Las asunciones presidenciales en 40 años de democracia: paseos, rostros alegres y adustos, y música y baile

Las asunciones presidenciales en 40 años de democracia: paseos, rostros alegres y adustos, y música y baile

Milei no podrá utilizar el auto que compró Perón en 1955, y que sí ocuparon Alfonsín, Menem y De la Rúa. Jornada festiva y de renacer de esperanzas.

Las asunciones presidenciales en 40 años de democracia: paseos, rostros alegres y adustos, y música y baile

La jornada de la asunción presidencial semeja un día de fiesta. Quienes votaron por el flamante mandatario mayormente participan de las celebraciones; salen a las calles y van a las plazas, vestidos de ropas blanquicelestes y del color del partido político ganador. El sector de la sociedad que no adhirió al elegido no interrumpe su rutina; pero respeta esa alegría ajena. Y por lo general, se percibe en el ambiente una sensación de optimismo, de oportunidad, de esperanza, de renacimiento.

Y esto ocurre con independencia de la situación política, económica y social que atraviese el país. En 1983, por ejemplo, se llegaba a esa instancia luego de que la Argentina vivió la etapa más oscura y tenebrosa de su historia. Aunque inmenso, el dolor por lo vivido durante los más de siete sangrientos años de dictadura no logró menguar la alegría por el retorno de la democracia.

Y así con cada cambio de mando desde entonces: brillaron sonrisas en la asunción de Néstor Kirchner, pese al ruinoso final del Gobierno precedente; y la gente miraba contenta cómo Mauricio Macri bailaba en la Casa Rosada, aunque la venía pasando muy mal. Y también celebró la llegada de Alberto Fernández, tras la desastrosa gestión anterior. Cada asunción presidencial insufla confianza en una porción importante de la ciudadanía, por más golpeada que esta se encuentre.

Cronología

La elección que signó la vuelta de la democracia se realizó el 30 de octubre de 1983. La fórmula de la Unión Cívica Radical (UCR), integrada por Raúl Alfonsín y por Víctor Martínez, como candidatos a presidente y a vicepresidente, respectivamente, cosechó el 51,75% de los votos. El binomio del partido Justicialista (PJ), conformado por Ítalo Argentino Lúder y por Deolindo Felipe Bittel obtuvo un 40,6%. La asunción se dio 41 días después, el 10 de diciembre. Alfonsín recibió el bastón presidencial de manos del último dictador, Reynaldo Benito Bignone. Luego, acompañado por su esposa, María Lorenza Barreneche, viajó desde el Congreso hacia la Casa Rosada en el mítico Cadillac negro descapotable, que había comprado Juan Domingo Perón en 1955.

Además de a Alfonsín, años después, ese vehículo trasladó a Carlos Menem y Fernando de la Rúa. Y de hecho, también lo quería utilizar Javier Milei el domingo. No obstante, no podrá ser. Según pudo saberse, demoras administrativas impiden que el auto salga a tiempo del subsuelo del Museo del Bicentenario. En su lugar, el presidente electo optó por otro descapotable estadounidense, fabricado en la Argentina: un Valiant III, aportado por un coleccionista privado.

“Vamos a hacer un Gobierno decente. Ayer pudo existir un país desesperanzado, lúgubre y descreído: hoy convocamos a los argentinos, no solamente en nombre de la legitimidad de origen del Gobierno democrático, sino también del sentimiento ético que sostiene esa legitimidad”, pronunció el dirigente oriundo de Chascomús durante su discurso de asunción. Y dijo también la famosa frase que lo inmortalizó: “Con la democracia no solo se vota, sino que también se come, se educa y se cura”.

Alfonsín no llegó a entregar el poder en el tiempo previsto. La gravísima crisis económica en que estaba sumido el país, con una hiperinflación descontrolada, lo empujó a dejar su cargo cinco meses antes. El sábado 8 de julio de 1989 Menem asumió su primera Presidencia. Su campaña había girado sobre el eje de fomentar la cultura del trabajo, y de concretar “la revolución productiva”. “Síganme, no los voy a defraudar”, decía. En sus palabras ante la Asamblea Legislativa llamó a la concordia. “No existe otra manera de decirlo: el país está quebrado, devastado, destruido, arrasado. Si la Argentina no está donde debe, no es por culpa del país, sino responsabilidad de los argentinos. De nuestras divisiones, de nuestros prejuicios ideológicos, de nuestros sectarismos. Quiero ser presidente de un reencuentro, en lugar de transformarme en el líder de una nueva división entre hermanos. Por eso no vamos a perder tiempo para concretar la reconciliación de todos los argentinos”, expresó.

Menem y De la Rúa

El llamado Pacto de Olivos, que Menem selló con Alfonsín, abrió la puerta a la reforma constitucional de 1994, que incluyó la reelección, y el acortamiento del mandato -de seis a cuatro años-. Menem alcanzó su segundo mandato en 1995, tras un inapelable triunfo, con casi un 50% de los votos. Tras un discurso de 15 minutos ante la Asamblea Legislativa, transmitido por cadena nacional, el presidente y su hija, Zulema, se trasladan escoltados por el Regimiento de Granaderos a Caballo hacia la Casa Rosada. En el Salón Blanco, toma juramento a sus ministros -los mismos del final de su primer mandato-, más la novedad de la figura del jefe de Gabinete, que emergió de la reforma constitucional.

La década menemista cerró con la elección de la Alianza, cuya fórmula estaba conformada por el radical De la Rúa y el frepasista Carlos “Chacho” Álvarez. Asumió el viernes 10 de diciembre de 1999, en medio de una creciente crisis económica y social, con altos índices de desempleo.

El presidente y su esposa, Inés Pertiné, se suben al mismo Cadillac descapotable que utilizó Alfonsín, para el viaje desde el Congreso, donde juró, hasta la Casa Rosada. Durante el trayecto, por la Avenida de Mayo, responden a las miles de personas que los saludan desde las veredas y desde los balcones. Luego, en el Salón Blanco de la Casa Rosada, De la Rúa recibe los atributos de parte de Menem. Finalmente, junto a “Chacho” Álvarez, salen al balcón para saludar a la multitud, y el radical da un breve discurso.

De la Rúa renunció, y dejó la Casa Rosada en helicóptero, en medio del “Argentinazo”. Luego de ello, se sucedieron cuatro presidentes en un puñado de días: Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saá, Eduardo Camaño, quien entrega a Eduardo Duhalde el bastón y la banda presidencial. Durante la ceremonia se percibe un clima de extrema seriedad.

La era kirchnerista

El domingo 25 de mayo de 2003 asume Néstor Carlos Kirchner. Asisten mandatarios, ministros y funcionarios extranjeros, entre los que se destacan, Fidel Castro, Luiz Inácio “Lula” da Silva y Hugo Chávez. El Presidente y su esposa, Cristina Fernández, llegan al Congreso en el automóvil presidencial. En reiteradas ocasiones, Kirchner rompe el protocolo para acercarse a saludar al público. Para el recuerdo quedó el golpe accidental contra la cámara de un fotógrafo, que le provocó un corte en la cabeza. El matrimonio presidencial, y el vicepresidente, Daniel Scioli, saludan desde el balcón de la Casa Rosada. Luego -bajo la escolta del Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín- la comitiva presidencial se dirige hacia la Catedral con motivo del tedeum por el aniversario de la Revolución de Mayo.

Una mujer

El lunes 10 de diciembre de 2007 se producen dos hechos históricos para la política argentina, en un mismo acto: por un lado, una mujer asumió la Presidencia tras haber sido elegida en las urnas con el 45,29% de los votos. Por otro, recibió los atributos de mano de su marido. Tras un discurso de 50 minutos, y fiel al estilo que profundizaría con los años, participó de los festejos en Plaza de Mayo.

Mandatarios de la región y enviados de los Estados Unidos, España y Francia acudieron a la ceremonia. También el entonces presidente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn. El matrimonio presidencial se traslada en auto desde el Congreso hasta Plaza de Mayo, donde se realizó el Festival de la Democracia, cuya apertura recayó en Alejandro Lerner.

La asunción presidencial de Macri, en 2015, cortó con una docena de años de hegemonía de Gobiernos kirchneristas. Al igual que varios de sus precedesores, el líder del PRO y fundador de Cambiemos había señalado que uno de sus principales objetivos al finalizar su gestión era unir a los argentinos para terminar con la grieta.

Debido a que Cristina se negó a participar del traspaso de mando, Macri recibió la banda y el bastón presidencial de parte del presidente provisional del Senado, Federico Pinedo. Luego, junto a la primera dama, Juliana Awada, y a la vicepresidenta, Gabriela Michetti, se dirigen al histórico balcón de la Casa Rosada, donde saludan a la multitud. Tras un breve discurso, el primer mandatario baila la cumbia de Gilda “No me arrepiento de este amor”.

Cuatro años después llegó al poder Alberto Fernández. Lo secundaba Cristina Fernández, que lo había anunciado como candidato mediante sus redes sociales.

Tras el discurso, en el Congreso, la comitiva oficial se dirigió hacia Casa Rosada, escoltada por militantes de organizaciones políticas y sociales. El recorrido demoró más de lo planeado, debido a la gran concurrencia en las calles. Tras el arribo del mandatario, arrancó una serie de recitales; entre otros, tocaron: Bruno Arias, Super Ratones, Eruca Sativa, Ella Es Tan Cargosa, Iván Noble, Los Tipitos, Los Pericos, La Delio Valdez, La Bersuit y Litto Nebbia.

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