"Uno se prepara psicológicamente para luchar siempre"

"Uno se prepara psicológicamente para luchar siempre"

Daniel Nelson Blanco, candidato a diputado. El conductor del PO se encuentra abocado a la tarea de orientar su agrupación y adiestrar a sus dirigentes.

90 minutos duro la entrevista en el bar del hotel Premier.  LA GACETA / JOSE NUNO 90 minutos duro la entrevista en el bar del hotel Premier. LA GACETA / JOSE NUNO
09 Junio 2009
NOMBRE: Daniel Nelson Blanco.
EDAD: 57 años.
PROFESION: Está abocado a la conducción del Partido Obrero de Tucumán.
ESTADO CIVIL: casado con Marcela Neme. Una hija: Vanina, de su matrimonio anterior.

Daniel Blanco no se relaja. Espera a LA GACETA en 1812, el bar del hotel Premier cuyo nombre -y número- evoca el año de la Batalla de Tucumán. Ninguna coincidencia para un hombre que dirá, en la entrevista, que lo que le da sentido a la vida es la lucha. En un costado de la mesa donde toma un café sin azúcar están apilados siete diarios ya leídos.
"Estoy volcado en plenitud a la política, en el más integral sentido del término. Formo parte de la estructura nacional del Partido Obrero y todos los días están dedicados a informarme y luego a orientar la tarea del partido. Combino mi participación en las luchas al lado de los compañeros con los cursos y las conferencias, así como con la preparación de cursillistas y de conferencistas", es la repuesta que da a la más casual de las preguntas: ¿Cómo le va, Daniel?
"Hago mi tarea pensando en que el partido tiene que trascender, a diferencia de lo que ocurre con los proyectos montados alrededor de figuras caudillescas, que se agotan con el caudillo. Para eso, el PO no puede estar fosilizado y, de hecho, está recreándose de manera permanente. Por eso estoy preparándome de manera permanente y trato de transmitir todo eso. La mejor manera de asimilar es transmitir conocimientos, porque en esa tarea se acumulan lo vivido con lo leído", aseveró.

Cordobazo y después
Hace poco, a Blanco le vinieron encima cuatro décadas de sensaciones. "Me emocioné mucho el 29 de mayo, cuando se celebró el 40 aniversario del cordobazo. Yo tenía 17 años cuando ocurrió y era estudiante secundario. Ahí me comprometí con la vida política activa. Por eso me consideró de la generación del cordobazo. Desde ese momento, jamás cesé con mis compromisos militantes", manifiesta.
De inmediato, sincera que esa tarea no fue fácil. "La vida de un luchador socialista carece de lo que muchos consideran satisfacciones y éxitos. Hay gente que hizo carrera política de un plumazo. Y en la lucha contra las adversidades y las dificultades, muchos trabajadores son vencidos. Pero, frente al hecho de muchos arriesgaron sus bienes y su vida en pos de los ideales, repudiamos a los que van a la política para hacerse de muchos bienes y para darse la buena vida", define.
"Desde joven, uno se prepara psicológicamente para luchar toda la vida. Si se cumplen los objetivos, enhorabuena. Sino, otros continuarán con la pelea", dice el candidato a diputado del Partido Obrero.

"Esta es mi ley"
La historia reciente de Blanco encaja con su discurso. El PO festejó consagrarlo a él y a Martín Correa como convencionales constituyentes en 2006. Lo consideraron un acierto político y como un reconocimiento amplio de los trabajadores y de la comunidad. "Pero a mí me tocó vivir dramáticamente esa instancia. Sufrí un infarto y, contra la prescripción médica, menos de un mes después estuve sentado en mi banca -recuerda-. Tenía el compromiso de honrar los votos de quienes me habían apoyado: soy profundamente antitestimonial. Mi cardiólogo siguió por televisión todas las sesiones: estaba listo con un camillero para ir a asistirme si sufría una recaída", relata. Y por primera vez, se ríe.
"En mi vida de conjunto soy el mismo hombre político. Traduzco mis pensamientos en mi relación con mi esposa, mi hija, mis amigos y mis pares. Esta es mi ley. Por eso mismo, viví los traumatismos propios de todo luchador socialista con su familia. Me independicé joven y decidí de manera consciente no ir a la universidad sino trabajar en las grandes fabricas para organizar a los obreros como luchadores. Pero aunque nunca dejé de estudiar, mi decisión generó grandes conflictos en mi familia, que quería que tuviera un título profesional. Hubo ruptura. Más bien, desgarro. A lo que se sumó que los militares allanaron tres veces la casa paterna y hasta hicieron un simulacro de secuestro. Curiosamente, eso nos acercó. Durante sus últimos años, incluso, mi papá me acompañaba a las marchas", confiesa orgulloso.

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