La ortopedia y traumatología es una de las especialidades médicas más complejas. Muchas veces, la movilidad de una persona depende de especialistas médicos y, por ello, que estén bien preparados no es algo menor. Justamente ese es un tema que preocupa en el ámbito de la salud, ya que después de la pandemia no son pocas las instituciones públicas o privadas que solicitan la acreditación de su residencia médica y no consiguen obtenerla.
“Lo que aflige es que haya una pérdida en la calidad de la formación de los residentes, ya que luego de la pandemia se nota una crisis en varias especialidades, no solo en la nuestra”, comenta el doctor Ignacio Oñativia, especialista en cadera y rodilla, subjefe del equipo de traumatólogos del Sanatorio del Norte, que dirige el doctor Fabián Landa.
Esta institución acaba de obtener la acreditación de su residencia médica luego de ser examinada por la Asociación Argentina de Ortopedia y Traumatología (AAOT), entidad habilitada para la evaluación externa de ese sistema de formación de posgrado que en cuatro años permite a los médicos certificarse como especialistas.
- ¿Qué significa que hayan logrado esta certificación?
- En el marco de la crisis que hoy se ve en varios sectores de la salud, y específicamente en las residencias, obtener esta certificación es un orgullo. Hoy muchos de estos sistemas de formación no están en un buen nivel; de hecho, la AAOT informó que dos de cada 10 instituciones públicas o privadas que solicitaron la acreditación de su residencia médica en ortopedia y traumatología no reúnen los requisitos para obtenerla.
- ¿Cuál es la evaluación que se hace en estos casos?
- La AAOT evalúa la cantidad de cirugías que hace un servicio de residentes, los trabajos académicos que se presentan y la atención en los consultorios, entre otras cosas. Luego, hace una evaluación personal, entrevistando a los médicos residentes (son 10 en el caso del sanatorio, más un jefe de residentes) y a los jefes de los distintos servicios. También se evalúan las pagas a los residentes, que las guardias sean las adecuadas y no haya una explotación. En nuestro caso, obtuvimos una acreditación de la máxima categoría por cinco años.
- ¿De qué depende una buena formación de profesionales?
- Depende de la cantidad de cirugías y de consultas. La traumatología es una especialidad muy práctica, lo que significa que cuantas más cirugías haga y vea un residente, más va a aprender. Nosotros tenemos más de 120.000 consultas anuales y más de 4.000 cirugías. El residente aprende al lado del médico todo el tiempo, y luego es evaluado en forma constante.
- ¿Qué otras cosas influyen?
- En muchos lugares, por la crisis y la devaluación del peso, hay escasez de insumos y se realizan menos procedimientos, lo que limita la cantidad de casos en los que un residente puede aprender. Cuando faltan recursos, por ejemplo implantes ortopédicos, tienden a bajar los números de atención y de cirugías.
- En general, en las distintas residencias del país, ¿se nota algún cambio en cuanto a la formación de profesionales?
- El porcentaje de médicos graduados que elige el sistema de residencias es menor en comparación con otros años y algunas especialidades ya están consideradas como críticas. En ortopedia y traumatología hay menos cantidad de inscriptos que otros años, pero en nuestro caso se cubren los cargos. Aunque traumatología no es la residencia más buscada, despierta interés porque es una especialidad quirúrgica. Lo que se nota es un cambio en el deseo de formación de posgrado. Muchos profesionales argentinos están pensando en formarse en el exterior y no en pasar cuatro años en país ante esta situación de crisis e incertidumbre. Al mismo tiempo, tenemos cada vez más médicos de países limítrofes y también de Ecuador y Colombia que buscan hacer su especialidad aquí.
- ¿Cuál es hoy el principal desafío de los programas de residencias?
- Hay un fenómeno que se ve a nivel nacional. Cuesta atraer a los médicos a los programas de residencias, que son sistemas muy exigentes, muchos de ellos tienen una demanda full time y a veces las pagas no son acordes. Los beneficios generalmente se ven a largo plazo. Y hoy estamos ante un cambio generacional. Los que terminan la carrera quieren obtener sus logros en el corto plazo, les cuesta proyectar a largo plazo. Y tienen además poca tolerancia a la frustración. Entonces, lo que se ve es que hay abandono de las residencias. No pueden postergar el éxito económico, por ejemplo. El desafío es justamente cómo contener a estas nuevas generaciones.
- ¿Qué es lo que más le gusta de la especialidad de traumatología?
- La elegí porque me gustaba la actividad quirúrgica. A mí particularmente me reconforta poder ayudar a una persona a recuperar la movilidad de alguna parte de su cuerpo, y que se pueda sentir útil de nuevo. Aquí, por ejemplo, hicimos reimplantes de miembros superiores. Tenemos el caso de un niño que llegó con una amputación de un brazo en un accidente casero y lo operamos con éxito. En la actualidad, con el envejecimiento poblacional, tenemos muchos pacientes de la tercera edad, cada vez más consultas especialmente luego de la pandemia porque una gran cantidad de gente de edad avanzada dejó de hacer actividad física, perdió capacidad muscular y desarrolló distintas patologías. También como consecuencia de los accidentes de tránsito atendemos cada vez pacientes.