De todo esto nos arrepentimos antes de morir

De todo esto nos arrepentimos antes de morir

Cuando la muerte se acerca, las personas sienten culpa por no haber hecho lo que sentían, por haber trabajado tanto y por haber dejado escapar sueños.

EL ABRAZO FINAL. Quienes saben que la muerte está cerca buscan demostrar lo que sienten a los que los rodean y piden perdón si les fallaron. MISRELATOS.ES EL ABRAZO FINAL. Quienes saben que la muerte está cerca buscan demostrar lo que sienten a los que los rodean y piden perdón si les fallaron. MISRELATOS.ES
Los besos que nunca fueron, las caricias en el aire, el perdón que no pudo llegar a tiempo. Cuando el final de la vida se aproxima, cuando nos ha envuelto esa certeza de saber que no hay marcha atrás, aparece el temible "hubiera". "Qué tonto fui, quisiera haber viajado por todas partes. Hubiera vivido más en el presente y menos en el futuro, hubiera estado más tiempo con mis hijos". La expresión de Jorge antes de partir, hace dos meses, refleja un sentimiento común en la mayoría de quienes saben que la muerte no sólo es inexorable, sino que además está cerca. Muy cerca. Contrario a lo que se piensa, en vez de sentir culpa por lo que hicimos mal, el arrepentimiento más doloroso es por lo que hemos dejado de hacer.

¿Qué nos pasa por la cabeza en esos momentos finales? ¿De qué cosas nos arrepentimos antes de morir? Tal vez no tenga sentido hacerse estas preguntas. Sin embargo, entre quienes trabajan con personas con enfermedades terminales estos testimonios les transforman sus vidas, sus formas de ver el mundo.

Un poco de valentía

"Ojalá hubiera tenido el coraje de hacer lo que realmente quería y no lo que los otros esperaban de mí". "Ojalá hubiera cumplido el sueño que tuve cuando era niño". "Ojalá hubiera estado más tiempo con mis hijos". Estas palabras se oyen a menudo en las salas hospitalarias que albergan a enfermos terminales. El silencio es frecuente. No es un lugar donde sobren las risas. Hay mucho dolor. Y cansancio. Cuando una mano se acerca a alguno de estos pacientes, ellos se aferran. Se confiesan. Se arrepienten.

"Hay quienes tienen conflictos en su vida que no han resuelto y afloran al final de la vida", cuenta la enfermera María Alejandra Acosta, que trabaja en el Servicio de Oncología y Cuidados Paliativos del hospital Centro de Salud.

Sin hablar. Sólo muecas y señas alcanzan para robarles una sonrisa a quienes ya aparentemente no tienen nada para festejar. A menudo, necesitan un oído. "Por lo general, quienes se enteran que padecen una enfermedad terminal, se arrepienten de no haber hecho cosas que siempre soñaron. Cuando consiguen aceptar que el final es irreversible, es común que se arrepientan por el daño que le hicieron a algún ser querido y que no pudieron remendar, o por haber estado alejados de seres queridos durante un tiempo. También reniegan por haber perdonado a alguien que no se lo merecía", describe. "Aprendo mucho de ellos; todos deberíamos aprender a actuar hoy y no dejar las cosas para mañana, para después sentir culpa", añade.

Minutos antes del final

A veces, uno tan solo necesita saber cuándo no va más para comenzar a pensar en todo lo que no tuvo. En la camilla de un hospital, los enfermos tienen tiempo para imaginar todas esas cosas que harían si simplemente volvieran a tener la oportunidad. María Alejandra recuerda casi todos los deseos de sus pacientes. Si tuviera que hacer una lista, esta sería: "desearían decirles a las personas que los rodean cuánto las aman, pedir perdón a los que ofendieron, disfrutar más de la familia y no trabajar tanto, usar cosas que guardaron durante muchos años para algún momento especial que nunca llegó".

Hay también deseos más específicos: algunos quisieran tener la oportunidad de volver a la niñez aunque sea por un día, otros desearían retroceder varios años para poder jugarse por el amor de sus vidas. Conocer la playa y casarse son otros sueños frecuentes de los moribundos.

Saber que la muerte se aproxima les da miedo, angustia, enojo e incertidumbre. Al final, aparece la aceptación y la entrega, detalla la enfermera Acosta. Minutos antes de partir, hay quienes se animan y piden un último deseo: mirar las estrellas, fumar un cigarrillo o salir a bailar con sus amigos hasta el amanecer.

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