Las rastras cañeras y los accidentes en rutas

Las rastras cañeras y los accidentes en rutas

En los últimos días, una sucesión de gravísimos accidentes viales en los que estuvieron involucrados transportes de caña en las rutas de la provincia reactualizó la preocupación y el debate respecto de la necesidad de encontrar una urgente respuesta a un drama que desde hace años viene golpeando a la sociedad tucumana.

Es en esta época del año en que el movimiento de la zafra azucarera se acentúa, cuando los siniestros prácticamente se multiplican, hasta transformarse en lamentables hechos cotidianos en las principales vías de transporte que comunican el corazón industrial y económico de Tucumán. Se sabe que por las rutas provinciales y las nacionales se desplazan todos los días camiones de gran porte que trasladan caña de azúcar desde y hacia los 15 ingenios que funcionan en la provincia. Una parte importante de esa pesada carga se traslada en las rastras cañeras, que son acoplados -carros helvéticos- tirados por camiones, tractores y algunas veces, hasta por caballos, y casi sempiternamente escasos en iluminación, documentación de pertenencia y con casi nulos estándares de seguridad.

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LA GACETA ha advertido de esta grave situación en innumerables coberturas periodísticas y editoriales y a través de cartas de lectores y denuncias de distintas organizaciones sociales. A comienzo de la campaña azucarera, a fines de mayo, esta prédica no ha hecho más que multiplicarse, toda vez que los accidentes provocados -mayoritariamente- por estos transportes parece no haber calado lo suficiente en la conciencia colectiva.

Los controles en las rutas que efectúa la Secretaría de Transporte de la Provincia, con el apoyo de efectivos policiales y agentes de tránsito de diferentes ciudades y localidades, no parecen suficiente para detener las tragedias y los incidentes que se cobran vidas humanas y generan graves daños patrimoniales. Todo indicaría que este cuadro de situación se compagina como consecuencia de una alarmante y perturbadora mezcla de impotencia e impericia del Estado y de las jurisdicciones provinciales para poner orden en las rutas y una evidente irresponsabilidad y necedad de transportistas, cañeros, empresarios y operarios.

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A través de las autoridades se ha dicho que estas formaciones de carga deben cumplir una prohibición de circulación horaria -entre la tarde noche y la madrugada- en las rutas nacionales y provinciales y que no deben superar la cantidad de cinco unidades para el transporte; los incidentes acaecidos la semana anterior han vuelto a poner en entredicho los operativos de vigilancia y control: cuatro personas murieron en el lapso de ocho días en Tucumán por accidentes de tránsito en los que intervinieron vehículos que transportaban caña a los ingenios.

Hay cada vez menos dudas respecto de que nuestra provincia está viviendo una crisis de inseguridad vial severa en la que los accidentes que involucran a las rastras cañeras ocupan un lugar principal en las estadísticas de desastres; pero también son notorios los incidentes protagonizados por vehículos lanzados a altas velocidades y motociclistas temerarios.

¿Cuantas muertes más habría que esperar para que los factores sociales, institucionales y jurisdiccionales se pongan de acuerdo para resolver este desorden vergonzoso que maltrata y afecta la vida y bienes de cientos de familias tucumanas?

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