22 Diciembre 2013
“Me pegaré un tiro”, había prometido Riera
El primer autoacuartelamiento que realizó la Policía para exigir un aumento salarial duró ocho días a principio de la década del 80 Un conflicto que prometía terminaron a los tiros entre fuerzas provinciales y nacionales fue zanjado gracias a una inteligente maniobra del entonces gobernador
CON LAS ARMAS EN LA CALLE. Las fuerzas de seguridad nacionales se apostaron frente a la Jefatura, listos para retirar abruptamente a los díscolos. ARCHIVO LA GACETA
Algunos memoriosos todavía lo recuerdan como si fuese ayer. Otros, en cambio, ni siquiera habían nacido. La primera protesta salarial de los policías tucumanos, desde el advenimiento de la democracia, se produjo a principios de agosto de 1984.
En aquel tiempo, la provincia estaba gobernada por Fernando Riera, un símbolo político del peronismo, que había sido amigo de Juan Domingo Perón y de Eva Duarte de Perón.
El autoacuartelamiento comenzó con un grupo de agentes que exigían una suba en sus ingresos (equiparada a los sueldos de la Policía Federal). La tensión creció con el correr de los días. El personal policial tenía ocupada la sede de la Jefatura de Policía, ubicada en aquel tiempo en avenida Sarmiento y Salta.
El conflicto se agravó a tal punto que el Gobierno provincial solicitó ayuda a la Nación. El entonces presidente Raúl Alfonsín envió a Tucumán a dos de sus colaboradores: Horacio Jaunarena (Subsecretario de Defensa) y Raúl Galván (Subsecretario de Interior). Ambos funcionarios arribaron al aeropuerto en la noche del domingo 5 de agosto de 1984, mientras llegaban también los refuerzos de la Gendarmería Nacional. El octavo día de protesta, la zona estaba copada por la Gendarmería, mientras los policías sublevados mantenían su postura dentro de la jefatura.
Escuchar y dialogar
Alrededor de la 1 de la madrugada del 8 de agosto, el gobernador Riera se presentó en la jefatura para hablar con los policías sublevados. Escuchó los reclamos salariales y dijo que debía analizar el tema en Casa de Gobierno y que volvería en unos minutos.
“¿Qué pasa si no vuelve?”, gritó alguien a lo que Riera giró su cabeza y respondió: “Si no cumplo me pegaré un tiro”. Después, el gobernador regresó a la jefatura y anunció que el pedido había sido concedido. Al final salió victorioso y vivado por los policías en la Jefatura.
• Entrevista a Rolando Salim en LAGACETA.com
En aquel tiempo, la provincia estaba gobernada por Fernando Riera, un símbolo político del peronismo, que había sido amigo de Juan Domingo Perón y de Eva Duarte de Perón.
El autoacuartelamiento comenzó con un grupo de agentes que exigían una suba en sus ingresos (equiparada a los sueldos de la Policía Federal). La tensión creció con el correr de los días. El personal policial tenía ocupada la sede de la Jefatura de Policía, ubicada en aquel tiempo en avenida Sarmiento y Salta.
El conflicto se agravó a tal punto que el Gobierno provincial solicitó ayuda a la Nación. El entonces presidente Raúl Alfonsín envió a Tucumán a dos de sus colaboradores: Horacio Jaunarena (Subsecretario de Defensa) y Raúl Galván (Subsecretario de Interior). Ambos funcionarios arribaron al aeropuerto en la noche del domingo 5 de agosto de 1984, mientras llegaban también los refuerzos de la Gendarmería Nacional. El octavo día de protesta, la zona estaba copada por la Gendarmería, mientras los policías sublevados mantenían su postura dentro de la jefatura.
Escuchar y dialogar
Alrededor de la 1 de la madrugada del 8 de agosto, el gobernador Riera se presentó en la jefatura para hablar con los policías sublevados. Escuchó los reclamos salariales y dijo que debía analizar el tema en Casa de Gobierno y que volvería en unos minutos.
“¿Qué pasa si no vuelve?”, gritó alguien a lo que Riera giró su cabeza y respondió: “Si no cumplo me pegaré un tiro”. Después, el gobernador regresó a la jefatura y anunció que el pedido había sido concedido. Al final salió victorioso y vivado por los policías en la Jefatura.
• Entrevista a Rolando Salim en LAGACETA.com
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