El "Mocho" tiene herederos

El "Mocho" tiene herederos

Un repaso a la trayectoria de un tirador implacable y ganador en los clubes en los que militó.

UN ESPEJO. 
 UN ESPEJO.
27 Septiembre 2013

Hace un año y medio, Raúl Federico Rodríguez decidió decirle adiós a la práctica activa del basquetbol. Atrás quedaron 25 años dedicados con devoción a un deporte que lo desvivía desde aquel momento en que su tío lo llevó a jugar a Caja Popular, el primer club en la extensa y exitosa carrera del notable tirador que hoy tiene 42 años.

El "Mocho", como se lo identificó siempre en el ambiente del básquet, mantuvo un encuentro con LG Deportiva y realizó un profundo repaso de lo que fue una campaña intachable.

"Nací a una cuadra del estadio de Tucumán Central y soy parte de una familia de deportistas. Mis hermanos jugaban al fútbol y al voley en ese club. Mi papá fue socio vitalicio de los 'rojos'. El único que se inclinó por el básquet fui yo. A los 10 años me fui a entrenar un tiempo en Alberdi, pero luego un tío que jugaba en Caja, me llevó allí. En ese club estuve hasta los 17 años, cuando me fui a Peñarol de Mar del Plata, que estaba jugando la Liga Nacional", dijo. ¿Por qué se inclinó por este deporte? Porque varios de sus compañeros de la Escuela Belgrano practicaban en Caja.

Rodríguez confiesa que en todo los órdenes de la vida le gustó superarse. "Esa fue una constante a través de toda mi carrera. Dios me dio la posibilidad de tener grandes maestros como Martín Vera, 'Checha' Figueroa, Ramón Díaz Barrera, personas que fueron los 'responsables' que hoy pueda recordar tantas alegrías. Ellos fueron los que me enseñaron mucho en lo que se refiere a fundamentación del juego y al lanzamiento. Recuerdo que algunas me tenían hasta la una de la mañana enseñándome lanzamientos. Ellos también me tallaron como persona", dijo quien está casado con Mabel Cancilleri, hermana de un ex compañero del "Mocho" en Caja. Ella le dio tres hijos: Santiago (14 años), Juan Cruz (11) y Tomás (7), que siguen los mismos pasos de su padre, pues juegan en las divisiones formativas de Nicolás Avellaneda.

Rodríguez considera que uno de los grandes déficits que existe en nuestro básquet es la falta de referentes. "De mi época, el único que queda es Sergio Ale. Los chicos no tienen los espejos como para consolidarse en este deporte. Pero, es indudable que aquellos muchachos de mi juventud, nada tienen que ver con los que hoy practican el básquet. Antes, salíamos del colegio y nos íbamos al club a practicar, mientras que ahora pasan más tiempo frente a una computadora que en otra cosa", señaló Rodríguez, que por espacio de dos décadas fue uno de los referentes de nuestras selecciones.

Otra de las cosas que el "Mocho" reconoce es que "el jugador perdió la pertenencia que antes teníamos en los clubes en los que nos formamos. En ese tiempo, uno podía empezar y terminar su carrera en un club, algo que no ocurre ahora. En mi caso, cambié mucho de clubes porque tomé esta profesión como un medio de vida", acotó.

Rodríguez confiesa que cuando decidió decirle adiós a la práctica activa, lo tomó con mucha tranquilidad. "Cuando tomé esa determinación fue porque consideré que había llegado el momento de parar y darle un lugar más preponderante a la familia. Desde ese día, no volví a jugar, a pesar de que desde varios clubes me hablaron para actuar con los veteranos. Ahora, junto a mi esposa, vamos a verlos jugar a nuestros hijos. Es como si estuviera recuperando la dedicación que no pude darle cuando jugaba. Esto no tiene precio", dijo. Su único "recreo" llega los jueves, cuando se reúne con los amigos que le dio la vida para compartir un asado.

"Esto es algo que aprendimos de nuestros maestros y que nos enseñaron que más allá del resultado, es gratificante juntarse luego de los partidos y compartir algo. Eso ya no se lo observa en ningún club y es lamentable porque aquello forma parte del espíritu deportivo que caracteriza a este deporte", concluyó el ex jugador, que trabaja en Construcciones Universitarias y está cursando el primer año de la Licenciatura de Gestión Universitaria.

"La gente tiene que cambiar su mentalidad"
Con mucha tristeza, Raúl Federico Rodríguez reconoce que el básquet tucumano no tiene mayor protagonismo en el orden nacional por la mezquindad que muestran los dirigentes de los clubes a la hora de apoyar los proyectos deportivos que encaran otros clubes.

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"Pero esto no es una novedad o algo que ocurra solo ahora. Me duele reconocerlo, pero ya cuando jugaba en Belgrano en la Liga Nacional había gente que iba a la cancha solo con la intención de vernos perder. Eso es inexplicable en una plaza como Tucumán, donde la gente siempre apoyó cuando se le ofrecieron buenos espectáculos", dijo el "Mocho". 

"Mientras no se cambie la mentalidad de la gente que tiene a su cargo el manejo del básquet en nuestra provincia, vamos a tener que conformarnos con ser meros espectadores a través de la televisión de la Liga Nacional. Es una lástima que esto ocurra con un deporte que tiene tantos adeptos", explicó Rodríguez.

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Cuando le preguntamos sobre el recambio que se está produciendo en la selección argentina, el "Mocho" consideró: "no será fácil reemplazar a los jugadores que integraron la 'Generación Dorada'. Pero era indudable que en algún momento, este recambio iba a producirse. Los éxitos que estos consiguieron a nivel internacional serán difíciles de igualar. Lo que veo es que se está trabajando para, por lo menos, mantener el protagonismo que tuvimos en los últimos 15 años".

Por otro lado, consideró que recibió con beneplácito el regreso de Lucas Victoriano a nuestro básquet. "Puede ser la inyección de motivación que se necesita para encarar proyectos serios", acotó.

PERFIL
EDAD:
42 años.

TRAYECTORIA: Caja Popular, Peñarol de Mar del Plata, Fusión Central Córdoba-Caja Popular, Independiente de Neuquén, Belgrano, Central Córdoba, Tucuman BB, Asociación Mitre, Concepción BB, Fusión Nicolás Avellaneda-San Martín. Se despidió de la práctica activa del basquetbol hace dos temporadas luciendo la camiseta de Central Córdoba.

UN TÉCNICO: "Muchos me dejaron enseñanzas que me sirvieron para el resto de mi carrera, en especial Martín Vera (padre). Un verdadero fenómeno como técnico y persona".

UN ESPEJO: "Mis hermanos. Ellos me enseñaron lo que significa ser una buena persona. A sus consejos los traté de volcar en mi vida y ahora se los inculco a mis hijos".

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