Atlético Tucumán: el desafío de sumar ante los desesperados

Atlético Tucumán: el desafío de sumar ante los desesperados

Al “decano” le está costando más de la cuenta los enfrentamientos ante equipos que figuran en la zona baja de las tablas

DIFÍCIL DE CONTROLAR. Mateo Coronel recibe la infracción de Quirós, aunque no se da por vencido. El delantero es un dolor de cabeza para las defensas rivales. Fotos de Matías Napoli Escalero (especial para La Gaceta) DIFÍCIL DE CONTROLAR. Mateo Coronel recibe la infracción de Quirós, aunque no se da por vencido. El delantero es un dolor de cabeza para las defensas rivales. Fotos de Matías Napoli Escalero (especial para La Gaceta)

¿Mejor o peor? ¿Conviene o no jugar contra equipos que están contra las cuerdas, que figurativamente les corre la gota fría sobre sus sienes ante la amenaza cierta del descenso?

No es que Atlético pueda elegirlo o no, se dio así. Cuando quedaron establecidos los grupos para la actual Copa de la Liga, allá por fines de 2022, no había cómo saber quiénes estarían peleando por evitar la pérdida de la categoría por la tabla anual.

Y la mayoría de esos equipos están hoy por debajo del “decano” y aún bregando por salvarse. Sus últimos tres rivales compartieron tal característica, y el equipo de la dupla no pudo imponerse a ninguno de ellos. Por el contrario, sacó sólo dos puntos de los últimos nueve en juego. Empates en cero con Central Córdoba en la jornada de interzonales y ahora con Banfield y dura derrota con Vélez.

De los tres rivales, el “taladro” fue quizás el que lució más endeble, y por ende, más accesible. El conjunto del “emperador” Falcioni no lo tuvo nunca en jaque, salvo un par de situaciones que les creó en la primera etapa, como sí sucedió con el “ferroviario” en el final del cotejo en el “José Fierro”. Y ni hablar de el “fortín”, que lo cacheteó durante diez minutos y puso de rodillas al “decano”.

En el ambiente ya se percibía en el sur del Gran Buenos Aires mucha diferencia con lo acontecido una semana antes en Liniers.

El lunes de la semana pasada el “José Amalfitani” lució casi como en sus mejores noches (más allá de que se cargue a Vélez son la supuesta poca concurrencia a sus partidos como local, el estadio estuvo un 80% lleno en sus espacios habilitados).

El “Florencio Sola”, en cambio, exhibió muchísimos huecos. Con una popular semivacía y unas plateas con ocupación raleada. Y además, si bien la gente alentó, en muchos pasajes no lo hizo con el fervor propio de la disputa de una final (y para el “taladro” todas son finales hasta el cierre de temporada).

Es verdad, también, que el “paisaje” humano entre el Amalfitani y el Sola difirió bastante. En Banfield fue posible ver más gente mayor en las gradas, tranquilos vecinos de la zona que aman al club de su localidad y ruegan por seguir viéndolo en la Liga Profesional. Pero de cánticos de cancha, poco y nada.

“Hoy venimos con el c… en la mano”, dijo un plateista de unos 60 años a otro habitué de la hilera al ocupar su butaca. Con esa sensación “in péctore”, a medida que pasaban los minutos y el gol no llegaba, la gente se fue exasperando.

Por ejemplo, y paradójicamente, con Eric Remedi, quien primero fue aplaudido generosamente al recibir una camiseta enmarcada con el número 100 en el dorso y luego fue insultado hasta el cansancio ante sus reiterados errores en el centro del campo.

Tampoco mostraron mucha paciencia con el delantero Milton Giménez, a quien en el complemento le costó mucho darse vuelta para definir, con lo que más de uno debe haber pensado qué fácil lo hubiera hecho Julián Álvarez.

Curiosamente, el delantero del City tiene un homónimo en la vecina ciudad de Lanús, un tal Julián Álvarez de Unión por la Patria candidato a intendente, cuyos afiches cubren toda la extensión de las avenidas que conducen al estadio.

Volviendo al partido, hubo espacio para escuchar el “ponga huevo, Banfield ponga huevo” y el “movete Banfield movete”, pero nada demasiado discordante, casi como si los hinchas se hubieran entregado a la conformidad de un empate con Atlético que llegado el caso les pueda servir.

Incluso, esta vez el presidente Eduardo Spinosa (en su tercer mandato, y cuestionado por las millonarias ventas de jugadores y la no reinversión en un plantel acorde en los últimos años) se salvó de los insultos. Quizá porque todavía duran los efectos positivos de la reciente victoria en el clásico sobre Lanús.

En este contexto, Atlético se fue de Banfield con un punto cuya utilidad, como reconoció Favio Orsi, recién se conocerá al final del torneo. Los rivales que vienen, salvo Talleres, también se presentarán con sus respectivos manuales de supervivencia en mano.

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