La primera y la última impresión son las que cuentan... y a la hora de volar resultan negativas

La primera y la última impresión son las que cuentan... y a la hora de volar resultan negativas

Falta de mantenimiento, el bar que cobra precios altísimos, basurales, animales sueltos, taxistas que atosigan a los pasajeros... el aeropuerto Matienzo y su contexto no dejan buena impresión a los viajeros. Aeropuertos Argentina 2000 iniciará obras para cambiar esa imagen.

19 Agosto 2011
Las puertas corredizas del aeropuerto Benjamín Matienzo marcan una especie de frontera: adentro, los pisos están relucientes, hay muestras de arte y negocios que ofrecen distintos tipos de productos. Afuera, el inmenso estacionamiento y el camino que conduce hasta la ciudad muestran otra realidad: basurales y animales sueltos fuera del aeropuerto; manchas en las paredes de la torre de control y en las dos fuentes que no funcionan; taxis que estacionan en cualquier lado... Son algunos de los souvenires que recibe el viajero durante sus primeros o sus últimos pasos por suelo tucumano.

El martes, LA GACETA.com publicó una nota con fotografías del blog "Aeropuerto Tucumán". En ellas se veían paredes manchadas, motos estacionadas junto a las puertas de acceso del hall central y un mostrador de una empresa de alquiler de autos encadenado al poste que sostiene un cartel, entre otras deficiencias.

Ayer por la mañana el panorama era distinto: la pared frontal del edificio central estaba pintada, al igual que los bordes de la fuente principal, que se encuentra frente al sector norte. Además, un grupo de operarios estaba colocando las tulipas en los faroles de alumbrado del estacionamiento.

Aeropuertos Argentina 2000, la empresa que está a cargo del Benjamín Matienzo, sostiene que el hollín y las cenizas que originan la zafra y la quema de campos son los principales causantes de las manchas oscuras que lucen algunas de las paredes blancas, especialmente las de la torre.

Además, las autoridades explican que se realiza el mantenimiento (los muros y las fuentes fueron pintadas en mayo) y que las tulipas de los faroles habían sido desmontadas para limpiarlas.

De todos modos, los taxistas que atosigan a los pasajeros en cuanto terminan de retirar el equipaje, los precios desmedidos del bar, la pintura deteriorada de los carteles indicadores y los basurales que rodean la avenida Perón (un problema que excede al aeropuerto), entre otras cosas, terminan siendo la primera o la última impresión de la provincia que se llevan los viajeros.

En septiembre empiezan las obras
Aeropuertos Argentina 2000 comunicó que en aproximadamente dos semanas comenzarán a realizar tareas de mantenimiento en el Benjamín Matienzo. Entre los trabajos que tiene planificada la empresa se encuentra la pintura de las instalaciones y el reemplazo de los artefactos lumínicos que no funcionan.

Las fotos que generaron una reacción
El autor del blog "Aeropuerto Tucumán" denunció el mal estado de algunas de las instalaciones del aeropuerto. Por ello, fotografió las paredes manchadas, una máquina expendedora que no funciona y las motos estacionadas en el acceso al hall principal de la aeroestación, entre otros detalles. LAGACETA.com publicó algunas de ellas el martes y ayer el aeropuerto ya lucía un mejor aspecto.

El agua, ausente en dos de las fuentes

Alrededor del estacionamiento del aeropuerto Benjamín Matienzo hay tres fuentes. En la principal y más grande, que se encuentra frente al sector norte del edificio principal, el agua brinda una sensación agradable de frescura y sus paredes están recién pintadas; las otras dos (una al sur y la otra al norte del estacionamiento) estaban secas ayer. Además, las  paredes blancas lucían manchas oscuras.

El eterno flagelo de la quema de campos
En esta época del año los incendios en los campos (especialmente en aquellos en los que ya se cosechó la caña) forman parte de los paisajes que rodean a muchos caminos de la provincia. Entre ellos, el que conduce al aeropuerto. El humo no sólo reduce la visibilidad de los conductores, sino que también afecta el funcionamiento del aeropuerto, ya que complica las operaciones de las aeronaves.

Las paredes blancas se vuelven oscuras
La torre de control, las paredes que rodean dos de las tres fuentes, el techo del edificio principal... Todos estos sectores del Benjamín Matienzo exhiben manchas oscuras sobre la pintura blanca que las cubre. En Aeropuertos Argentina 2000 explican que estas superficies se oscurecen como consecuencia del hollín y de las cenizas que generan la zafra y la quema de campos tras la cosecha de la caña de azúcar. Estos desperdicios se acumulan sobre las paredes y, al combinarse con las débiles y escasas lluvias de la época, las terminan manchando. En la parte inferior de la pared frontal del edificio principal también aparecen manchas. Da la impresión de que son causadas por personas que apoyan los pies sobre el muro. Ayer, empleados del aeropuerto estaban terminando de pintarla. De todos modos, ya se advertían algunas nuevas marcas.

Los taxistas y los carteles deteriorados
La pintura de varios de los carteles del estacionamiento del aeropuerto está deteriorada. Además, en este espacio conviven los taxistas de la empresa autorizada por el aeropuerto con los choferes que no pertenecen a la firma y que también pretenden trasladar pasajeros. En muchas ocasiones, en cuanto los viajeros salen de la sala de arribos deben soportar la avalancha de taxistas que se lanzan sobre ellos.

Los precios vuelan alto como los aviones
El precio de un café en el bar del aeropuerto equivale al de dos en algunos locales del centro de la ciudad. En el único bar del Benjamín Matienzo, los valores de los productos vuelan tan alto como los aviones. Por ejemplo, un café chico cuesta $ 12,50; un café con leche, $ 20; una tortilla o una factura, $ 3,50; un agua mineral o una gaseosa de 500 cc, $ 13,50, y un tostado de jamón y queso, $ 25,50.

Basurales y predios abandonados
Es un paisaje que no seduce; al contrario, da la impresión de que repele. Al cruzar el puente Barros, sobre la ruta, el río Salí muestra la más triste de sus realidades: basurales, personas y animales que se mueven entre los residuos, predios abandonados y, a lo lejos, el humo oscuro que escapa de las chimeneas de los ingenios. Cualquiera podría decir que en esa zona de Tucumán la suciedad está en la tierra y en el cielo.


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