“La puerta del Infierno”: un hoyo de 60 metros que arde sin parar en medio del desierto

“La puerta del Infierno”: un hoyo de 60 metros que arde sin parar en medio del desierto

Un portal al inframundo parece albergar todos los males de la Tierra concentrados.

Cráter de Darvaza: un pozo que se asemeja a la entrada al inframundo. Cráter de Darvaza: un pozo que se asemeja a la entrada al inframundo.
23 Abril 2024

Parece ser que acceder al inframundo no es tan difícil, solo hace falta viajar al otro lado del mundo y establecerse en el desierto de Karakum, en Turkmenistán. Allí un boquete en la tierra de 69 metros de diámetro y 30 de profundidad arde sin parar hace unos 75 años y su nombre no hace más que confirmar su naturaleza de ser “La Puerta del Infierno” para los habitantes de la Tierra.

Parecería que sumergirse en ese portal llevaría a un lugar hostil, habitado por criaturas  espeluznantes que entre llamaradas de temperaturas calcinantes espeluznantes torturan y blasfeman a quienes caen en aquel túnel de extraña naturaleza. La realidad es que, hasta lo que se conoce, pocas formas de vida habitan en un cráter que arde a 400°C.

¿Cómo surgió “La Puerta del Infierno”?: las causas de su aparición

Su origen sigue siendo desconocido pero más bien parece ser que el cráter de Darvaza o “La puerta del Infierno” fue abierta por los hombres a causa de la curiosidad poco inocente e imprudente de los humanos que en las épocas de la Guerra Fría, en búsqueda de petróleo, causaron un colapso del suelo, formando un enorme cráter. Para solucionar tamaña imprudencia y evitar la proliferación de gases nocivos, estos especialistas optarían por incendiar el gas metano liberado, provocando aquel fuego irremediable que aún arde sin parar.

Las imágenes son impresionantes, la inmensidad del cráter hace que cualquier objeto se vuelva minúsculo a su lado. Y lo imponente de él aterra a quien logra con agallas aproximarse unos metros a esta boca infernal. A lo largo de los años, el cráter actuó como objeto de exploraciones científicas y documentales, destacándose la expedición del explorador George Kourounis quien en 2013, descendió al cráter para tomar muestras y medir su composición.

Un horno que jamás se apaga: ¿por qué las llamas del cráter no cesan?

Entre las razones principales por las que no se pudo apagar la llama está la naturaleza misma del cráter y los desafíos técnicos involucrados en extinguir un fuego de esta índole. La combustión constante del metano requiere una combinación de oxígeno, combustible (metano) y una fuente de calor (las propias llamas), elementos que están presentes de manera abundante y continua en este caso. Cualquier intento de sofocar el fuego requiere eliminar al menos uno de estos elementos de manera efectiva, tarea que resultó extremadamente complicada en Darvaza.

Por estas razones es que la solución tampoco parece ser apagar el fuego y más bien lo más prudente es dejarlo arder ya que la liberación más escalada del gas metano puede provocar desastrosas explosiones o incluso lograr que el gas encuentre nuevas vías de escape hacia la superficie. Guillermo Rein, científico del fuego en el Imperial College de Londres advirtió que la única manera de lograr un cese de las llamas es abordando la fuga en su fuente de metano.

Las consecuencias ambientales de la apertura de este portal

Sugirió que para realizar esto efectivamente, se requeriría la experiencia de especialistas de la industria petrolera para localizar la fisura subterránea que emite el gas. Propuso que una vez identificada, podría ser posible sellar la ruptura mediante la inyección de concreto a través de tuberías subterráneas.

Los intentos por apagar este fuego surgieron con la preocupación de la afección que el cráter podría causar al medio ambiente debido a que el metano es un potente gas de efecto invernadero. Sin embargo, parece no ser tan nocivo para el planeta, ya que  la combustión del gas convierte gran parte del metano en dióxido de carbono y vapor de agua, lo que, paradójicamente, reduce su potencial de calentamiento global, por lo que el debate sobre extinguir o no aún sigue vigente.

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