Temen que un centro para adictos no se termine

Temen que un centro para adictos no se termine

La obra está paralizada hace más de un año y es saqueada constantemente. Gestiones entre la constructora, la Provincia y la Nación “Estamos cansados de mentiras. Que nos digan si lo van a terminar o no”, criticó Ponce, que integra un grupo de rehabilitación.

ABANDONO. Un grupo de niños juega a la pelota detrás de lo que queda de la estructura del Centro de Adictos. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO ABANDONO. Un grupo de niños juega a la pelota detrás de lo que queda de la estructura del Centro de Adictos. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO
12 Febrero 2017

“El gobierno tiene $ 128 millones para comprar un helicóptero nuevo pero no tiene $ 8 millones para que no se muera un negro, un villero, un pobre, un adicto. Una vida”. Jaqui Ponce despuntaba bronca el viernes, bajo la intensa lluvia, en lo que queda de un centro para adictos en La Costanera. Ángel Villagrán, integrante de La Hermandad de los Barrios, terminaba de encender 13 velas sobre el contrapiso de la construcción abandonada. “Son los meses en los que la obra no avanzó nada”, explicó Villagrán entre los perfiles de acero doblados, a medio arrancar.

Madres del Pañuelo Negro, adictos en recuperación y miembros de La Hermandad de los Barrios insistieron en su reclamo por la reactivación de las obras del Centro Preventivo Local de Adicciones (Cepla). La construcción había comenzado en julio de 2015 y se paralizó en diciembre de ese año. Los últimos meses del kirchnerismo no se abonaron los certificados de obra, y los primeros meses del macrismo se paralizaron los pagos por el traspaso de expedientes del ex Ministerio de Planificación Federal, que se incorporó a Interior.

La obra (presupuestada en $12,5 millones), está a cargo de la firma ByM SRL. Alcanzó un avance de obra del 43%, según la Dirección de Arquitectura y Urbanismo. Tal y como habían advertido las Madres del Pañuelo Negro a la prensa, el Cepla comenzó a ser saqueado en octubre del año pasado. LA GACETA había recorrido en noviembre la obra. En ese momento, saqueadores llevaban semanas ingresando a la construcción para arrancar los perfiles de acero de la estructura alivianada, los caños de la conexión eléctrica y de la red de agua, y parte del revestimiento (paneles de madera). Habían robado también las chapas del cerramiento y el portón. No quedaban ni los carteles de obra. Este diario volvió a visitar la obra el viernes y el panorama empeoró: sectores de la estructura parecían a punto de caerse.

Problema administrativo

Desde la secretaría de Obras Públicas de la Provincia explicaron que la reanudación de la obra se encuentra en medio de una encerrona administrativa. “Aún no tenemos muchas respuestas. La empresa fue contratada por la Provincia y los fondos son de la Nación. Cuando intimamos a la constructora para que retomen los trabajos, la empresa reclamó el reconocimiento por poner la obra al punto que se encontraba antes de la vandalización. Aguardamos por la respuesta de la Nación sobre el reclamo. Esperamos novedades estas semana”, explicó Fernando Baratelli, subsecretario de Obras Públicas provincial.

Funcionarios de Casa de Gobierno indicaron que la feria del Tribunal de Cuentas retrasó las gestiones, porque se había consultado si la Provincia podía reconocer lo vandalizado a la empresa para retomar las tareas. “Seguimos buscando una solución. Es una obra muy cercana a la gente, muy necesitada. Es fundamental terminarla”, completó Baratelli. Por su parte, desde la Secretaría de Obras Públicas de la Nación indicaron que brindarían un informe la semana que viene.

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Barro y pena

“En el Hospital Avellaneda (el secretario de Gobierno Pablo) Yedlin nos prometió que si la Nación no terminaba el centro se haría cargo la Provincia. Seguimos esperando. Acá necesitamos el Cepla y equipos con profesionales capacitados para brindar asistencia, los talleres de prevención son para los niños que aún no son adictos”, exigió Villagrán al lado de las velas.

“El Cepla está abandonado. En mi familia somos ocho varones. Mi hermano tiene 25 y estaba tirado por el ‘paco’. Ahora está internado. Si estuviera el Cepla podría ayudarlo. Estudié la diplomatura para ser operador socioterapeuta, y poder trabajar acá y ayudar al barrio”, lamentó Daniel, que integra el grupo de recuperación del Ministerio de Desarrollo Social provincial “Ganas de Vivir”. Comenzó a consumir drogas a los 8 años y a los 24 pudo rehabilitarse. Poxi-rán, marihuana, pastillas, cocaína y “paco”, enumeró. “Tengo miedo porque la situación empeora. Hay gente con hambre. Gestionamos un comedor nocturno de adictos y como no tenemos lugar lo haremos aquí en el Cepla”, completó el joven de 29 años.

“Basta de mentiras. Que nos digan si lo van a hacer o no. ¿En qué quedamos? Estamos abandonados por el Estado. Este es el precio que tienen que pagar los pobres: vivir marginales, en la tristeza de la droga. Viendo cómo mueren los chicos y nadie hace nada. Los pobres estamos todos abandonados. Con un puñadito de los millones de deuda que el macrismo le perdona al Correo tendríamos para el Cepla. Si no van a hacer nada, que empiecen a construir más cementerios...”, rezongó Jaqui Ponce, también de “Ganas de Vivir”.

Temas Pablo Yedlin
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