Las malas costumbres no hacen la felicidad

Las malas costumbres no hacen la felicidad

La politica y sus recorridos erráticos han sido un antídoto de la felicidad. ¿Cuándo es feliz Javier Milei? ¿Y Osvaldo Jaldo? La Iglesia le recordó a la dirigencia el compromiso para luchar contra la pobreza. Un editorial de 1983.

Las malas costumbres no hacen la felicidad

La doctora Graciela Tonello se paró delante del auditorio que había convocado el jueves la asociación Meta Tucumán y destacó la necesidad de que los proyectos que se pergeñaran no perdieran de vista la importancia de la felicidad. Comentó además que un buen gobierno, un ambiente adecuado, el desarrollo sustentable ayudan a generar felicidad en el ciudadano. Así como la fiebre es un síntoma que avisa que algo está pasando en el cuerpo, la risa y su versión moderada, la sonrisa, son señales de felicidad.

En la Argentina, esta semana -y todas desde hace décadas- no es fácil sostener sonrisas. La política y sus recorridos erráticos han sido un importante antídoto de la felicidad. Una pobreza que llega al 50% es suficiente para no encontrar fácilmente manifestaciones de felicidad. En ese marco cabe preguntarse ¿cuándo es feliz el Presidente de la Nación? O para ser más preciso, ¿Cuándo se ríe Javier Milei?

Esta semana que nunca más volverá, dio algunos indicios para encontrar respuestas. La cara del Presidente se transforma, se afloja, suelta tensiones y levanta las manos y las mueve como los niños cuando están a upa de sus padres. Cuando eso ocurre el titular del Poder Ejecutivo Nacional es capaz de abrazar. Todos síntomas de alegría y de felicidad. Esas actitudes Javier Gerardo Milei las tiene cuando está ante las multitudes que lo vivan o reaccionan ante sus intervenciones. Y eso tuvo cuando viajó a España y los partidarios de Vox le hicieron un mitin especialmente para él y para su nuevo libro “Capitalismo, Socialismo y la trampa neoclásica”. El miércoles la escena fue en el Luna Park. Ahí en el lugar donde generaciones de argentinos asociamos con las piñas se hizo una fiesta en la cual Milei fue el actor principal. Sonrió, cantó, bailó, disfrutó, se lo vio feliz. Algo parecido aunque con otros matices cuando ayer en el Cabildo de Córdoba, con la banda presidencial cruzada en el pecho, les habló a quienes lo aplaudían rendidos a sus pies.

“Aristóteles -según el filósofo Eduardo Infante, autor de Filosofía de la Calle- se obtiene con el despliegue de todas nuestras virtudes, pero hay algunas que no pueden desarrollarse si vivimos en la pobreza”. Milei, en tanto, cree que un principio para salir de ese horrible panorama de carencias que tiene la Argentina, es la aprobación de la ya mal llamada ley Bases. Ayer mismo sonrió ante la gente, pero a su lado sólo había un solo gobernador. Fue a Córdoba porque ahí se iba a firmar el Pacto de Mayo que a juzgar por los acontecimientos sólo fue un relato, una ilusión o simplemente un deseo. Han transcurrido casi seis meses de gobierno y no ha logrado ni una ley. Tampoco el acuerdo con los gobiernos.

Cuando el Presidente no consigue lo que quiere se enoja, niega a quien lo contradice y si puede, lo defenestra. Así no sólo cosecha infelicidad sino también fracasos. Esta semana los mercados, esa entelequia que mide si las cosas van bien, le advirtieron de algunos grados de fiebre: el dólar bellaqueó y dejó claro que la seguridad jurídica, que es una alfombra para las inversiones, está manchada y bastante arrugada para los inversores que ven que la pericia política del oficialismo deja mucho que desear.

El Presidente vive de una imagen superior al 50% y del recuerdo. La sociedad que lo sentó en el sillón de Rivadavia tiene frescos los recuerdos de años y gestiones anteriores que dejaron un pueblo muy empobrecido y dirigentes muy enriquecidos. La corrupción de muchos kirchneristas son los anticuerpos que ayudan a bajar la fiebre.

La masa, los aplausos desde la tribuna, el respaldo de los votos, los vivas desde los estrados y en los recitales, son todas construcciones casi unidireccionales que no implican el encuentro entre unos y otros. Ahí está la explicación de por qué el Presidente tiene pocos momentos de felicidad y de por qué está muy lejos de conseguir sus objetivos. Milei llegó a la presidencia despotricando contra la política, pero era su manera de hacer política. Una vez que llegó al poder se convirtió en un protagonista importante de la política con camiseta y botines de político. La principal herramienta de trabajo es el diálogo, algo en lo que no ha sabido demostrar destreza hasta el momento. El diálogo trae implícito el encuentro, una instancia difícil cuando uno de los protagonistas sólo acepta elogios y reconocimientos y, por lo tanto, no escucha.

En el diccionario de Milei la palabra fracaso no figura. Tampoco la expresión marcha atrás. Por eso consiguió un nuevo aplazo en Córdoba cuando anunció que haría un Consejo de Mayo. Quizás una exageración cuando sin base y sin pacto de mayo estaba ya construyendo un consejo de mayo.

En el lugar merecido

Las postales del 25 de Mayo suelen tener el Cabildo y Buenos Aires. Esta vez las imágenes tuvieron el marco de La Catedral donde descansan los restos de San Martín y donde el arzobispo Jorge García Cuerva presidió un durísimo Tedeum. Las otras fotos son del Cabildo cordobés. Pero Tucumán que suele ser absorbido por el recuerdo de los escenarios de 1810 tuvo un despliegue especial y hasta detalles políticos que llamaron la atención. El gobernador Osvaldo Jaldo puso a su lado en la Catedral tucumana al vicegobernador Miguel Acevedo. Nunca antes había ocurrido algo así. Tal vez sus recuerdos de haberse acostumbrado a ver la espalda de Juan Manzur en los oficios religiosos o los destratos en la época alperovichista lo movieron a generar un gesto político que no pasó inadvertido.

La iglesia tucumana que dirige monseñor Carlos Sánchez fue dura y le recordó a la dirigencia política provincial aquel pacto que firmaron en tiempos electorales. Allí se comprometieron a luchar contra la pobreza, generar trabajo digno, ética y transparencia en la cosa pública, una educación inclusiva e integral, la prevención de las adicciones y la lucha contra el narcotráfico y la inseguridad como así también el cambio del sistema electoral.

A diferencia del Presidente, el titular del Ejecutivo tucumano muestra su felicidad cuando lo atraviesan las circunstancias políticas. Sus gestos y sus respuestas no son las del rockstar sino la del silencioso festejo de quien impone su poder con acciones políticas. Por eso carga y refuta las acusaciones de traidor cuando se pone el traje de Jaldei y castiga o sentencia sus criterios con acciones y gestos propios de la política.

En vísperas a la fiesta patria, Jaldo firmó el decreto por el cual le dijo no tanto al ministro fiscal Edmundo Jiménez como al silencioso presidente de la Corte, Daniel Leiva. El mandatario tucumano consideró que los fiscales auxiliares se iban a convertir en fiscales con la última ley promovida por el trípode de Gerónimo Vargas Aignasse, Mario Leito y Sergio Mansilla. En el veto explica que esa categoría sería ilegal porque a los fiscales se les exige una forma para ser elegidos -examen y dictamen del Consejo Asesor de la Magistratura- y otra para ser destituidos; en cambio, los auxiliares quedarían en manos de la solitaria decisión de Jiménez.

Si se descorre un velo a este veto y se revisan las cuestiones que había entre bambalinas, en los corrillos políticos advierten que el proyecto del ministro fiscal ayudaba a balancear diferencias que habría en ese poder. El empoderamiento a los fiscales auxiliares podría haber servido para no perder un control que sufrió un sacudón aquella vez que los fiscales titulares desoyeron una decisión de Jiménez en un juicio vinculado a los narcos.

El gobernador también rechazó la posibilidad de que jueces de una jurisdicción actúen en otras. “La competencia en razón del territorio aparece como un reflejo de la garantía constitucional de juez natural, que se ve vulnerada con la sustracción de un caso particular a la competencia de jueces que siguen teniendo el poder en otros casos similares, lo que implica la negación de esa justicia imparcial e igual para todos los habitantes”, sostiene el veto del gobernador. Esta decisión también deja al descubierto la falta de posición por parte de la Corte Suprema de Justicia que al fin y al cabo iba a tener que soportar este cambio en la administración de Justicia.

Los promotores de esta ley fallida han sido políticos muy cercanos al ex gobernador de la provincia y no es de extrañar que el mensaje político del veto del Ejecutivo también golpee las puertas del senador Juan Manzur, quien le ha dado la espalda a Jaldei en su cruzada liberal en pos de la Ley Bases para recuperar fondos perdidos. A nadie sorprenderá que el senador mira para otro lado y ni se da por aludido. Su intención es ser referente de un nuevo peronismo que no abrace al kirchnerismo ni a la desvencijada y enriquecida dirigencia gremial. Casi un imposible.

El editorial no leído

En el editorial de LA GACETA de ayer se rescata otra pieza periodística del diario. El 25 de octubre de 1983 se había publicado otro editorial donde se pedía atención a la dirigencia política sobre síntomas de la sociedad que mostraban la aparición de los narcos en forma incipiente. Advertía a los responsables de la cosa pública de entonces ocuparse para que años después no se viviera un infierno. Lamentablemente, eso no ocurrió y hoy muchos referentes de la actividad narco no sólo se han enriquecido sino que han reemplazado a los políticos en la actividad de los barrios. Aquel editorial deja entrever cómo el acostumbramiento y la aceptación de conductas ilegales terminan siendo aceptadas por la sociedad o terminan convirtiéndose en leyes. Es el riesgo de abandonar la política, los protocolos y la diplomacia.

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