Peligroso arroz

Peligroso arroz

En 1812 se advertía sobre riesgos ambientales en Tucumán.

EL PERIODICO. Portada de la edición de “El Grito del Sud” que publicaba el informe sobre el peligro de los arrozales en Tucumán. EL PERIODICO. Portada de la edición de “El Grito del Sud” que publicaba el informe sobre el peligro de los arrozales en Tucumán.
21 Junio 2003
En el periódico "El Grito del Sud", que se editaba en Buenos Aires en 1812, consta una preocupación ambiental del teniente de gobernador de San Miguel de Tucumán. Había requerido a los médicos Roberto Martín Miln y José Redhead, y al auditor del Ejército del Norte, doctor José Eugenio del Portillo, informes sobre si se debía o no plantar arroz en la ciudad. El 6 de octubre empezó la publicación del informe de Del Portillo, abogado cordobés erudito en historia y en ciencias geográficas. Extraemos párrafos con algún leve retoque en la ortografía.
Recordaba que el arroz requería "tierras húmedas y pantanosas", y que "de las miasmas que exhalan estas aguas estancadas han resultado palpablemente la terciana, la tisis y otras calenturas interminables que antes se desconocían en el Tucumán" y que ahora "notoriamente han padecido todos los emigrados y pasajeros".
Suponía que los tucumanos, por lo que les rinde la cosecha de arroz, no se resolverían "a perder el inestimable crédito que en todos tiempos ha tenido un clima tan delicioso y halagüeño". Pensaba que "para conservar aquel aplaudido temperamento y la pureza de la atmósfera infectada por los vapores de aquellas sementeras", el gobierno podía tomar medidas. Estas serían mandar, "bajo severa y ejecutiva pena", alejar las plantaciones por lo menos "a distancia de veinte leguas del Tucumán". Esto era posible por la amplitud de la zona llana de la provincia.
Al perjuicio que la distancia pudiera causar, se lo compensaría aprovechando los predios cercanos para instalar "quintas con norias", además de que el Cabildo podría arrendar sus terrenos en los ejidos. Tal vez así, razonaba, el municipio obtendría fondos "para llenar la muy notable falta de una fuente de exquisita agua traída por cañerías hasta la plaza del Tucumán y sus principales barrios".
Mejor que el arroz, pensaba Del Portillo, "sería que cultivasen en muchas leguas de circunferencia lino y cáñamo, ya que en otros lugares puede perfeccionarse con abundancia el cultivo del algodón". Era necesario que "en lugar de arroz, se cubriesen los amenos campos del Tucumán de olivos, castaños, encinas, nogales, pinos y otros árboles utilísimos". Recordaba que urgía poblar las costas del Paraná y "las pampas de la jurisdicción de Buenos Aires, siquiera con algarrobos, chañar, mistol y otros bosques cuyos frutos silvestres engordan el ganado y rinden la leña".

Tamaño texto
Comentarios