Leer ayuda a comprender la realidad

Leer ayuda a comprender la realidad

31 Octubre 2009
Entretenimiento, imaginación, aprendizaje, conocimiento, diálogo. Todo ello produce la lectura en los chicos y en los adultos. El ensayista francés Michel de Montaigne solía decir que  "el niño no es una botella que hay que llenar, sino un fuego que es necesario encender". En los últimos tiempos, en el campo educativo se comenzó a incentivar el hábito de la lectura en los estudiantes a través de programas nacionales impulsados por el Gobierno o por fundaciones como Leer. La provincia viene aportando su granito de arena con "Tucumán en tiempo de lectura".
Resultó, por cierto, muy interesante la conferencia que brindó ante alumnos de colegios secundarios en el Centro Cultural Virla la escritora Angélica Gorodischer, radicada en Rosario de Santa Fe. La autora de "Jugo de mango" aseveró que con la lectura se aprende a pensar. "Si no hay lectura, la realidad va a ser siempre una sola; es como si hiciéramos siempre lo mismo, como si camináramos siempre por el mismo camino. Cada vez que aprendemos algo, el cerebro se modifica y va incorporando aquello que leemos y aprendemos", ilustró.
Paralelamente, a los programas oficiales, hay otros independientes, impulsados por ONGs que tienen la misma inquietud como la que se desarrolla en el Barrio Juan XXIII, conocido como La Bombilla. Allí funciona un taller literario, que edita la revista "VillaBom: el barrio al revés", que ya va por su octavo número. La experiencia fue distinguida con el premio "Viva lectura" en la última Feria Internacional del Libro, por el Ministerio de Educación de la Nación, la Organización de los Estados Iberoamericanos y la Fundación Santillana.
El objetivo del trabajo apunta a mostrar la otra cara de una barriada a la que sólo se le conoce por la delincuencia y que paulatinamente empieza a reconocerse por el trabajo y la dedicación de niños y adolescentes poetas, cuentistas y periodistas. "Con 'VillaBom, el barrio al revés' los chicos no sólo aprendieron a leer, a escribir y a producir textos, sino que los ayudó a construir una identidad, a verse desde otros lugares y distintos de lo que la gente los ve", dijo en esa oportunidad Silvia Camuñas, la docente que encabeza la ONG "El gallo rojo".
Se suele decir que cada vez se lee menos, aunque paradójicamente se editan más libros. Se señala la poderosa influencia de los medios audiovisuales como una de las causas por las cuales se lee menos que antes. Pero también cierto es que el espacio para la lectura y la reflexión es cada vez más pequeño, como consecuencia de un modo de vida vertiginoso. Los chicos aprenden de sus padres; si estos no leen, seguramente ellos no lo harán. Se trata entonces de incentivar, por otro lado, la lectura en los adultos. Consciente de esa necesidad, tiempo atrás, la escritora tucumana Honoria Zelaya de Nader había creado un taller para formar padres narradores.
Por ejemplo, a la valiosa experiencia de "Villabom" que debería ampliarse a otras barriadas, podría sumársele una acción similar, dirigida a los padres de los chicos, que en muchos casos, son analfabetos. Desde el Estado, debería impulsarse un programa de alfabetización de adultos en sectores marginales de la provincia.
Saber leer y escribir libera al hombre de la esclavitud de la ignorancia. Si luego hacemos de la lectura un hábito, seguramente tendremos chicos y mayores con juicio crítico propio capaces de construir una sociedad mucho más justa y de contrarrestar con sus argumentos lo superfluo que generalmente intenta imponer quienes son generadores de consumo. Como bien dijo Gorodischer, con la lectura incorporamos palabras a nuestras neuronas y estas van armando el mapa de nuestras vidas. "Para poder pensar se necesita el lenguaje. Hablamos porque pensamos", afirmó.

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