VIENA.- La adolescente austríaca Natascha Kampusch, mantenida como rehén durante ocho años en una celda en un sótano en el norte de Viena, dijo, en una entrevista con la revista "News", que pasaba sus días soñando con escapar y con decapitar a su secuestrador.
Unas 20 fotografías publicadas en la revista muestran a una joven atractiva, relajada, sonriendo junto a sus psiquiatras, consejeros de prensa y otras personas que la ayudan a dejar atrás su tormento. "Siempre busqué el momento preciso para huir, pero no podía arriesgar nada", dijo Kampusch al recordar su fuga, el 23 de agosto. "Siempre pensaba: no vine al mundo para encerrarme y arruinar por completo mi vida. Estoy desesperada por esta injusticia. Me sentía como una pobre gallinita en una granja ponedora. Mi calabozo era muy pequeño", dijo. La adolescente huyó cuando a su secuestrador, Wolfgang Priklopil, lo distrajo una llamada telefónica mientras ella limpiaba su coche. La fuga de la joven provocó que el hombre, un técnico en comunicaciones, se suicidara arrojándose bajo un tren.
Kampusch sostuvo que su evasión fue espontánea y que pese a que se sentía débil y cansada corrió por el jardín de la casa de Priklopil. "Salté varios cercos, aterrada, como en una película de acción", añadió. La primera persona que encontró, una mujer, no le entendió qué había pasado y no permitió que entrara a su casa. Kampusch dijo que temió ser descubierta. "Tenía el temor de que esa persona (Priklopil) asesinara a esa mujer, o a mí, o a ambas", dijo. Los policías que llegaron primero tampoco sabían con quién estaban tratando. Le preguntaron su nombre, su fecha de nacimiento y su dirección. "Estaban un poco desconcertados. Repitieron mi nombre y entonces sacudieron las cabezas, pensaron y dijeron: ?no me dice nada ese nombre?", relató.
Desconfiado crónico
Respecto de su secuestrador, aseguró que tenía "pensamientos feos". "A veces soñaba con cortarle la cabeza, si hubiera tenido un hacha", sostuvo. "Fracasar en la fuga hubiese significado no salir nunca más de la celda", añadió. "Una vez, en el coche, quise desprenderme el cinturón de seguridad para saltar, pero él me retuvo", contó, pero indicó que no quería hablar de su captor. "Ya no está aquí para defenderse. Criticar a una persona muerta no es muy agradable, especialmente, por su madre", dijo. No obstante, precisó que Priklopil sufría de paranoia y era un desconfiado crónico. "Creía que nunca me encontrarían", confesó.
La joven dijo que extrañó sobre todo a sus abuelos y a sus gatos, y que le encantaría hacer un crucero con sus padres y visitar Londres y Nueva York. Contó, además, que le gustaría estudiar psicología, periodismo o derecho. "Tengo dos proyectos: uno para las mujeres mexicanas secuestradas, torturadas y violadas, y otro para las personas que sufren de hambruna en Africa", afirmó. (Reuter-DPA)