“Trato de que el tormentosea entretenido”

“Trato de que el tormentosea entretenido”

Autor de geniales novelas policiales, y de paso por Buenos Aires, el escritor irlandés recibió a LA GACETA Literaria para hablar de su célebre personaje Charlie Parker. Pero terminó hablando de lo que busca al escribir y de cómo vive el proceso de escribir cada novela.

CONFESIÒN. “Escribir es mi manera de entender el mundo”, afirma Connolly. CONFESIÒN. “Escribir es mi manera de entender el mundo”, afirma Connolly.
20 Septiembre 2015

Por Alejandro Duchini | Para LA GACETA - Buenos Aires

Vaya paradoja: las historias que cuenta John Connolly son negras, densas y con asesinatos que estremecen. Pero él, por contrario, tiene un enorme sentido del humor. Autor de novelas policiales con trasfondos místicos en algunos casos, como Los atormentados, La ira de los ángeles o su última El invierno del lobo, no deja de sonreír. En el reportaje que sigue mostrará un entusiasmo poco común. Se siente cómodo en la charla y lo hará saber. Se vuelve placentero, entonces, el ida y vuelta de preguntas y respuestas sobre su célebre detective Charlie Parker y la literatura en general. Habrá una sorpresa, al terminar, cuando se levante y entregue un pequeño presente, lo que ratifica que estamos ante alguien que no deja de lado ni un buen gesto.

- ¿Por qué maltrata tanto a Charlie Parker? En su última novela lo balean, termina internado. Antes perdió a su mujer, a su hija...

- Suelen preguntarme si será feliz alguna vez. Cuando uno escribe novelas de misterio, los personajes tienen que pasarla un poco mal para entretener al lector. Si no les pasara nada, los libros no sería interesantes. Es inevitable. Estos libros tratan sobre la redención y Parker busca su propia redención. Ha cometido muchos pecados, ha fracasado. La redención requiere del sacrificio y Parker es un hombre en proceso de hacer esos sacrificios. Parker es un hombre que toma sobre sus espaldas los pecados de otros, un hombre que no puede darle vuelta la cara a quien sufre. Porque si lo hace, pasa a ser cómplice. Eso quedará muy explícito en la próxima novela.

- ¿Sufre usted al escribir las historias de Parker?

- Si acá hubiese quien no haya leído una novela de Parker, pensaría que estos libros son de mucho trabajo, que dan sufrimiento escribirlos. Pero además tienen sentido del humor. En la gente de su alrededor hay sentido del humor, no se flagelan. Trato de hacer que el tormento sea entretenido.

- Si Parker entrara ahora y se sentara con nosotros, ¿qué cree que le pediría?

- ¡Tener sexo más seguido! Hablando en serio, me perturban las novelas en las que hay un gran personaje que debe sufrir un trauma importante. He leído novelas en las que el detective privado ha perdido hasta tres esposas, como en una de Arthur Conan Doyle. Si alguien está casado y su pareja muere, se acordará de ella toda su vida. Pero si esa muerte es violenta, seguro además tendrá un trauma en su vida. Parker perdió a su mujer de la manera más espantosa. Casi que uno no podría ni pensar en otra relación después de eso. Tal vez por el amor que queda por esa mujer o la culpa por haber sobrevivido. Además está su propia naturaleza traumática.

- ¿Qué le gusta de este personaje?

- Mirar el mundo a través de sus ojos. Pero no estoy seguro de cuáles son mis obligaciones respecto de Parker, que está para servir a la narrativa y es parte de esta narrativa que sigue creciendo. Si uno se vuelve muy sentimental con los personajes se está cerca de escuchar voces, muy cerca de la locura.

- ¿Alguna vez llegó a confundirse con Parker?

- Yo no soy él y él no es yo. Pero hay mucho de mí en el personaje. Gracias a Dios no estoy tan atormentado como él, aunque tiene mucho de mis gustos, mucho de mis opiniones sobre el mundo, siempre más exacerbadas en él. Es parte del placer de la ficción detectivesca: llevar algunos de estos rasgos a un extremo y ver cómo se transforman. En realidad la ficción no tiene obligación hacia el realismo, no tiene que ser un espejo de la realidad. Es en todo caso un prisma que refracta la experiencia y nos permite ver nuestra propia realidad de diferentes maneras. Parker me permite eso: ver el mundo de otra manera. Lo extrañaría si no estuviese escribiendo sobre él. Me perdería la posibilidad de refractar al mundo a través de la mirada de Parker.

El humor

- Resulta muy agradable encontrar humor en sus novelas...

- Lo utilizo porque son voces que uno tiene dentro cuando escribe. Creo que los momentos humorísticos o de ironía son los más cercanos a mi voz. Estas novelas serían muy oscuras sin el humor. Es la diferencia entre tomarse muy en serio o ser serio sobre lo que uno hace. ¡La sutil diferencia! A nadie le gusta la gente que se toma a sí mismo muy en serio, pero sí nos gusta la gente que es profesional y se toma en serio lo que hace.

- ¿El humor es fundamental?

- Tiene que haber un contraste. Estos son personajes con conciencia de sí mismos, con conciencia de lo absurdo de muchas cosas que deben hacer y del absurdo de muchos de los que los rodean. Son conscientes de su propia humanidad. La humanidad implica el humor y también la tristeza, la bronca. No quiero que mis personajes sean unidimensionales.

- ¿Cuánto tiene que ver su pasión al escribir?

- Es muy interesante la pregunta. Una vez le preguntaron a Raymond Chandler cómo pasaba sus días. “Duermo seis horas, como dos horas, escribo cinco horas y el resto pienso sobre lo que escribiré”, dijo. Es un poco como yo. Trabajo todo el tiempo y me encanta. No podría hacer lo que hago si no lo amase. Escribiría aunque no se publiquen mis libros. Es mi manera de tratar de comprender el mundo. Entonces la pasión juega un gran papel, pero también el oficio. A algunos no les gusta la palabra oficio respecto de la escritura. Dicen que tiene que ser arte, como John Banville. Pero el arte sale del oficio y seguro que es de la perseverancia diaria en el oficio que sale algo bueno. Pero hablaste de pasión, y la pasión se quema rápido, no es sustentable lo que uno escribe si sólo se basa en la pasión. Tiene que estar, pero no es suficiente para mantener el trabajo. Escribir es como ir al gimnasio: siempre es mejor el gimnasio después que fuiste. Siempre estoy más contento después de haber escrito que cuando estoy en medio de un capítulo que no avanza. Amo lo que hago, pero el 90 por ciento del tiempo es trabajo duro y puro. Es una pregunta fascinante la de la pasión.

- ¿La pasión de escribir un libro es similar a la del matrimonio?

- (Se ríe) ¡Hace mucho que estoy con la misma persona! Lo importante en una relación es que al menos uno tenga la pasión en determinado momento. Uno en la pareja tiene que estar activamente enamorado en algún momento. Así, complementarse con el otro.

- ¿Cómo empieza a escribir? ¿Planifica?


- No hago planes. Cuando empiezo, tengo como nubes de ideas, nubes inalcanzables. En el proceso de mover una idea de la mente a la página, el libro que uno tenía en la cabeza no se puede bajar del todo. Simplemente porque lo que está en la cabeza no tiene la forma de lo que está en la página. Algo siempre se pierde en ese camino. Nunca resulta lo que uno quería que fuera. Pero a lo que uno puede aspirar, a través del trabajo arduo y la disciplina, y algo de pasión, es a escribir el mejor libro que se pueda en ese momento. Después de más de veinte libros aprendí que la cantidad de errores es infinita.

Dudas y miedos


- ¿Siempre se escribe en un mar de dudas?

- Cada libro que uno escribe se siente como el último. Porque una parte de uno cree que el recurso que tiene no es infinito, salvo para los errores. Se empieza a pensar que son finitas la energía, el tiempo, las ideas. Cada libro que escribo, después de 40.000 palabras, lo quiero tirar. Siempre. La duda es parte del proceso. Las primeras 10.000 palabras son fáciles. A la larga, el entusiasmo se quema y no se sostiene. Son la disciplina y la determinación los que hacen que se termine un libro. Hay pocos escritores tan convencidos de su propia genialidad como para no tener dudas. No quisiera estar en un cuarto con ellos. No me gustan. El resto de nosotros estamos entre la duda por lo que escribimos y la convicción de que la novela es buena como queremos. La duda es parte del proceso y no se va; es lo único que te hará tratar de superarte.

- ¿Disfruta de escribir?

- Es el mejor trabajo que he tenido. Suelo decirles a mis hijos que el secreto de la felicidad es encontrar lo que uno ama hacer y convencer a alguien que pague dinero por eso. Si lo lográs, serás más feliz que mucha otra gente. Pero habrá días en que no te gustará tu trabajo, aunque serán los menos. Si alguien me hubiese dicho a los 21 años que mi trabajo sería viajar por el mundo, que me entrevistarían, que me dirían que soy maravilloso, no hubiera estado mal. Soy afortunado.

- Uno de sus personajes dice que “es más fácil resolver los problemas de los demás que ocuparse de los propios”. ¿Podría explayarse un poco en ese concepto?

- ¡Es cierto! Hay una frase que dice “médico, cúrate a tí mismo”. Pero no pueden. Sólo curan a otros, les dan la solución a otros y no son buenos para autodiagnosticarse. Siempre somos rápidos para los consejos hacia otros, pero nuestras propias vidas por ahí son un lío. Trato de no dar demasiados consejos a mis hijos, salvo que me los pidan. Pero en ese caso les digo que no estoy seguro de lo que les diré.

- ¿Cuándo se dio cuenta de que quería ser escritor?

- A los seis años, más o menos, leía mucho y escribía ensayos e historias en el colegio. Era en lo único en que superaba a los demás. No era bueno jugando al fútbol, no soy buenmozo y bailo como una tabla de planchar. Lo único que sabía hacer era escribir. También quería ser veterinario, pero ya a los seis deseaba ser escritor. Después, a los 21, posiblemente como muchos a esa edad, tenía cierto enojo y pensaba que el mundo me debía algo. Al final, hice lo que siempre quise: escribir. Creo que fue un buen negocio. Nunca me cansaré de agradecerle a Dios por esto.

- ¿Hay algo a lo que tema más que a una página en blanco?

- Mi único miedo es que me saquen esto. Por eso trabajo con tanta disciplina. Mi temor es que por alguna razón esto se detenga. No quiero volver a tener un trabajo común y silvestre, en relación de dependencia.

- A los 21, cuando dijo que el mundo le debía algo, ¿hubiese matado a Parker?

- Posiblemente. Como acto de rebeldía. Pero después me hubiera arrepentido.

Lejos en el tiempo de aquel hipotético asesinato, Connolly vuelve a sonreír. Terminada la entrevista, mete una mano en su cartera y saca un cd que entrega en un gesto que parece decir “por favor, tomalo”. En la portada se lee “Ghosts - la banda sonora de las novelas de John Connolly”. Charlie Parker sigue vivo.

© LA GACETA

PERFIL

John Connolly nació en 1968, en Dublín. Es conocido por sus novelas policiales, protagonizadas por el detective Charlie Parker. También ha escrito novelas para jóvenes. En Argentina su obra ha sido publicada por Tusquets. Algunos de sus títulos son El ángel negro, Los atormentados, Los hombres de la guadaña, Cuervos y El invierno del lobo, la última hasta el momento.

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