Los anteojos de Google fueron presentados durante un salto en paracaídas

El ingenio supera todas las metas. En retrospectiva, son muchos los inventos que hoy son cosa de todos los días, aunque provienen del imaginario cinematográfico o literario. Por ejemplo, las principios de la robótica que definió el escritor Isaac Asimov o los viajes a la Luna con los que soñaba Julio Verne, fueron -en principio- posibilidades utópicas, pero con el correr del tiempo demostraron que la realidad supera a la ficción. A veces con mucho éxito; otras tantas, sin pena ni gloria.

La nueva apuesta del principal motor de búsqueda de contenidos en Internet es una de las más prometedora del siglo XXI. Se trata de Google Glass: unos modernos anteojos de realidad aumentada pensados para llevarlos puestos las 24 horas y que se controlan mediante comandos de voz. La última creación de la compañía pretende ir más allá de la pantalla táctil de los teléfonos móviles y anticipa una revolución en la forma de interactuar con las computadoras, con las personas y con el entorno.

"Trozo de plástico"

La semana pasada, el director de la empresa, Sergey Brin, realizó una presentación en el marco de la reconocida serie de conferencias multidisciplinarias TED. Allí expuso la filosofía que sobrevuela al proyecto y precisó que el aparato, que todavía no está terminado, será superior a los teléfonos inteligentes, a los que describió como un trozo de plástico sin identidad propia que manipulamos todo el tiempo.

Las prestaciones técnicas del Google Glass no son nuevas, pero la originalidad radica en la comodidad del diseño: posee una cámara para registrar imágenes y videos, junto a una diminuta pantalla y diversos sensores. También dispone de una conectividad inalámbrica que le permitirá vincularse a un smartphone. Eso sí: los críticos creen que su principal falencia es la pequeña batería recargable que le permite funcionar.

Sin embargo, durante las últimas semanas la coorporación efectuó una convocatoria limitada para su programa de testeo entre los usuarios estadounidenses, para que cuenten en las redes sociales en qué ocasiones utilizarían las gafas y con qué intención.

Por otro lado, Glass no está al margen de las polémicas que puede suscitar el potencial uso indebido. La compañía debió enfrentar objeciones y juicios por la intromisión a la privacidad en el desarrollo del servicio de vistas callejeras panorámicas Street View y por algunas imágenes en su servicio Maps. Habrá que ver cómo lo solucionan.