El derrumbe de un techo en una Facultad

El derrumbe de un techo en una Facultad

02 Marzo 2011
El lunes último, poco antes del amanecer, se derrumbó el techo del anfiteatro "C" de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán. Como a esa hora no había gente en la casa, felizmente no hubo que lamentar desgracias personales. Pero es imaginable la tragedia que se hubiera desencadenado, si el colapso acaecía en otros momentos de la jornada, con estudiantes y docentes en el interior del edificio.

Las apreciaciones que constan en la nota que publicamos sobre el grave suceso, son ilustrativas acerca de sus antecedentes. Una estudiante afirmó que a veces, mientras estaban en clase en ese anfiteatro, caían "pedacitos de techo" sobre sus cabezas. Y, en cuanto a la situación general de la sede de la Facultad, afirmó que ya estaban acostumbrados: "si no se caen techos, se caen ventanas o pedazos de mampostería". Recordaron que el año pasado "se incendió otro anfiteatro y se cayó un poco de techo de una de las aulas del pasillo". También llama la atención que se sometiera, al local derrumbado, a albergar una población de alumnos que iba mucho más allá de lo prudente. En efecto, tiene una capacidad de 100 personas y solía contener 200, que asistían a clase sentadas en el piso, o sobre las estructuras metálicas de algún espacio.

Del lado de las autoridades, el decanato de la Facultad resolvió cerrar provisoriamente el edificio y disponer una inspección técnica general de su estado. El secretario de Planeamiento de la UNT expresó que no existían indicios previos de grietas o de fisuras en la construcción, que permitieran sospechar un derrumbe. Y que tampoco se sabe si pudo haber influido, en el siniestro, el fuerte temblor de días pasados.

La postura más realista sobre el asunto, fue expresada por el Centro Único de Estudiantes. "Es una vergüenza que una construcción que no supera los 15 años se desplome como si nada", declaró. Y consideró que "las autoridades que lo construyeron tienen que dar explicaciones".

Sin duda que un episodio de esta naturaleza no puede quedar como un mero contratiempo, aunque por suerte no haya causado víctimas. Nos parece que no puede hablarse de falta de indicios, mientras los estudiantes no vacilan en indicar evidencias previas del mal estado. Toda construcción debe estar dotada de las máximas condiciones de seguridad, y mucho más cuando se trata de la sede de clases.

Y por cierto que igual cosa cabe decir del resto de las instalaciones del Centro Universitario "Julio Prebisch", que datan, en su mayor parte, de la mitad del siglo que pasó. Son muchos años para cualquier edificio, y mucho más para el que, a diario y durante casi todo el año, está abarrotado de estudiantes, docentes y personal administrativo.

Es preciso, entonces, realizar en primer término las pericias que establezcan perfectamente las razones del colapso del anfiteatro "C": es sabido que, fenómenos naturales aparte, el derrumbe tiene que deberse a fallas en los materiales, o a fallas en la construcción. Idéntico peritaje ha de llevarse a cabo en la totalidad de las dependencias de la Facultad de Filosofía y Letras. Por otra parte, deben tomarse las medidas para hacer observar, en todos los locales de la UNT, las normas sobre respeto al límite de capacidad. Extraña que, al parecer, esto se haya obviado, a pesar de las tristes experiencias, bien conocidas, que tuvieron por escenario otros lugares del país.

Es del máximo interés, para la comunidad de Tucumán, echar luz sobre el episodio que nos ocupa y sobre la real seguridad de las dependencias de la casa de estudios. Si la tarea, por el tiempo que demanda, obliga a suspender clases y actividades, tal problema debe considerarse secundario frente a lo que se busca preservar.

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