Sexualmente hablando: una estatua sensual

Sexualmente hablando: una estatua sensual

Sexualmente hablando: una estatua sensual

Es notable cuántas connotaciones ha tenido “el oficio más viejo del mundo” a lo largo de la historia y según las culturas. En la antigua Grecia, por ejemplo, la prostitución constituía una industria enorme y respetada: mientras las mujeres “de su casa” eran máquinas de concebir, circunscriptas a lo doméstico, las prostitutas -que circulaban en el mercado o estaban en los burdeles- eran mujeres libres que exploraban las fantasías sexuales masculinas.

Particularmente las “heteras” o “hetairas” integraban una clase distinguida, desempeñándose también como artistas, contertulias y acompañantes. Recibían educación, poseían independencia económica y podían alcanzar un gran poder social.

Una de las más afamadas fue la majestuosa Phryné, cuyos clientes eran hombres destacados de finales del siglo IV a. C. De origen humilde y célebre por su proverbial belleza, fue la amante y modelo predilecta de Praxíteles, el más grande y original de los escultores atenienses de la época. De hecho, en ella se inspiró para la realización de la primera escultura de una mujer desnuda: Afrodita, la diosa griega del amor, la belleza y la fertilidad que, en una actitud íntima y erótica, se dispone a realizar el baño ritual. Esta obra estableció un canon en las proporciones del desnudo femenino, inspirando a muchos artistas posteriores.

Descripción

En el libro “Erotes”, del satírico Luciano de Samosata, figura la más vívida descripción de esta Afrodita: “la estatua es un trabajo impecable de la maravilla de Paros. Los labios de la diosa están sutilmente separados, mostrando una sonrisa irónica y despectiva. No hay velo que oculte sus encantos, pero una mano protege su modestia con un gesto casual”. Al parecer la obra se transformó en la fantasía masturbatoria de todo ateniense excitado que, por falta de dinero o por extrema juventud, no podía acceder a los encantos de Phryné.

Plinio el Viejo relata que un honesto soldado se enamoró de la imagen y pudo pasar una noche con ella. Cuando amaneció, “la diosa tenía una mancha como tributo a los traumas que había sufrido”. El pobre joven, después de la consumación de sus deseos, se arrojó al mar.

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