y niños) muertos y el terrorífico accionar de Al Qaeda y Hezbollah en contra del Occidente civilizado. De eso no se habla, y mucho menos de la voladura de la AMIA. Se ataca además a Benjamin Netanyahu, pero nada se dice sobre Osama Bin Laden/Saddam Hussein, oportunamente capturados y ejecutados por sus delitos de lesa humanidad. Ahora bien, muchos de estos tercermundistas, “setentistas de izquierda”, o como quiera llamárselos, parecen ser prisioneros de una ideología que extrañamente aún subsiste. Su desarrollo intelectual parece haberse detenido entre los 18 y 22 años. Allí se les solidificaron (como los huesos) sus ideas básicas, y de allí no se mueven por el resto de sus días. Cuando encuentran una idea que ese arsenal no registra o repele, se encienden de furia divina. Sara Palin, allá por 2008, solía hablar sobre el verdadero norteamericano. “Los verdaderos estadounidenses -decía-saben que su país nació de una rebelión contra la tiranía y la esclavitud. Ellos sienten una ambición instintiva contra los tiranos, sean de donde sean, y una simpatía intrínseca por los regímenes democráticos”.
Arturo Garvich
Las Heras 632 - San Miguel de Tucumán