Murió "El Tula": ¿dónde está el bombo?

Murió "El Tula": ¿dónde está el bombo?

Murió El Tula: ¿dónde está el bombo?

En la cimbreante Copacabana, a la sombra del Kremlin o a metros de un camello en el exótico mercado de Souq Waqif. Por ahí andaba El Tula, con las arrugas surcadas de selfies, regalando anécdotas. En un Mundial a Messi se lo admira desde la tribuna, pero la argentinidad del Tula estaba al alcance la mano. Y El Tula administraba su protagonismo con la eficacia del mejor community manager, por eso a nadie le negó un saludo, un gesto, una breve nota. Entonces El Tula consiguió lo imposible: evaporar las grietas contagiando pasión futbolera. Y eso que era peronista de Perón, y que el propio General -cuenta la leyenda- le había regalado el bombo.

Por Qatar, la última escala de sus 13 Mundiales consecutivos, andaba en silla de ruedas, octogenario y omnipresente. No era El Tula de México 86, tiempo de batallas a garrotazo limpio con los hooligans. Tampoco el de la liturgia en los actos del PJ. Puede que ese último Tula haya presentido que Doha representaba su “last dance” y así lo vivió. Sintiéndose, al final del camino, tan tricampeón como el seleccionado. A fin de cuentas, había asistido a todas las consagraciones: el Monumental y Kempes; el Azteca y Diego; Lusail y Messi.

IMAGEN TOMADA DE TWITTER / GASTÓN EDUL IMAGEN TOMADA DE TWITTER / GASTÓN EDUL

Al Tula la vida le regaló un esplendoroso momento de gloria, cuando recibió en nombre de la hinchada argentina el premio The Best en la gala de la FIFA. Fue un canto del cisne que difícilmente haya soñado. Muchos se enteraron allí de su nombre -Carlos Pacual-, de su historia, de su corazón partido entre la Selección y Rosario Central.

Lo cruzamos por última vez en vísperas de la vuelta olímpica, marchando hacia un banderazo en Souq Waqif, el zoco que terminó convertido en búnker albiceleste. En medio del tumulto, acosado por hinchas y micrófonos, perdió de vista brevemente a su compañero de ruta, a la atronadora extensión de su anatomía que lo completaba e identificaba. Y por un instante la angustia se le incrustó en el alma. “¿Dónde está el bombo?”, alcanzó a preguntar. “Acá, Tula, todo bien”, lo tranquilizaron. Y sonrió. Porque no hubo Tula sin bombo; ¿cómo serán los próximos Mundiales sin El Tula?

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