Salir de sus casas es una odisea. Deben caminar en medio de una ciudad poco amigable para ellos, que ya pasaron los 65 años y su paso es lento e inestable. La población de la tercera edad aumenta, al tiempo que encuentra más barreras: veredas rotas, colectivos con escalones altos, carteles ilegibles y edificios con rampas empinadas, entre otras. Las barreras son muchas y, a veces, sortearlas implica terminar en el hospital.