"El tiempo es miedo"

"El tiempo es miedo"

Acaba de publicar Especies en Extinción, libro en el que vuelven a desfilar personalidades de la cultura con las que convivió íntimamente. Aquí nos cuenta cómo se gestó la segunda parte de Egos Revueltos y habla de sus miedos, sus alegrías y sus obsesiones

UNA CRUENTA ADVERTENCIA. La felicidad se desvanece, desmitifica el español. ELESPECTADOR.COM UNA CRUENTA ADVERTENCIA. "La felicidad se desvanece", desmitifica el español. ELESPECTADOR.COM
22 Septiembre 2013

Conocí al español Juan Cruz Ruíz en el invierno de 2008. Fue a través de un libro que tenía un título de por sí atractivo: Muchas veces me pediste que te contara esos años. Lo devoré y de ahí hubo apenas un paso para llegar a otro, Ojalá octubre, un genial relato de recuerdos y sentimientos sobre su padre, con todo lo que eso significa. Supe entonces que era de esos periodistas que llevan la profesión en la sangre. Fue jefe de Cultura del diario El País y director de la editorial Alfaguara. Poco después, en 2010, tuve la suerte de entrevistarlo en Buenos Aires, en un cálido mediodía primaveral, de esos que invitan a la distensión. Y distendidos, no más, pasamos más de una hora charlando de libros y periodismo. Temas que lo apasionan y que se vuelven más apasionantes cuando es él quien los refiere. Ahí acababa de publicar Egos revueltos, un libro basado en sus experiencias junto a escritores como Guillermo Cabrera Infante, Arturo Pérez Reverte, Paul Bowles, Camilo José Cela y Mario Vargas Llosa. Tres años después se editó Especies en extinción (Tusquets), la segunda y última parte de ese trabajo. En estas más de 400 recomendables páginas refleja aquellos oficios que lo movilizan. También están las personalidades de distintas temáticas que por algún motivo lo han marcado. Figuran desde José Saramago y Ernesto Sabato a Roberto Bolaño, Joaquín Sabina y hasta Jorge Valdano.

Tres años después, les contaba, Juan Cruz y yo volvimos a hablar de esos mismos temas y de otros. Pero con el aliciente de que hay otro libro en el medio y que él, protagonista de esta charla, al fin de cuentas, tiene nuevas cosas para decir. Algunas de ellas ya las escribió; otras, las dirá en la siguiente entrevista.

- Cuenta que Especies en extinción es un libro que habla del final de una época. Otra vez vuelve a mencionar la "melancolía". ¿Qué lugar ocupa esa palabra en su vida y cómo la combina con ese final al que refiere?

- Melancolía no es nostalgia; me parece que es más noble, más grande, tiene que ver con el alma de las cosas y no con las cosas. Y lo que sucede con los oficios que yo he desarrollado es que están perdiendo el alma, aunque el alma del todo nunca se pierde. El alma siempre resucita.

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- ¿Qué diferencias hay en usted entre aquel de Egos revueltos y este de Especies en extinción?

- Creo que en el libro anterior me fijé más en lo que decía la gente. En este me fijo en cómo es la gente, cómo vive los oficios de editor, escritor, periodista…; es un libro menos circunstancial, más entero, más abundante en confesiones propias y menos en sucesos que les pasaron a otras personas.

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- ¿Qué le ha quedado afuera de Egos Revueltos y de Especies en extinción?

- Muchas cosas, seguramente. En el anterior, más profundidad. En este, más anécdotas. Probablemente por eso se complementan, en mi opinión.

- Refiere en Especies en extinción que "uno jamás vuelve a donde ha sido verdaderamente feliz". ¿A dónde no volvería usted?

- Es que la felicidad se desvanece.

- Supongo que ante tanta memoria de escritores y de amigos, hay también recuerdos. ¿Cuáles pesan más al momento de recordar: los tristes o los alegres?

- Pesa más lo triste, verdaderamente.

- ¿Por qué?

- Porque es el sentimiento de pérdida el que prevalece. El gozo es menos potente; la risa se desvanece. Mi madre reía mucho, y la recuerdo así. Pero pesa tanto en mi memoria el prolegómeno lento y terrible de su despedida.

- Hay una frase. Dice usted: "la vida va dictando los miedos retrospectivos y los miedos siguientes". ¿Qué son para usted los miedos? ¿Cuánto inciden en su vida?

- El miedo es el asunto del que escribo ahora, en mi futuro libro, que de momento se titula como un verso de Hugo Claus: El hombre feliz sorprendido por la duda. Ese libro, Especies en extinción, fue escrito bajo la lámpara del miedo, por decirlo así, la existencia evidente del tiempo. Y el tiempo es miedo. El miedo es un factor con el que vivo; desde niño, y sigo teniendo miedo de adulto. ¿A qué? A la desaparición, la pérdida de la alegría.

- Me contó entonces que su hija le iba a dar un nieto. ¿Qué cosas le cambiaron, precisamente, con ese nacimiento?

- ¡Ah! ¡Eso es un acontecimiento! ¡Es la alegría! El nieto te pone delante de un espejo; y tú sabes que de ese espejo vas a desaparecer, pero tratas de salvar todas las imágenes. Ya tiene dos años. Esta mañana dijo: "Yo pienso". Eso es magnífico. De eso escribo ahora. Ahora soy el hombre feliz que se encontró con la duda. En ella vivo.

- Luego de tantos años como editor, ¿cuáles son los libros recomendaría?

- Orígenes, de Amin Maalouf, Rayuela, de Jorge Cortázar, y Tres tristes tigres, de Guillermo Cabrera Infante.

- ¿Qué tipo de libro le quedaría pendiente por escribir?

- Muchos, francamente. Quiero escribir un homenaje al periodismo. Lo haré.

© LA GACETA

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