“Me sacaron mi corazón, mi alma; no tengo a mi hija, no me la devuelve nadie”

“Me sacaron mi corazón, mi alma; no tengo a mi hija, no me la devuelve nadie”

La madre de Sandra Roldán, Edilda Frías, manifestó que la condena a prisión perpetua al femicida Ledesma la alivia “un poquito”.

LLANTOS. Edilda Frías se quebró al salir de la sala de juicio, tras el fallo. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO LLANTOS. Edilda Frías se quebró al salir de la sala de juicio, tras el fallo. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO
08 Octubre 2015
Ni siquiera cuando quedó solo en la sala de juicio oral José Luis Ledesma levantó la cabeza. Ya no tenía la mirada inquisidora de los familiares de Sandra Lorena Roldán, a quien había matado a golpes hace dos años, ni la de los jueces que se habían retirado a un cuarto intermedio. Pero él seguía igual, sentado en el banquillo de los acusados. Nunca soltó el pañuelo de papel que cada tanto se llevaba a los ojos. Incluso cuando el secretario de la sala 1, Gonzalo Ávila, leyó que lo condenaban a prisión perpetua, Ledesma siguió mirando al piso.

No era difícil presagiar que iba a recibir una dura pena. Ledesma había reconocido el martes su responsabilidad en lo que había ocurrido el 7 de octubre de 2013 en la vivienda ubicada a la altura de Las Heras al 3.400, donde vivía con ella y sus dos hijas de cinco y tres años. Las pequeñas habían presenciado cuando su papá golpeó varias veces en la cara y en la cabeza a su mamá hasta fracturarle el cráneo y matarla.

“A causa del alcohol”
“La mamá se ha morido (sic) porque el papá le ha pegado”, había dicho la más grande de las hijas cuando declaró en cámara gesell hace dos años. La grabación de ese video fue reproducida durante el debate oral, y al culminar Ledesma rompió el silencio por primera vez y dijo que no recordaba lo que había pasado a “causa del alcohol”. Ese supuesto estado de ebriedad había sido utilizado por la defensora oficial Marta Toledo como uno de los argumentos para pedir un atenuante al homicidio agravado.

No obstante, “que haya consumido mucho alcohol no consta en ninguna parte de la causa”, adujo la fiscala de Cámara Marta Jerez, quien pidió que la condena fuera por homicidio doblemente agravado: por el vínculo familiar y por haber ocurrido en un marco de violencia de género (femicidio). Así lo resolvieron por unanimidad los camaristas Alfonso Zóttoli, María Elisa Molina y Pedro Roldán Vázquez, quienes rechazaron también el pedido de Toledo de declarar inconstitucional la prisión perpetua en el homicidio agravado por el vínculo.

En un supermercado
Roldán había conocido a Ledesma en 2006 cuando los dos trabajaban en un supermercado en Villa Angelina, al sur de la ciudad. En 2008 ella había quedado embarazada, pero sólo en 2010, cuando esperaban a la segunda hija de la pareja, decidieron vivir juntos. Se mudaron a una precaria casilla de apenas una habitación, en un asentamiento de Las Heras y Mercedes de San Martín, donde ocurrió el crimen.

Un pequeño cuarto de madera había servido para que Roldán instalara un quiosco. Desde abril de 2013 había empezado a cobrar $ 2.030 del plan “Ellas Hacen”, y para obtenerlo había presentado una denuncia en la que describía que su marido le había pegado. “Le dieron el plan por violencia de género, porque el otro requisito era ser madre de varios hijos y ella no lo cumplía”, contó en el juicio oral su vecina Mercedes Amenta.

Ledesma, en tanto, no tenía un trabajo fijo. Un changarín “multirubro”, lo habían definido los familiares de la víctima. En el debate oral aseguró que en 2013 trabajaba en una panadería ubicada en avenida Jujuy y Mercedes de San Martín, y que le pagaban $ 100 por día.

El 7 de octubre de 2013, el padre de Ledesma encontró el cuerpo de Sandra Roldán tirado en la casa. El acusado trató de instalar la versión de que ella se había ahorcado, pero las lesiones que presentaba el cuerpo indicaban que la habían golpeado.

Luego de la sentencia, Ledesma fue llevado a la guardia policial, para luego ser trasladado al penal de Villa Urquiza, donde vivirá por más de 30 años. “Me sacaron mi corazón, mi alma; no tengo a mi hija, no le me la devuelve nadie”, dijo Edilda Frías, la madre de Roldán, al salir del juicio. “¿La sentencia le trae algo  de alivio a su dolor?”, le preguntaron. “Un poquito”, respondió, y se abrazó con su marido.

El dinero, un posible móvil (Marta Ignacia Jeréz, Fiscala de Cámara en lo Penal) 
Me atrevo a decir que el motivo de la golpiza podría ser el dinero, porque las vecinas dijeron que se le había pagado el plan “Ellas Hacen” el viernes anterior, y que ella siempre iba a primera hora a hacer cola porque el marido le exigía que cobre temprano. Es llamativo que tenía en el corpiño $ 1.800, y lo tenía ahí para que no se lo quite el marido. (José) Ledesma fue la única persona que permaneció en la casa esa noche, y la sometía periódicamente a maltratos. No puede haber sido otra persona. Ni siquiera se intentó desviar las sospechas de la Policía hacia él. Nadie más que él podría haber sido, aún cuando no hubo más testigos que las hijas pequeñas, que a pesar de su corta edad fueron lo suficientemente explícitas al relatar en cámara gesell el tremendo episodio que vivieron y que posiblemente las marque para siempre. 

"Hubo violencia de género" (Cergio Morfil, representante de la querella)
“Yo la quería”, dijo Ledesma en el juicio. ¿Qué le hubiera hecho, entonces, si no la hubiera querido? Por donde se lo mire, no hay un solo motivo para decir que no hubo violencia de género en este caso. Si bien la consigna es “ni una menos”, tiene que haber sí o sí una condena más. Suena duro la prisión perpetua para los que no están de este lado (del de la familia de la víctima), pero lo único perpetuo que hay es la ausencia de Sandra Lorena Roldán. Ella no va a volver a ver a sus hijos, a sus hermanos, a su madre. Y dentro de unos años, Ledesma posiblemente sí recupere su libertad. Y cuando lo haga espero que nunca se vaya a acordar de que allá, por octubre o septiembre de 2013, les decía a los vecinos que su concubina estaba cobrando una pensión por violencia de género “porque le he metido una piña y me ha batido con la cana”.

Contra la prisión perpetua (Marta Alicia Toledo, Defensora Oficial en lo penal)
En la pena de prisión perpetua del homicidio agravado no se permite a los jueces la atribución de decidir entre un mínimo y un máximo de acuerdo al caso en particular. Esa es una atribución del Poder Judicial y no del legislador. Va en contra de la Constitución Nacional, cuyo artículo 18 establece el mandato resocializador de la pena, el principio de legalidad, de cuantificación de la pena, y el principio de prohibición de exceso. Está en contra de la convención sobre las torturas, tratos y penas crueles y degradantes, que están incluidas en el bloque constitucional de derechos humanos. El Código Penal no le permitiría a mi defendido recuperar la libertad antes de pasar 35 años en prisión, lo que contraría la Convención Americana de Derechos Humanos, los que se refieren a que no debe haber penas inhumanas, crueles o degradantes. Es irrazonable.

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