Calamaro al palo

Calamaro al palo

El músico, luego de una ausencia de 11 años en Tucumán, hizo vibrar a unos 10.000 espectadores con sus interpretaciones. Un análisis de Facundo Pereyra, Redaccion LA GACETA.

LA GACETA/ FOTOS DE FRANCO VERA LA GACETA/ FOTOS DE FRANCO VERA
21 Marzo 2008
Andrés Calamaro no dio puntada sin hilo. En su primer show en Tucumán en más de 11 años, se puso en popular y hubo 10.000 personas dispuestas a comprar su corazón en venta. "¿Hay relleno para mi empanada tucumana?", les preguntó a las chicas cuando terminó "Los chicos", el segundo tema de la noche, dedicado a ese pibe cuartetero que se fue antes de tiempo, y antes de largarse con "Soy tuyo", con giros a lo Gilda. Se puso popular, y pasó por todas sus épocas, con canciones de Los Rodríguez, de Los Abuelos y un par de tangos a tres voces. Las chicas estuvieron de parabienes. Eran mayoría, y recibieron gran parte de los arrumacos verbales de Andrés, aunque ellas no respondieron cuando él presentó a los coreutas de Bersuit y las invitó a recrear el ritual bersuitero de "Hociquito de ratón", tema con el que muchas de ellas suelen levantarse la remera. Faltaron canciones, cientos de ellas, porque Andrés tiene demasiadas, y en vivo demostró ser un gran creador de climas para distintas situaciones, siempre encadenados con precisión. Pero las que eligió para esa noche mágica satisfacieron a esa heterogénea masa de gente que bailó, saltó y bailó lentos en grupo o en pareja. Como cuando en el final, en los bises, cantó "Paloma", y más de una mejilla recibió lágrimas y besos.


Por suerte, no es el mismo
Un análisis de Facundo Pereyra, Redaccion LA GACETA.


Quedó demostrado que no es el viejo Andrés, como dice él . Que ahora duerme bien, y que tiene resto para sostener dos horas de un show potente y agitado. Pero sigue encantando con sus canciones, las nuevas y las de siempre. las que dicen las cosas que se piensan y se sienten de una manera comprensible, llegadora y directa pero sin olvidar la belleza de las palabras dichas en el momento y el lugar que corresponde. Y si las acompaña la música, que cambia, se recrea, se modifica sobre la marcha, crece y avanza. Eso lo hace popular, más allá de la lengua. Es la característica que lo distinguió siempre, y que con la fuerza del vivo, de frente, el público recibe con pasión, y es lo que pasó en Tucumán. El rol de cantante le sienta, y lo está explotando con alegría. Por suerte.

Movimiento popular
Cómo en una avalancha, los fanáticos rodearon el puesto donde vendían remeras y pins de Andrés Calamaro al finalizar el recital. Todos querían llevarse un recuerdo del "Salmón". El salteño Daniel Mendieta, por ejemplo, dijo que no se iba a su provincia sin una remera. "Estuvo muy bueno el recital, en una hora sale el colectivo, chau", se despidió.

Eufórica y muy contenta se fue del estadio Celeste Pellegrino, que vio por primera vez en vivo a su ídolo. "Nunca se vio un recital así en Tucumán. Me encanta todo de él, estuvo increíble el show", comentó.

De todos los recitales a los que fue Ariel Mamaní, de Jujuy, el de Calamaro fue el mejor. "Estuve en muchos shows de todo tipo de música, pero este se llevó todos los aplausos. No alcanzó el tiempo para poder escuchar la variedad de canciones que tiene", resaltó.

El ausente de la noche, en el estadio fue el choripán. Los organizadores buscaron un suplente en la comida árabe y vendieron el famoso shawarma (carne asada de origen árabe).

Para seguridad de los fanáticos, un gran número de policías, se ubicaron en las inmediaciones del estadio a la entrada, y también a la salida.

Cómo en un desfile, vendedores recorrieron el estadio, entre el público, ofreciendo cerveza, fernet y gaseosas, que el público buscaba para saciar la sed, mientras coreaba junto al cantante en cada canción.

Cómo en una peregrinación, los fanáticos caminaron por las calles que rodean el club Central Córdoba para regresar a sus hogares. Algunos siguieron su noche en el Abasto, otros caminaron un largo tramo para conseguir el tan deseado remise.

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