San Pablo está en estado de guerra

San Pablo está en estado de guerra

Los tres días de violencia de grupos narcotraficantes dejaron más de 80 muertos, un centenar de detenidos, pánico y caos.

16 Mayo 2006
La Policía de San Pablo admitió hoy que se encuentra en "guerra" contra el crimen organizado, tras la serie de violentos atentados contra policías, bancos y ómnibus y los motines perpetrados durante los últimos días en todo el estado por un grupo armado.

El comandante general de la Policía Militar, coronel Elizeu Eclair Teixiera Borges, informó que la corporación organiza una operación de combate, en la que más de 140 patrulleros de las policías civil y militar actuarán en forma conjunta para capturar a los responsables por la ola de violencia.

"Estamos en guerra contra los delincuentes. Vamos a tener más bajas, pero no vamos a retroceder", afirmó el coronel en entrevista a la prensa, según reportó la agencia DPA.

Grupos de delincuentes, miembros del grupo armado Primer Comando de la Capital (PCC), perpetraron desde la noche del viernes una serie de atentados contra agentes de seguridad, incendiaron ómnibus, destruyeron bancos y promovieron una serie de motines en cárceles de todo el estado e, incluso, localidades vecinas.

En total se registraron 115 atentados contra agentes de seguridad, que causaron la muerte de 81 personas, 69 rebeliones que llegaron a tomar a más de 200 personas como rehenes, se incendiarion unos 90 autobuses y se atacaron diez sedes bancarias.

Algunos de los incendios a autobuses se realizaron a plena luz del día. Los delincuentes detenían a los vehículos en plena calle y a punta de pistola ordenaban bajar a los pasajeros. Enseguida, rociaban el vehículo con gasolina y le prendían fuego. Incluso, bomberos que se disponían a apagar el fuego fueron recibidos a los tiros.

Como consecuencia de los incendios, ocho empresas de autobuses resolvieron no trabajar y nueve terminales de transporte permanecieron cerradas.

Durante la noche, diez agencias bancarias fueron atacadas con balas, bombas molotov y granadas, y cuatro de ellas quedaron destruidas.En una de las acciones más violentas, presos amotinados en una cárcel del interior paulista encerraron en una celda al director de la prisión, Adelson Taroko, y le tiraron colchones incendiados sobre el cuerpo. Taroko fue internado en estado grave y con el 80 % del cuerpo quemado.

A pesar de que el gobierno estatal dijo y repitió que la situación está bajo control, el impacto de la ola de violencia se hizo sentir entre los ciudadanos a través de un generalizado sentimiento de inseguridad pública y de los varios inconvenientes que hubieron de enfrentar, como la paralización del transporte y un embotellamiento de más de 112 kilómetros en una de las principales vías de acceso a la capital.

Frente a la megaoperación criminal, considerada la peor ola de violencia contra las fuerzas de seguridad jamás vista en Brasil, el presidente Luiz Inacio Lula da Silva envió a San Pablo al ministro de Justicia, Marcio Thomas Bastos, para ofrecer ayuda en el control de los tumultos.

Bastos informó que 4.000 efectivos de la Fuerza Nacional de Seguridad están prontos para ser enviados a San Pablo para ayudar a poner fin a la ola de violencia que puso en jaque a la mayor metrópolis de América del Sur.

Un grupo de diputados del Estado solicitó al gobernador de San Pablo, Claudio Lembo, que aceptara la ayuda ofrecida por el gobierno federal a fin de reforzar el aparato policial estatal, luego de que una primera oferta de ayuda fuera rechazada.

Las autoridades estiman que la ola de atentados y motines es una respuesta coordinada del PCC contra la decisión del gobierno de Sao Paulo de trasladar a 765 miembros de ese grupo a una cárcel de máxima seguridad recién reformada, ubicada a 620 kilómetros de la capital paulista, con el objetivo de aislarlos del resto de la población carcelaria. (Télam-SNI)

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