HISTORIAS DEL ROCK | MEDIO SIGLO DE UNA PASIÓN ARGENTINA
GUSTAVO JATIB
ESPECIAL PARA LA GACETA
Carlos Alberto García Moreno tocó un piano por primera vez a los tres años. Era de juguete, pero su fascinación por el instrumento fue premonitoria: a los 12 años ya era profesor de piano, teoría y solfeo, merced a un disciplinado estudio en el conservatorio Thibaud-Piazzini. Fue un alumno brillante y aplicado, aunque en los últimos tiempos volvía locos a sus profesores improvisando sobre piezas de Mozart o de Chopin.
Corría 1964 y los planes de la familia de verlo convertido en concertista sufrían un cambio inesperado: la aparición de The Beatles en la escena musical le vuela la cabeza al joven García. Desde que escucha “Twist and shout” por primera vez, lo único que quiere es ser rockero. Aprende a tocar la guitarra y rápidamente forma su primer grupo: To Walk Spanish -algo así como “caminar en español”-.
Ya autobautizado como Charlie (sic), cursa el secundario en el Instituto Dámaso Centeno de Caballito, donde conoce a Carlos Alberto “Nito” Mestre, quien tenía otro grupo. Ambos forman Sui Generis, primero como banda y finalmente como dúo acústico. Tres discos de estudio entre 1972 y 1974 y numerosos shows los convierten en los artistas más populares del rock argentino, hecho que se vería coronado el 5 de septiembre de 1975, cuando convocan a más de 25.000 personas en dos shows apoteóticos en el estadio Luna Park, para “Adiós Sui Generis”. Para sorpresa de todos, se despedían en el mejor momento, con canciones ya compuestas para un cuarto disco que nunca llegó a grabarse y hasta tenía título: “Ha sido”.
Como todo genio, Charly se cansaba pronto de sus proyectos y buscaba nuevos rumbos. Influenciado por el estilo musical de los ingleses de Yes, Genesis y Pink Floyd, forma un súper grupo llamado La Máquina de Hacer Pájaros, primera banda argentina de rock que tenía dos tecladistas: Carlos Cutaia y el propio García. Dos discos en dos años y una pared extraordinaria de sonidos fue el legado de la banda.
En el verano de 1978, Charly convence a David Lebón para que lo acompañe a Buzios a componer material para una nueva banda. Luego de unos meses convocan a Oscar Moro -ex baterista de Los Gatos y de La Máquina- y a un adolescente Pedro Aznar, a quien García había escuchado en Buenos Aires tocando virtuosamente el bajo sin trastes a lo Jaco Pastorius. Después de unas horas de ensayo todos supieron que había nacido Serú Girán, la mejor banda del rock nacional de todos los tiempos. El nombre formaba parte de un lenguaje inventado por García y Lebón en aquellos primeros meses en Brasil, al igual que títulos como “Seminare” y algunas palabras de sus canciones.
Incomprendidos y criticados al principio, terminaron siendo aceptados y llamados por muchos “los Beatles argentinos”. La banda contaba con cuatro músicos extraordinarios, y mostró en todo su esplendor a Charly como ácido observador de la situación del país. Se despidieron en marzo de 1982 con dos conciertos en Obras Sanitarias que quedaron registrados en el disco “No llores por mí, Argentina”.
A partir de 1982 empezó la carrera solista de García, con pequeños intervalos para la vuelta de Serú Girán en 1992 y de Sui Generis en 2000. “Clics modernos”, su segundo disco solista, está considerado uno de los mejores de la historia del rock nacional, con clásicos como “Los dinosaurios” o “Nos siguen pegando abajo”.
Siempre genio, controvertido, criticado y amado, Charly García es, sin dudas, nuestro gran rockstar. A veces se pone el ojo en sus actitudes y excesos, pero no se debe perder de vista que se está en presencia de un talento extraordinario, con una cantidad innumerable de canciones que forman parte de nuestra identidad y están instaladas en el “inconsciente colectivo” de los argentinos.