Sexualmente hablando: suegras
Sexualmente hablando: suegras

Una de las grandes fuentes de tensión en las parejas, sobre todo en las que ya llevan un buen tiempo, es la relación con la familia política. La sabiduría popular se hace eco de esta cuestión a través de cuentos, chistes, y refranes, actualizados hoy en los audios actuados y memes que circulan por las redes.

Como la figura materna es tan fuerte en nuestra cultura, los dardos han apuntado a las suegras, históricamente, desde la perspectiva de los yernos. Sin embargo, igual o más frecuente es la tensión familiar entre suegra y nuera (y claro que también puede existir entre los hombres, o en el vínculo de una mujer con su suegro… y todo esto es válido, por supuesto, para las parejas homosexuales también).

Entre las personas siempre puede haber diferencias de opinión, personalidad y puntos de vista, pero estas discrepancias suelen generar roces cuando pasan más tiempo juntas (algo casi inevitable en nuestro estilo “familiero”).

Un asunto tan sencillo como pedir unas empanadas para almorzar el domingo puede crear desacuerdos sobre dónde pedirlas, cuánta plata gastar, cómo dividir la cuenta, qué hacer con el postre, etc. Ni hablar de las causas de conflictos más profundos sobre valores, trabajo, religión, política o formas de vivir la vida. O las disparadas por las crisis evolutivas, como el nacimiento de un hijo.

¿Cuál es tu familia?

John Gottman, el psicólogo estadounidense experto en parejas, se refiere especialmente a la tensión familiar que se da entre dos mujeres -suegra y nuera- que, sostiene, en el fondo se disputan el amor del hombre. Un hombre que, por su parte, sólo querría que se lleven bien entre ellas y no tener que andar eligiendo. “Por desgracia esta actitud suele ponerle en el papel de mediador, lo cual invariablemente empeora la situación”, afirma.

¿Cuál es la solución entonces? Gottman es tajante: “La única forma de salir de este dilema es que el hombre se ponga del lado de su esposa”. Y es que una de las tareas básicas de una pareja es establecer un sentido de solidaridad entre sus miembros, aún si esto implica tomar cierta distancia de sus respectivas familias: “El hombre debe hacer saber a su madre que su mujer está antes que ella, que él es primero esposo y luego hijo”.

Por supuesto que no es una posición muy agradable de tomar: la madre puede sentirse herida en sus sentimientos, pero también es probable que termine por adaptarse a la idea de que la familia de su hijo es lo primero para él (y que no tolerará ninguna clase de desdén hacia su mujer).

“Es de importancia crucial para la pareja que el hombre sea firme en esto, incluso si se siente colocado en una posición injusta o si su madre no puede aceptar la nueva realidad”, agrega.

Esto no significa hacer nada que desagrade o deshonre a los padres, o que vaya en contra de sus valores básicos. Pero sí resulta clave que la pareja establezca sus propios rituales familiares, valores y estilo de vida, e insista en que los demás los respeten.

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