La otra violencia

La otra violencia

El crítico, por Walter Vargas de la agencia Télam.

26 Abril 2008
Mientras se desconoce quién asesinó al joven Emanuel Alvarez, otras formas de violencia, no menos repudiables, perseveran y se consienten con pasmosa naturalidad. Ahí tenemos el caso de Juan Manuel Llop, agredido de hecho no una vez sino dos veces, antes y después del partido que Racing jugó en condición de visitante frente a Lanús.
¿Cuál había sido el pecado de Llop? Sencillamente, ser el entrenador de Banfield la tarde en la que Lanús perdió 5-0 a manos de su clásico rival.
Tratándose de Llop, imposible deducir otro motivo: se trata de un caballero en toda la línea, incapaz de incurrir en provocaciones, fanfarronadas y otras variantes de la beligerancia. A ese mismo Llop un hincha de Lanús le reservó un piedrazo en la calva y otro lo golpeó en la nuca.
Otro caballero en toda la línea, Ramón Cabrero, venía de sufrir injurias sistemáticas en ocasión del juego entre Estudiantes y Lanús. Hay que estar muy mal para insultar a Cabrero, o no entender nada, del fútbol mismo y probablemente de los valores primordiales de la vida.Créase o no, Cabrero se vio obligado a reclamar una protección policial que lo pusiera a salvo de la ira de un grupo de seguidores de Estudiantes, que no hacía tanto habían cometido la bajeza de humillar (o intentar humillar) a Diego Simeone recordándole, a viva voz y mediante carteles, presuntas vicisitudes de índole conyugal.Pensar que más de cuatro bienpensantes conciben estos episodios como pintoresquismos propios del folclore del fútbol.
No menos penosas fueron las circunstancias que sobrellevó el futbolista Mario Pacheco, de San Martín de San Juan, acosado, insultado, amenazado y salivado por hinchas de su propio equipo.Lo llamativo, y lo preocupante, es que son hechos a los que en general no se les dedica mucho más que una mención al pasar.

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