La Sala Cuna es un semillero de vínculos especiales y de amores incondicionales

La Sala Cuna es un semillero de vínculos especiales y de amores incondicionales

Hace 20 años ingresaron al instituto tres mujeres que querían atender a niños. El trato cotidiano creó lazos afectivos e hijas del corazón.

HORA DE JUGAR. Marta Castro, con dos de los más pequeños del instituto. LA GACETA / JUAN PABLO SANCHEZ NOLI HORA DE JUGAR. Marta Castro, con dos de los más pequeños del instituto. LA GACETA / JUAN PABLO SANCHEZ NOLI
19 Octubre 2008

Nelda Pavón, Olga Figueroa y Marta Castro son madres que cuidan alrededor de 70 hijos. Y, aunque no todos llevan su misma sangre, terminan queriéndolos por igual. Ellas trabajan en la Sala Cuna desde hace más de 20 años y son mamás del corazón. Por eso, el festejo de hoy será doble.
Las tres trabajaron ad honorem en la institución durante su juventud y empezaron por el mismo motivo: les gustaba pasar tiempo con los niños. Sin embargo, ninguna imaginó que esa afinidad se transformaría en un amor incondicional en muy pocos meses.
Desde el primer piso se escuchan sus pasos cuando, siguiendo las huellas pintadas en la escalera de mármol, suben para saludar a sus hijos del cariño. Los niños se alborotan y se alegran porque su llegada es sinónimo de que empieza una jornada llena de amor y diversión.
Nelda está encargada de cuidar a 22 niños que tienen menos de un año, en una gran habitación llena de cunas dispuestas una al lado de otra; Marta trabaja con 11 pequeños de entre uno y dos años, que recién están descubriendo el mundo con sus pasos; y Olga atiende los niños que tienen entre dos y cuatro años, y que comparten su afición por el filme de Disney “101 Dálmatas”.

“Son mis dos soles”
Como es natural, todas se encariñan siempre con algunos niños del grupo más que con otros, y Olga es un ejemplo de ello. Cuando se casó, hace 20 años, soñaba con tener hijos. Pasaron cinco años y no quedaba embarazada. Entonces tuvo la oportunidad de adoptar a Agustina, y no lo dudó ni un instante. “Era muy triste llegar a mi casa y no tener a quien cuidar, después de haber pasado toda la mañana con niños en la Sala Cuna”, contó. Cuando Agustina cumplió cuatro años, empezó a pedir un hermanito. “En esa época, yo me había encariñado mucho con María del Carmen, una niña que vivía en la Sala Cuna. Por eso decidí comenzar el trámite de adopción y ahora ellas son mis dos soles”, relató.

Las reconocen por la voz
Esta doble madre del corazón admitió que si pudiera, adoptaría a muchos de los niños que viven en la institución. “Con ellos establecí un vínculo muy especial. Cuando llego a la sala y saludo, me reconocen a través de la voz, sin necesidad de mirarme”, comentó. Además, según Marta - o Nené, como la llaman los niños-, siempre se establecen lazos particulares con algunos niños. Lo difícil es separarse de ellos cuando cumplen cinco años, o cuando son adoptados. “Verónica era como mi hija, pero fue adoptada hace unos meses”, recordó con lágrimas. Pero lo que la llena de orgullo es que cuando la encontró hace un par de semanas, su hija de cariño la reconoció. “Me abrazó fuerte y me dio un beso. Era como si nunca nos hubiéramos separado”, contó.

Un mundo aparte
La alegría que contagian los niños de la Sala Cuna en las habitaciones adornadas con coloridas flores de papel crepé traslada, a quienes los visitan, hacia una realidad distinta de la habitual. “Cuando uno llega y ve que los niños lo están esperando parados en sus cunitas y listos para jugar, se olvida de todos sus problemas”, afirmó Nelda.
La jornada de los niños empieza a las 6.30, cuando sus mamás de noche -las que trabajan desde las 19 hasta las 7- los despiertan para desayunar. A las 7, cuando ingresan Nelda, Marta y Olga, los chicos ya están vestidos y listos para recibirlas con una gran sonrisa desde sus cunas y camitas.
Los más nuevos las llaman mamá; otros les dicen abuela. Muchos se dirigen a ellas por sus nombres o sus apodos. “Lo importante es que confían en nosotras, y esto es señal de que así como nos dan cariño, también sienten cuando uno se lo brinda”, concluyó Olga.

Comentarios