Tucumanos estudian una tumba egipcia

Tucumanos estudian una tumba egipcia

El monumento funerario pertenece a Neferhotep, un funcionario contemporáneo del famoso Tutankamon. Trabajo científico.

EN PLENA TAREA. Integrantes del grupo argentino, en tareas de campo. EN PLENA TAREA. Integrantes del grupo argentino, en tareas de campo.
19 Junio 2006
Egipto, su cultura, sus reyes y también sus mitos son temas que se han utilizado en muchísimas oportunidades en la literatura y en el cine; y cada vez que se producen nuevos hallazgos, la imaginación vuela entre el pasado y el presente. El hecho es que la tierra de los faraones siempre ha encandilado al hombre moderno.

Desde 1999 un grupo de egiptólogos argentinos -entre ellos, algunos tucumanos- trabaja en Luxor, en la tumba perteneciente a Neferhotep, un funcionario muy importante en la época del rey que sucedió a Tutankamón; como este monarca reinó por sólo cuatro años, hay poca documentación sobre la época.

La tarea de campo multidisciplinaria -agrupó a arqueólogos, historiadores, especialistas en arte antiguo y restauradores, entre otros- que encaró el grupo argentino fue publicada en el libro "Imágenes a preservar en la tumba de Neferhotep". El material fue presentado la semana pasada en el Centro Cultural Rougés ante la expectativa de un público tucumano sorprendido por la temática. Las autoras de este volumen pertenecen al Instituto de Arte de Oriente Antiguo de la Facultad de Artes de la UNT, que dirige Norma Alzogaray, y que está integrado por especialistas de distintas universidades argentinas. Ellas son la egiptóloga Violeta Pereyra, Andrea Zingarelli, Silvana Fantechi, Silvana Yomaja, Silvina Vera y Alzogaray. Hay un capítulo específico que escribieron dos restauradoras de origen alemán.

Nuevos detalles
Pereyra dijo que el libro registra todo lo que se ha hecho desde 1999 -año en que ella recibió la autorización del Consejo de Antigüedades de Egipto para ingresar a la tumba- hasta la actualidad: la documentación sobre las condiciones en que se encontró el monumento y los planteos de las técnicas que se emplearon para su restauración y estudio. "Tomamos como punto de partida el año 1920, cuando un grupo de expedicionarios del Museo Metropolitan de Nueva York trabajó en la tumba de Neferhotep, quien fue contemporáneo de Tutankamón, ya que la tumba tiene impreso el nombre del rey que lo sucedió y que reinó durante cuatro años", explicó Pereyra. La investigadora del Conicet señaló que el trabajo realizado es un valioso aporte complementario al primer estudio hecho por el Metropolitan ya que en esa época no se pudieron captar detalles que ahora aparecen gracias a la nueva tecnología. "En esa época no existían instrumentos adecuados ni la precisión que tienen las cámaras ópticas y fotográficas que se emplean hoy", dijo Pereyra.

En la tumba de Neferhotep se realizaron estudios de grandiosos murales y pinturas artísticas que los anteriores expedicionarios no pudieron completar. "Las plañideras" es una de las más famosas pinturas murales que aparecen en los libros, pero con referencias incorrectas sobre el lugar de donde provienen, según comentaron las especialistas. "Provienen de la tumba de Neferhotep, y figuran con la sigla topográfica TT49, que registra el Servicio de Antigüedades de Egipto; es una maravilla mural que no ha sido completamente estudiada", dijo Alzogaray.

La licenciada en Arte Silvina Vera hizo mención al valor artístico representativo de esa época de cambios, de riqueza temática incalculable. "Las resoluciones plásticas formales son únicas por su calidad. También se ven en los murales las influencias artísticas del período de Amarna (en el que vivió Nefertiti), antes de Tutankamon, y la vuelta a la ortodoxia", dijo. El sepulcro ubicado en la ciudad de Luxor, en medio de montañas, fue habitado por familias a principios del siglo pasado. Hay rastros de ellas por todas partes. Una escalera conduce a la segunda sala a seis metros de profundidad en un recorrido aproximado a los 30 metros; al fondo se encuentran las esculturas de Neferhotep y de su esposa. La tumba tiene el nombre del rey que sucedió a Tutankamón y que reinó durante cuatro años (1.327-1.324 aC). "No existen más que unos pocos documentos y monumentos de ese período, por lo que el estudio de esta tumba tiene un valor incalculable", explicó la especialista.







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