22 Agosto 2014
El ingeniero Juan José Aranguren, presidente de Shell Compañía Argentina de Petróleo SA desde hace 11 años, “saltó a la fama” por haber confrontado con el ex presidente Néstor Kirchner y con el ex secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, en una época donde pocos empresarios se atrevían a contradecirlos. Ayer, antes del inicio del foro de convergencia empresarial, Aranguren recordó esos tiempos no tan viejos al reconocer que el escenario de silencio había cambiado. “Sí, hoy hay una actitud crítica genuina en el sector privado. Advierto que nos hemos dado cuenta de que no sacaremos al país adelante sin políticas de Estado consensuadas entre todos los sectores”, opinó.
Y fiel a su estilo, lamentó que la crítica no se haya desencadenado antes. “No es bueno esconder las diferencias. En este sentido, los empresarios tenemos que hacer un mea culpa. Si no hay nada que ocultar, no debemos temer decir lo que pensamos. Un escritor considera que la libertad es, justamente, poder manifestar lo que el otro no quiere escuchar: esta es la única manera de crecer”, reflexionó. Con ese espíritu proclive al diálogo, Aranguren insistió en la necesidad de debatir con respeto y consensuar políticas. “Nos tenemos que dar el tiempo y la oportunidad para debatir a fondo las ideas, con más razón si el año que viene tendremos una renovación de las autoridades políticas”, expresó.
El pedido viene a colación de los tres proyectos legislativos generados por el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner que tienen sobre ascuas a los actores de la economía: la reforma de la Ley de Abastecimiento; el cambio de jurisdicción para el pago de la deuda y la iniciativa sobre los hidrocarburos. Todos ellos, según Aranguren, pueden contribuir a profundizar los daños para las empresas existentes y a aumentar la desconfianza del inversor en el país. El empresario vaticinó que si esto último no es revertido, Argentina no podrá desarrollar proyectos como Vaca Muerta y superar el déficit que la obliga a desembolsar uSs 12.500 millones al año para importar energía.
“En el caso específico del proyecto para cambiar la jurisdicción de pago de los vencimientos de los bonos entiendo que se trata de una decisión apurada que pudo haber sido evitada. Había alternativas para desactivar la bomba de tiempo que tenemos hoy”, comentó. Y añadió: “como no salió bien el pleito en Estados Unidos, vamos por el cambio del lugar de pago. Ahora, ¿cuál es el plan B si los bonistas no aceptan la propuesta?”.
Y fiel a su estilo, lamentó que la crítica no se haya desencadenado antes. “No es bueno esconder las diferencias. En este sentido, los empresarios tenemos que hacer un mea culpa. Si no hay nada que ocultar, no debemos temer decir lo que pensamos. Un escritor considera que la libertad es, justamente, poder manifestar lo que el otro no quiere escuchar: esta es la única manera de crecer”, reflexionó. Con ese espíritu proclive al diálogo, Aranguren insistió en la necesidad de debatir con respeto y consensuar políticas. “Nos tenemos que dar el tiempo y la oportunidad para debatir a fondo las ideas, con más razón si el año que viene tendremos una renovación de las autoridades políticas”, expresó.
El pedido viene a colación de los tres proyectos legislativos generados por el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner que tienen sobre ascuas a los actores de la economía: la reforma de la Ley de Abastecimiento; el cambio de jurisdicción para el pago de la deuda y la iniciativa sobre los hidrocarburos. Todos ellos, según Aranguren, pueden contribuir a profundizar los daños para las empresas existentes y a aumentar la desconfianza del inversor en el país. El empresario vaticinó que si esto último no es revertido, Argentina no podrá desarrollar proyectos como Vaca Muerta y superar el déficit que la obliga a desembolsar uSs 12.500 millones al año para importar energía.
“En el caso específico del proyecto para cambiar la jurisdicción de pago de los vencimientos de los bonos entiendo que se trata de una decisión apurada que pudo haber sido evitada. Había alternativas para desactivar la bomba de tiempo que tenemos hoy”, comentó. Y añadió: “como no salió bien el pleito en Estados Unidos, vamos por el cambio del lugar de pago. Ahora, ¿cuál es el plan B si los bonistas no aceptan la propuesta?”.