La palabra que no se quiere escuchar

La palabra que no se quiere escuchar

Las homilías del 9 de Julio que predicó el arzobispo Villalba no cayeron nada bien en Néstor y Cristina Kirchner, Las ausencias que denotaron una relación complicada. Un candidato que no hace campaña electoral.

Julio será un mes clave para Cristina Fernández y para quienes intenten evitar que ella gane sin recurrir a la segunda vuelta. En tres distritos densamente poblados, con electorados que exhiben mayor independencia de opinión que los del norte del país, fincan sus esperanzas los adversarios de la propuesta K. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba definirán sus gobiernos locales, en un marco de confrontación abierta con el cristinismo.

La expectativa de los anticristinistas estriba en que una sucesión de derrotas en esos territorios desquicie los pronósticos auspiciosos para el Gobierno, como el de Sergio Berensztein, un encuestador insospechado de oficialismo. Todo indica que Cristina ganará en primera vuelta, dijo en el Precoloquio de Idea celebrado en Salta. A él y a otras figuras del empresariado, escucharon los gobernadores Juan Manuel Urtubey (Salta), Jorge Capitanich (Chaco) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero). José Alperovich volvió a eludir ese tipo de cita.

En los corrillos del precoloquio de Salta se decía que Alperovich prefiere los contactos con los representantes del mundo de los negocios en ámbitos menos públicos. De cualquier forma, tanto Urtubey como Capitanich, asoman como eventuales competidores por la sucesión presidencial del oficialismo en 2015, lo cual aporta otra explicación del faltazo a Salta.

Sinceramiento
Cristina Fernández vendrá a Tucumán un día antes de la elección de jefe de Gobierno de Buenos Aires. Una gaffe de Mauricio Guzman, titular del Ente de Cultura precipitó una desmentida de Alperovich. Guzman había informado que la Presidenta sí acudiría a la ceremonia del Tedeum en la Catedral, lo que no sucederá el sábado. Había sido imprudente al involucrarla en una trama de relaciones complicadas, como es la de la Casa Rosada con la Iglesia.

Al ex presidente Néstor Kirchner ni a su sucesora les caen bien las reflexiones del cardenal Jorge Bergoglio ni las del arzobispo de Tucumán, monseñor Luis Héctor Villalba. La última vez que Kirchner oyó a Villalba fue en 2005. Entonces, escuchó que el dignatario, desde el púlpito, le remarcó que la política estaba herida en su credibilidad. Fue visible su incomodidad ante la reconvención eclesiástica.

La palabra de Villalba tampoco llegará a oídos de la Presidenta candidata. En 2009, el arzobispo que concluirá su ciclo en septiembre, instó a dejar de lado la prepotencia. En la sociedad no se debe tener una actitud de polémica destructiva y de ataque a la dignidad de la persona para afirmar los propios intereses, predicó el 9 de julio de ese año, entre otros conceptos. Una homilía cargada de consejos sobre ética política puede resultar incómoda en momentos electorales. Los Kirchner demostraron que son tolerantes sólo con sus pláticas. Las de los otros, fastidian o se hacen merecedores de ácidos reproches.

Agitación
El vallado que se montó en derredor de la Casa Histórica protegerá a Cristina Fernández del acoso de los profesionales autoconvocados de la salud, de los jubilados y de otros grupos contestatarios. Todo está pensado para que nada perturbe la jornada en que Tucumán será capital de la República.

El aparato estatal se encargará de poblar el Hipódromo. El desalojo de las carpas de la protesta de la plaza Independencia no lo descartan ni los propios impulsores de la disidencia. Su permanencia proyectaría una imagen de tensión en el país, durante un día clave, lo que alcanzaría una resonancia mediática nacional. El acto será clave también, por lo que Cristina pueda enunciar desde la tribuna del Hipódromo, debido al tono electoralista de sus discursos. La cadena nacional de radio y televisión es una herramienta que usa en cada escenificación de susmensajes. El 9 de julio en Tucumán no será una excepción en ese sentido, sin contar los festejos oficiales programados en Buenos Aires, para la tarde. La Presidenta estará de campaña, por lo tanto.

De bajo perfil
Es un proceso electoral extraño es el que se desarrolla en Tucumán. El candidato a la reelección por la gobernación, Juan Luis Manzur, muestra un perfil bajísimo. La artillería de los contestatarios de la salud lo buscó hasta en Buenos Aires, pero no pudo hallarlo. Dificílmente les encuentre un hueco en su agenda. Como Alperovich, espera que pase la temporada electoral y que se debilite la indignación. En medio de ese tironeo están entrampados los pacientes de los hospitales.

El eclipse definitivo de la aventura política de la diputada Stella Maris Córdoba tranquilizó al alperovichismo, aunque algunas versiones indican que el propio gobernador le habría requerido a la jefa de Estado que intervenga para obturar una eventual fuga de sufragios.

En la intimidad del mundo alperovichista fluyen las tensiones y los cortocicuitos están al orden del día. En Banda del Río Salí, el sindicalista Raúl Rodríguez, con una lista de adhesión al frente de Osvaldo Jaldo, se ilusiona con capitalizar el desgaste del intendente Khoder, que hace propaganda usando dos veces el simbolismo K (por Kirchner y por su apellido),

En la siempre polémica sección del Oeste, se avivan los roces entre el senador Sergio Mansilla y el ministro Edmundo Jiménez, sin los matices virulentos de semanas anteriores. Mansilla refuerza su trabajo en las comunas mientras que Jiménez apostó por sus candidatos a intendentes municipales.

Desgaste intestino
A fines de diciembre, con la dupla José Cano - Juan Casañas, los radicales se proponían empezar la acción proselitista en febrero o primeros días de marzo. Expiró junio y el partido que consensuó el binomio Ricardo Alfonsín - Javier González Fraga, no pudo aún mostrarse en sociedad como una de las opciones opositoras al Gobierno. La elección primaria abierta del 14 de agosto, con seis listas de candidatos a diputados nacionales, le consumirá energías a la UCR, que de por sí es propensa a los choques intestinos.

La resolución del caso José Manuel Avellaneda no pareció de lo más diplomática, y menos la opinión lapidaria de uno de los aliados. Quedó la sensación de que se enajenaron voluntades del mundo ruralista. Avellaneda preside la Sociedad Rural y había abierto la institución para que expusieran las diferentes tendencias políticas. El radicalismo aún debe saldar sus deudas internas.

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