Ese dúo, dueño de la inmensidad

Ese dúo, dueño de la inmensidad

El destacado contratenor evoca al Dúo Salteño, que debutó hace 50 años en Santiago del Estero, y al Cuchi Leguizamón, su creador. El tratamiento novedoso de las voces.

Se abrazan. Toman distancia. Se trepan a las nubes. Se trenzan. Se desafían. Contrapunto de almas. Urgencia tiritando en el rescoldo. Alboroto de disonancias. Las voces de un contratenor y un barítono precipitan un amor yéndose al muere en los brazos de una chacarera. “Corazón amanecido entre los tumbos del sentimiento cantando siempre al olvido sobre el paisaje de tu silencio… náufrago alegre de las parrandas cómo te rondan los sueños que se despeñan en la alborada…” Néstor “Chacho” Echenique y Patricio Jiménez están corazonando un sentimiento de Gustavo “Cuchi” Leguizamón. A los desvelos de Jiménez se los ha llevado el silencio en 2009, dejando al Chacho en orfandad. Ambos despabilaron los latidos del Dúo Salteño y sembraron una huella en el folclore. Ese jueves 25 de mayo de 1967, despertó a la vida en Santiago del Estero el conjunto brotado de la imaginación del Cuchi. Cinco décadas atrás nacía la belleza hecha canto. Cantor, compositor (autor de “Doña Ubenza”), tuvo también talentos futboleros. Jugó en Lanús, en San Lorenzo y en San Martín de Tucumán e integró el seleccionado de la Federación Tucumana de Fútbol, que obtuvo el título de Campeón Argentino a principios de la década del 60. Sobreviviente del legendario Dúo, en su decidora calvicie el Chacho Echenique (1939) sigue madurando ese sueño que despierta adentro, sube por la soledad, se hace grito, se hace dueño de toda la inmensidad...

- ¿Cómo lo conociste al Cuchi? ¿Fuiste su alumno en el Colegio Nacional?

- Mirá, en todo esto hay cosas casuales que son causales, esa cuestión filosófica... Lo conocí a Patricio en Buenos Aires, en el auditorio Kraft. Teníamos un amigo común que nos invitó esa noche. La vinculación con el Cuchi viene a través de Patricio. Conocí a Mercedes Sosa ahí, en el subsuelo del teatro. Yo todavía jugaba al fútbol en San Lorenzo. Por supuesto, cantaba entre amigos. Se hizo un encuentro después de una obra de teatro. Yo no sabía que iba a estar Mercedes. Hubo una especie de guitarreada. Escuché por primera vez a la maravilla de Mercedes, que estaba con su marido, Matus. Después tuve con ella mucha amistad. Yo canté, le gustó mucho, me vino a felicitar. Después cantó Patricio que había venido con un conjunto de Salta, creo que eran Los de Salta. Nos hicimos amigos ahí. Fue una cosa muy linda, un inicio espontáneo. Fuimos a la casa de este amigo común en Buenos Aires y ahí me relacioné con mucha gente: Las Voces Blancas… Patricio estaba en el Quinteto Sombra. Era la época de oro del folclore, nosotros cantábamos a Falú, Jaime Dávalos… Y comenzamos a cantar con Patricio. Así fue el inicio.

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- ¿Cómo surge la idea de cantar junto con Patricio?

- Después en Salta, nos encontramos con Patricio y armonizamos “La pastorcita perdida”, de Ariel Petrocelli. Fue lo primero que le presentamos al Cuchi, que estaba con Manuel Castilla, Perecito (Miguel Ángel Pérez), Julito Espinosa, en casa de Rierita, Hugo. El Cuchi nos escuchó cantar y le gustó mucho. A los dos días nos juntamos en la calle Balcarce, casi Entre Ríos, donde vivía, frente a La Española. Empezamos a trabajar, ensayábamos desde las dos de la tarde hasta las seis o siete, fue espontáneo, nos empezó a gustar. No pensamos si iba o no a andar. Nos gustó la música y la idea de trabajar espontáneamente. El Cuchi empezó a componer cosas algunas ya con más agudos. Con el dúo, aparte de que armonizó la parte fundamental de su obra, también logramos trabajar… le dimos también posibilidad de crear, yo más que nada por los agudos, de hacer una baguala más moderna, que se puede ver en la Cantora de Yala. Era orejero, ni un mi sabía yo. Siempre cantaba con la guitarrita que me dio mi abuela algunas cosas del folclore y sin querer algo del Cuchi, y Patricio también. Lo conocía a Falú, pero a él no.

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- ¿Cómo eran los ensayos? ¿Las armonizaciones les resultaban muy complicadas?

- El Cuchi andaba a los gritos, a las escupidas, como hablaba él, hermoso, te lo hacía todo lindo a los gritos… Tengo grabaciones muy lindas de esos ensayos, las voy a rescatar… Y así nos fuimos acostumbrando a ir con él, conociendo los amigos de su edad, Ríos, Castilla, Julio Espinosa, aunque a él ya lo conocía de antes… El Cuchi trabajó con mucho cariño con nosotros, él habrá pensado, me imagino yo, no sé si por mí, pero Patricio era un tipo musical, leía música… Creo que encontró en nosotros esa espontaneidad natural de querer la música, de querer cantar.

- ¿Cuándo se produjo el debut?

- Comenzaron a llamarnos a actuar y fuimos por primera vez al programa de Guerrero Marthineitz, que nos llevó desde Salta. El Cuchi le quería poner el Dueto Argentino. Con ese nombre estrenamos el Dúo el 25 de mayo de 1967, en el teatro 25 de Mayo, de Santiago del Estero, y cantamos en la celebración la Zamba del Silbador. Fuimos en un autito rotoso; el Cuchi había intercedido para que fuéramos. El programa decía Dueto Argentino, ya hace 50 años. En 2017 se cumplen los cien del Cuchi y los 50 del Dúo. Y lo lindo es que como dice mucha gente: si hablás del Cuchi hablás del Dúo y viceversa. El Cuchi era muy conocido en la parte intelectual y por todo su trabajo, por supuesto, pero se hizo más conocido con nosotros. Yo, al menos, traté de trabajar, de no repetirme mucho en las melodías, uno tiene un buen aprendizaje, de frasear de distintas maneras, es lo que heredé yo.

- ¿Por qué se separó el Dúo en los ‘90? ¿Había cumplido una etapa?

- El Dúo se separó muchas veces, en distintos períodos, una por las prohibiciones durante la dictadura. Patricio siempre tuvo su familia en Salta. Yo había venido a Buenos Aires sin ese compromiso, entonces a él le era difícil más difícil estar acá, yo me aquerencié más. Cuando el Dúo vino por primera vez a Buenos Aires, se nos acercó Armando Tejada Gómez al recital, le encantó, nos invitó a comer un puchero y de ahí quedó una gran amistad; empezamos a hacer algunas cosas con él. Mercedes venía con él y el Nuevo Cancionero. También Piazzolla. Había mucha presión militar. Cuando Patricio se iba a Salta, yo seguía a trabajando con Armando, con Hamlet Lima Quintana; el primer guitarrista que tuve yo cuando estaba solo, fue Raúl Carnota.

- ¿Los arreglos novedosos del Cuchi, el tratamiento académico de las voces, contribuyeron a que el Dúo marcara una huella? ¿Eran conscientes de ello?

- Muy bien lo que has dicho, un tratamiento académico de las voces, pero se juntó con el paisaje nuestro. No, no, no éramos conscientes, después nos dimos cuenta. El Cuchi, por un lado, hizo un gran aporte a las partes musicales pianísticas; hizo una apertura de creatividad original a la música popular. Era un compositor tradicional con ideas contemporáneas. Con nosotros pudo manifestarse, sobre todo en la parte armónica, en el tratamiento de la segunda voz. La zamba Santamariana pinta esa nueva perspectiva en la forma de cantar, allí hago una especie de baguala, también la Cantora de Yala, la Chaya por Toconás… El Cuchi fue un músico extraordinario.

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