Alico conocía todos los caminos

Alico conocía todos los caminos

El famoso baqueano que guió los ejércitos unitarios. Por Carlos Páez de la Torre (h) - Redacción LA GACETA.

TUMBA DE LAVALLE EN LA RECOLETA. El baqueano Alico orientó a este jefe en su huída a Raco, tras la derrota de Famaillá. TUMBA DE LAVALLE EN LA RECOLETA. El baqueano Alico orientó a este jefe en su huída a Raco, tras la derrota de Famaillá.
05 Agosto 2009
En el "Facundo", Domingo Faustino Sarmiento ha dedicado varias páginas a ese singular personaje del "baqueano", que tuvo fundamental importancia para guiar ejércitos en las guerras de la Independencia y en las civiles. Era el gaucho que conocía siempre el camino seguro para tomar, y hasta podía orientarse en medio de la noche.
Uno famoso, que actuó y vivió en Tucumán, fue José Alejandro Ferreyra, apodado "Alico". Sus formidables dotes lo hicieron muy popular desde la primera campaña al Alto Perú del Ejército del Norte. Estuvo en la batalla de Suipacha y luego, en las contiendas civiles, prestó servicios a los generales José María Paz y Gregorio Aráoz de La Madrid. Al instituirse la Liga del Norte contra Rosas, el Gobierno de Tucumán le dio grado de teniente.
En 1841, tras la derrota de Famaillá, guió por sendas recónditas al general Juan Lavalle hasta Raco. Pero luego este jefe, en su huída rumbo a Bolivia, prefirió dirigirse a Jujuy, donde hallaría trágica muerte. Alico estuvo entre el puñado de soldados que condujo hasta Potosí los restos de su jefe. Se sabe que más tarde vivió en un rancho en Burruyacu, y que el gobernador santiagueño Juan Felipe Ibarra, a pesar de sus esfuerzos, no pudo reclutarlo. Alico prefirió tomar distancia y partió a Bolivia. Sus últimos años de transcurrieron en Potosí. Alli murió el 9 de octubre de 1855.
Según Pedro Lacasa, secretario de Lavalle, en la mente de Alico estaba como fotografiada la República. "No sólo conocía los caminos, los lugares poblados y despoblados y las distancias por las vías ordinarias, sino también las leguas que había de un punto al otro por sendas extraviadas, la naturaleza de los pastos, la condición de las aguadas y el tiempo preciso que necesitaba un ejército para llegar de un punto a otro".
Para Luis Franco, "Alico es brujo, y los bosques, los ríos, las piedras, no pueden esconderle sus secretos". Él "presiente los manantiales, ve lo que los otros no miran y lo que entra en su ojo no escapa jamás".

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