Un periodista entre un suicidio e historias cruzadas

Un periodista entre un suicidio e historias cruzadas

Grandes y pequeñas tramas entretejidas con mano de orfebre, diálogos veloces y ricas imágenes

LA CLAVE. La autora entrelaza historias mínimas con los medios de comunicación y su poder de desinformación. LA CLAVE. La autora entrelaza historias mínimas con los medios de comunicación y su poder de desinformación.
13 Septiembre 2015

Policial

LA TENSIÓN DEL UMBRAL

EUGENIA ALMEIDA

(Edhasa - Buenos Aires)

¿Puede un suicidio ser más que un simple suicidio? ¿Qué es el paso del tiempo sino un peso imposible, la inapelable sentencia de su suceder, sus incertidumbres, sus costos, su fiereza?

Esas y otras ideas se cuestiona Guyot, periodista gráfico, hombre que en la pesquisa busca un sostén, un modo de la reparación, un resarcimiento de sus propias angustias anteriores, algo que lo salve de sí mismo tras el asesinato de su esposa, el alcoholismo y una posterior internación.

A través de hemerotecas, archivos de PC, cuadernos, libros escritos por encargo, Guyot intentará reconstruir la vida de esa chica de 31 años que acaba de quitarse la vida en la puerta de un bar.

Pero lo peor está por llegar.

Porque el mundo es pequeño y a la vuelta de la esquina conviven la salvación y la condena, y la identificación con el otro es empatía y a la vez el desquite de una derrota y el riesgo del ahogo final.

En La tensión del umbral, Eugenia Almeida entrelaza esas historias mínimas con los medios de comunicación y su poder de desinformación, la policía y su poder de encubrimiento, los grupos parapoliciales que operan desde las sombras, el poder económico y el poder judicial: la posibilidad de que todo aquello que se nos relata como “confusos episodios” no sean más que oscuras connivencias, actos “gravísimos” que pueden alcanzar desde la apropiación de hijos durante la dictadura hasta los atentados a la comunidad judía. Que la novela esté escrita en presente deja traslucir que nada de esto ha dejado de suceder.

Esas historias cruzadas -desde un aprendiz de editor hasta una psicóloga retirada que bebe en un bar- son entretejidas con mano de orfebre, diálogos veloces -densos, como chicotazos, en la mejor línea del hard-boiled- y riquísimas imágenes amparadas en un excelente trabajo del lenguaje descriptivo. Si La tensión del umbral es un policial -porque lo es- es también novela política y existencialista.

Es que el umbral es ese lugar donde llegamos a avizorar qué es lo que pasa. “La peor tentación es querer entender”. Y nada es sino demora, pero una demora que apura.

© LA GACETA

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Hernán Carbonel

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