Paradojas del trabajo y el goce en el capitalismo global

Paradojas del trabajo y el goce en el capitalismo global

Por Alfredo Ygel, Pres. Grupo de Psicoanálisis de Tucumán.

30 Abril 2011
¡Todos somos proletarios! Con esta afirmación, Jacques Lacan producía un giro a la máxima marxista de la lucha de clases. Esto ayuda a desentrañar la significación del trabajo en la actualidad.

Es el mercado quien impone el consumo para que la maquinaria capitalista siga funcionando. Además, determina cuáles son los objetos que se deben consumir. Para ello produce gadgets: objetos que crean la ilusión de que ser aptos para el goce de todos. El sofisticado celular, el nuevo aparato de TV, la nueva 4x4 crean la ilusión de que con su posesión se alcanza la felicidad plena. De allí que la enfermedad paradigmática de la época sean las patologías bipolares.

El discurso capitalista promueve el trabajo y quien no trabaja queda en la marginalidad. Entonces, todos proletarios, todos compelidos a trabajar y consumir, convertidos en productores y consumidores. Se genera así un lazo autístico con los objetos quedando excluida la relación al semejante. De allí que se plantee que el sistema capitalista está destinado a reventar, por la destrucción del lazo social que le es inherente.

En tanto el trabajo nos procura un goce, se produce una cuestión singular. El goce está dado por el producto que se obtiene a partir del trabajo: Viajes, objetos de confort, nueva tecnología, que hacen mas confortable la vida. Pero en tanto existe un mandato a consumir se produce la siguiente paradoja. Cada vez tenemos que trabajar mas (mas horas, mas días de la semana). Así, renunciamos al goce de disponer de nuestro tiempo o disfrutar del contacto con nuestros seres queridos, a fin de ir a trabajar para alcanzar ese goce al cual hemos renunciado. A lo que, como agravante, se añade otra paradoja: esos objetos que alcanzamos, fruto de nuestro trabajo, son efímeros. El mercado hace, rápidamente, que queden reducidos a basura.

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