"La soledad es algo común a los artistas"

"La soledad es algo común a los artistas"

El pianista ofrecerá mañana, a las 22, en el Teatro San Martín, un concierto junto a la Orquesta Sinfónica de la UNT bajo la dirección de Pedro Ignacio Calderón. "Un buen piano es para mí un señor de cola negra y dientes blancos con el que me reencuentro siempre y que ha sido, en toda mi existencia, mi amigo y mi confidente", señaló antes de subirse al avión que lo trajo a Tucumán. La vida de un pisciano viajero y soñador.

22 Septiembre 2010
Así como el telescopio es, según Borges, una extensión de los ojos, el piano es para Bruno Gelber una extensión de sus manos. Y aún más: una extensión de su propia alma. Un elemento que le permite expandir su arte de una manera universal y abarcadora. "Hago más música de la que escucho. Cuando no toco, escucho folclore. Me encantan la 'Negra' Sosa, Eduardo Falú y el jazz. Me emociona Ella Fitzgerald y me encantan las óperas", reconoce.
Gelber se presentará mañana, a las 22, en el Teatro San Martín (avenida Sarmiento y Muñecas), junto a la Orquesta Sinfónica de la UNT dirigida por Pedro Ignacio Calderón. En esta oportunidad ofrecerá el Concierto Nº 1 para piano y orquesta de Frederic Chopin.
Amable, distendido, envuelto en el refinamiento que lo caracteriza, el gran pianista argentino habló por teléfono con LA GACETA desde Buenos Aires. "Estoy contento de volver a Tucumán; es una de las provincias que más quiero y que visito desde hace muchísimos años. Tengo amigos allá y me siento bien cuando voy. Es un público que escucha y aplaude bien. En otros lugares, la gente que sabe escuchar suele mostrarse discreta al momento de los aplausos; y en otros, exageran con el ruido y atienden menos. Eso no pasa en Tucumán, donde siempre he percibido una gran atención y emoción", comentó.

- En esta oportunidad no tocará Beethoven sino Chopin. ¿Por qué el cambio?
- Me viene bien hacer obras como esta y me produce un gran placer. La primera vez que lo toqué fue a los 16 años, en el Teatro Colón, con la dirección del estadounidense Arthur Fiedler de la Boston Pops. Es una pieza de un desbordante lirismo y un amor que se esparce de manera maravillosa.

- ¿Cómo es tocar una pieza a los 16 años y ahora, cuando se es "menos joven"?

- Pienso que ahora la toco mejor (risas). Este concierto de Chopin es tan personal que no necesita que uno le agregue nada. Simplemente se trata de ser sensible a esas frases maravillosas que Chopin escribió antes de dejar Varsovia. No ocurre siempre así con todos los compositores.

- ¿Qué espera un pianista del director y, en este caso, del maestro Pedro Ignacio Calderón?
- Es simple: que me acompañe bien. En realidad no lo espero, sino que estoy seguro de que con él va a ocurrir así. El pianista necesita el sostén armónico de la orquesta. En este concierto, sin embargo, a ella no le toca lucirse sino acompañar. Por eso los directores y los músicos suelen escaparle a esta obra y eligen aquellas en que pueden mostrarse más. Pero si el pianista no está bien acompañado, se nota.

- ¿Mónaco sigue siendo su lugar de residencia fija en Europa?
- En realidad mi casa ha sido y es el avión. Mónaco es el centro vital de mi actividad y mis viajes, pero mi trabajo me lleva a todas partes de Europa y vengo ahora de tocar en Japón. La vida, por suerte, no se repite.

- Volver al Teatro San Martín implica reencontrarse con el piano Steinway, en cuya compra usted asesoró a las autoridades provinciales...
-Es así. Aunque, en general, un buen piano es para mí un señor de cola negra y dientes blancos con el que me reencuentro siempre y que ha sido, en toda mi existencia, mi amigo y mi confidente. La soledad es un elemento común a los artistas y ha sido el plato más difícil de mi existencia, pero yo he nacido para estar acompañado. Soy pisciano y creo mucho en los sentimientos. Los venero cuando los tengo, aunque haya aprendido con el tiempo a estar solo.

- ¿Qué música suele escuchar?
- Además del folclore, hay un compositor como el austríaco Gustav Mahler al que habría asesinado por el amor que le tengo, aunque no haya escrito una sola nota para el piano. La música es, felizmente, tan vasta que siempre hay algo que uno quiere tocar o escuchar.

Un talento precoz

Además del Concierto N° 1 para piano de Chopin, el repertorio del concierto incluye también "El tarco en flor" de Luis Gianneo y la "Sinfonía inconclusa" de Franz Schubert. Considerado como uno de los mejores 100 pianistas del siglo XX, Bruno Leonardo Gelber nació el 19 de marzo de 1941 en Buenos Aires, donde comenzó a estudiar el instrumento desde su niñez. Fue alumno de Vincenzo Scaramuzza, quien lo dirigió en su debut en público, a los 10 años, con el Concierto para piano y orquesta Nº 3 de Beethoven. Más tarde, a los 14 años, tocó por primera vez en el Teatro Colón.

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