Aplicación del derecho de admisión en el fútbol

Aplicación del derecho de admisión en el fútbol

22 Septiembre 2008

La aplicación del derecho de admisión en un espectáculo deportivo de gran categoría, como lo fue el partido que jugaron San Martín y River el fin de semana, marcó un punto inédito en nuestra provincia en la lucha contra los violentos del fútbol. La medida se puso en práctica luego de que los propios dirigentes de los “millonarios” solicitaron que por lo menos 136 barrabravas de la “banda roja” no ingresen al estadio de La Ciudadela.  Esta es la primera vez que en estas tierras se pone en práctica esta restricción, luego de que la Asociación del Fútbol Argentino autorizó a los clubes argentinos a aplicar la normativa nacional en octubre de 2006. A partir de esa fecha, los presidentes de los clubes quedaron habilitados para presentar a las autoridades una lista con los nombres de los simpatizantes para que no ingresen en los estadios. El primer club en aplicarla fue justamente River para impedir el ingreso a los cabecillas de los llamados “Los borrachos del tablón”. Desde ese entonces y, salvo tibios intentos en partidos por el Argentino B, nunca antes se puso en práctica en la provincia. De hecho, su aplicación bien podría tomarse como un antes y un después en la materia. De ella deberían tomar nota todos los clubes tucumanos e incluso la Liga, dado que la problemática está lejos de haberse superado y mantiene una vigencia que se remonta a varios años atrás.
En la División Seguridad Deportiva de Tucumán recibieron previo al partido un llamado de parte del jefe de seguridad de River, mediante la cual se alertó sobre la probable presencia de los barrabravas en el cotejo. La lista que llegó a manos de los directivos “santos” estuvo acompañada de una nota con las fotografías de más de la mitad de los acusados. Allí se puso en práctica el operativo para evitar que los inadaptados puedan ingresar en el estadio.
Todo comenzó cuando llegó a oídos de la dirigencia riverplatense el rumor sobre la posibilidad de que en Tucumán tuviera lugar un nuevo capítulo de la lucha por el poder en la barra “millonaria”. El antecedente más cercano, una feroz batalla entre los integrantes de los tres grupos que pugnan por  el mando de la facción conocida como “Los borrachos del tablón” estaba muy cercano: ocurrió el miércoles pasado en el Monumental de Núñez, cuando River perdió ante Vélez Sarsfield.
Por estos motivos, el control que se practicó previo al cotejo en La Ciudadela resultó exhaustivo. Todos los simpatizantes que llegaron a la provincia debieron superar los controles sorpresivos que se montaron en las rutas. Luego fueron escoltados hasta el predio de la ex Papelera, donde permanecieron hasta minutos antes del inicio el encuentro. Incluso los medios de movilidad también quedaron estacionados allí.
Todas las precauciones que se tomaron en esta oportunidad resultaron las adecuadas para un espectáculo de gran magnitud. A la vista de los antecedentes de los delincuentes que, amparados en un supuesto amor por una camiseta se apropian impunemente de los espectáculos, fue válido mostrar firmeza. Bien valdría la pena que en todo el contexto futbolístico de Tucumán se tomara el asunto como un punto de inicio para erradicar un flagelo sobre el que habitualmente sólo se pone especial atención cuando ocurren desgracias.
A las puertas de un aumento en la cantidad de partidos interprovinciales con el inminente inicio del Argentino B (cuatro equipos tucumanos lo jugarán), nada de lo que se haga en materia preventiva estará de más, siempre que se preserven vidas humanas y bienes materiales. Nunca se debe olvidar que la violencia, aunque no registre hechos, siempre está latente en cualquier estadio.

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