“El machismo es sostenido por hombres y mujeres”

“El machismo es sostenido por hombres y mujeres”

Una psicóloga, autora de varios libros sobre su especialidad, aborda la problemática de lo que pasa si la mujer es machista y le adjudica al hombre un poder que, en realidad, este no tiene

HACIENDO DE A DOS. ¿Por qué no compartir las tareas domésticas? HACIENDO DE A DOS. ¿Por qué no compartir las tareas domésticas?
“Mientras yo esté presente, un hombre no va a lavar los platos”, suele decir con intensa determinación Josefina (que pidió que no se publique su apellido), que ya pasó el medio siglo y que, contrariamente a lo que podría suponerse, no es un ama de casa. Es una abogada, soltera, que se dedica de lleno a su profesión, aunque no deja de ocuparse de la cocina, de las compras ni de la limpieza de su casa.

“Si veo a un hombre planchar, me da mucha pena. Tengo la impresión de que se trata de un hombre abandonado, que no tiene quién cuide de él”, sostiene Eloísa Cortés (de 76 años), cuando su nieta, Andrea Farías, de 29, le comenta orgullosa que su esposo maneja el lavarropas y plancha la ropa. Cabe señalar que Eloísa, ya jubilada, trabajó toda su vida jornada completa.

“No aguanto saber que está solo ahí en la cocina lavando los platos; voy a ayudarlo”, dice impaciente Graciela López (comerciante independiente) mientras se levanta y se va a ver cómo lleva la tarea Pablo Varela, a quien le tocaba esa noche lavar la vajilla después de la cena, en un grupo docente que efectuaba un retiro-taller de convivencia.

“Así me criaron”

Me tocó presenciar esas escenas y al momento de hacer esta nota les pregunté: ¿vos te considerás machista? La respuesta inmediata fue no. Pero, al recordarles aquellos gestos y expresiones que tuvieron, admitieron que un poco sí. “Es que así me criaron”, fue la excusa coincidente.

Andrea, por su parte, reconoce que le llama la atención que su joven marido, criado por una madre más bien feminista, conserve ciertos rasgos machistas. “Creo que en muchos casos también influye la sociedad, los amigos, y no solo la crianza familiar”, reflexiona.

Por su parte, la psicóloga Beatriz Goldberg, autora de “No le tengo envidia a los hombres, Dr. Freud”, entre otros títulos, afirma sin dudarlo que el machismo está todavía arraigado en toda la sociedad, y por ende, también en las mujeres. “Incluso en las feministas, que en su afán de enarbolar una bandea de reivindicaciones lo que hacen es imitar a los hombres”, apunta durante una charla telefónica, desde Buenos Aires, con LA GACETA.

Imagen desmesurada

“El machismo es una ideología, una visión del mundo y, como tal, está sostenida tanto por hombres como por mujeres. Las mujeres sienten que hay cosas que le corresponden al hombre, o bien le dan un lugar de prioridad”, afirma Goldberg.

La especialista explica que a veces la mujer tiene una imagen tan desmesurada de lo que es un hombre, que cree que este podrá, no solo cambiar su futuro, sino también su pasado. “Creen que el poder masculino es tal que hasta cambiará la naturaleza de sus relaciones con el entorno”, apunta.

Da el ejemplo de Luciana, una ex paciente suya, que estaba convencida de que sus jefes la tratarían mejor el día que encontrara un hombre que la quisiera tanto como para irrumpir en la oficina y aplicar cuatro trompadas bien puestas a los superiores que la hacían sufrir. “Fue necesario trabajar mucho para que entendiera que su machismo no constituía una representación objetiva de la realidad, sino una fantasía que la hacía actuar bajo la creencia de que toda intervención femenina era inútil, ya que estaba condenada de antemano”, puntualiza la psicóloga y escritora.

Destaca que, al igual que Luciana, muchas mujeres utilizan el machismo como una suerte de artificio y obtienen un beneficio inconsciente: dado que los únicos que pueden tomar parte activa en la vida son los hombres, ellas se evitan el desafío de probar sus propias fuerzas

“No hay que buscar la igualdad literalmente. Las diferencias son buenas, porque llevan a la complementación. Lo que uno no puede hacer lo hace el otro. Y esto de la complementación es muy positivo, especialmente en la pareja”, puntualiza.

Goldberg admite que hay cosas que son propias del hombre, pero aclara que son las que tienen que ver con la fuerza. En cambio, dirigir una empresa, o un país incluso, puede hacerlo cualquiera de los dos. “Ahora las mujeres incursionan en el fútbol y hasta en el boxeo, claro que no estoy segura sobre eso es beneficioso o no”, dice.

“Ayuda” que no es tal

“En el hogar, lo que se ve es que cuando el hombre hace alguna tarea doméstica ‘ayuda’ a la mujer. Sin embargo, cuando ella trabaja y aporta dinero al hogar no se toma como una ‘ayuda’. No puede haber ayuda cuando se cumple con las responsabilidades”, advierte.

Entonces la mujer que trabaja afuera, que hace una carrera profesional o empresaria, termina agregando tareas a las que ya tiene. Y muchas veces, como se muestra autosuficiente, el hombre no considera necesario protegerla y cuidarla. En ese sentido, creo que las mujeres hemos perdido. Muchas piensan, por ejemplo, que una mujer que dirige una editorial no puede llorar después de leer una novela romántica. Y no es así.

Creo que la mujer tiene que rescatar su capacidad intuitiva intelectual que la caracteriza y que tanto aporta a la sociedad, concluye.

Temas Tucumán
Tamaño texto
Comentarios
Comentarios