La violencia escolar, un problema de todos

La violencia escolar, un problema de todos

06 Mayo 2008
Los recientes episodios de agresión en las escuelas son un nuevo llamado de atención acerca del fenómeno de la violencia, que se ha convertido, junto a la inseguridad, en uno de los flagelos de la sociedad. El 22 de abril, una alumna de 14 años fue brutalmente golpeada a la salida de una escuela secundaria de Las Talitas adonde concurre, y debió ser internada de urgencia. Los padres de la víctima realizaron dos denuncias en la comisaría de la zona, una por agresión y la segunda por abandono de persona; adujeron que las autoridades educativas no socorrieron a su hija.
Según los testimonios, la gresca había comenzado en el interior del establecimiento. Durante el recreo, la menor había sido sorprendida por la agresora, que la atacó sin motivos aparentes. En la ocasión, ambas estudiantes fueron separadas por una preceptora. Sin embargo, mientras la empleada las distanciaba, la atacante amenazó a otra alumna, quien inmediatamente pidió que llamaran a sus padres porque no quería irse sin compañía a su casa.
Ese mismo día, un joven de 17 años fue patoteado a la salida de la escuela de Comercio Nº 4, en Barrio Oeste II. El hecho se produjo al mediodía, cuando el chico abandonó el establecimiento escolar. Según la denuncia que sus padres radicaron en la comisaría correspondiente, los atacantes no serían alumnos del establecimiento puesto que incluso no llevaban uniformes. La víctima fue internada con múltiples quebraduras en la nariz.
Sobre los episodios de violencia, el obispo de Concepción, José María Rossi, afirmó que hay una fuerte presión social para que el docente no sólo enseñe; también se le está exigiendo que asuma otros roles: que sea psicólogo, médico, sociólogo y policía, y que esto no corresponde, mientras que un sindicalista de ATEP solicitó al Estado la presencia de guardias policiales en los alrededores de los establecimientos para preservar la seguridad física de alumnos y de docentes.
En un debate organizado por LA GACETA, en el que participaron alumnos, padres, docentes, abogadas, psicólogas y funcionarias de Educación, se analizaron las causas de esta problemática y surgieron ideas orientadas hacia una solución posible. Se coincidió en que la arraigada costumbre argentina de echarle la culpa al otro de lo que nos sucede cotidianamente no nos ha llevado a ninguna parte. Cada uno de los sectores hizo una autocrítica y, entre las propuestas, se señaló que es necesario un trabajo interdisciplinario; desarrollar los sistemas de tutorías, de autodisciplina, de convivencias y talleres culturales, como llevan adelante desde hace años las escuelas experimentales de la Universidad Nacional de Tucumán; impulsar la mediación escolar como una herramienta eficaz para promover el diálogo entre los niños y los adolescentes. Se habló de desterrar el trinomio violencia-pobreza-exclusión, de revisar las prácticas docentes, de que los padres les enseñen a los hijos a discernir entre el bien y el mal, del autoritarismo de los profesores y de su maltrato verbal hacia los estudiantes, de propiciar con más intensidad las prácticas deportivas como una posibilidad de descargar energías, que las directoras no oculten los episodios de violencia por temor de ser sancionadas por el Ministerio, de recurrir al Gabinete Psicopedagógico ante los síntomas de violencia y no aguardar a que esta se desencadene.
Creemos que se trata de sistematizar estas inquietudes y de ponerlas en marcha. Se trata también de educar para la paz desde el jardín de infantes. Cuando lo logremos, habrá menos violencia en las aulas y en la sociedad.

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