Dos abuelos dicen que su secreto es una vida activa

Dos abuelos dicen que su secreto es una vida activa

El cumplirá 100 años y ella festejó los 105. Correa añora jugar a las bolillas; Salazar extraña la caballerosidad.

Correa afirma que el apóstol le prometió 100 años.  Toribia explica su longevidad en no estar nunca quieta. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO Correa afirma que el apóstol le prometió 100 años. Toribia explica su longevidad en no estar nunca quieta. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO
17 Marzo 2006
"Trabajar es salud". Pese a que este dicho nunca supo tener muchos adeptos, en las vidas de Domingo Ricardo Correa, que el domingo cumplirá 100 años, y de Toribia Rosa Salazar que festejó el miércoles último los 105.
Correa cumplirá aseguró que el secreto para vivir tanto tiempo fue trabajar. "Trabajaba en vialidad y anduve por todos lados realizando diferentes tareas, fue así que me estoy manteniendo vivo tanto tiempo. Es muy importante no quedarse quieto y seguir siempre con esfuerzo", señaló el abuelo que es padre de 6 hijos y ya tiene 14 nietos y 9 bisnietos.
"Si tuviera que dar un secreto para llegar a esta edad es estar siempre activa, yo trabajé en la casa siempre y nunca me quedaba quieta, jamás me cuidé con la comida ni intenté alimentarme sanamente, sólo viví una vida muy movidita", manifestó Toribia, que a lo largo de su vida crió 5 hijos y ahora tiene 34 nietos, 98 bisnietos y 20 tataranietos.
Según un dicho popular, "lo importante no es la cantidad sino la calidad", pero nada parece mejor que la fusión de estos dos ingredientes para formar una receta perfecta.
Con un bastón metálico de tres patas y con la ayuda de su hija, Correa llegó hasta la silla mecedora que estaba instalada en el patio, para comenzar la conversación. Como si hubiera sacado de un cajón un libro con hojas acartonadas y con aroma a recuerdos, Domingo comenzó a relatar su vida desde la infancia hasta la actualidad. "De niño, los juegos eran muy diferentes a los de ahora, me encantaba jugar a la bolilla. Era muy travieso; agarraba un caballo, me subía y galopaba hasta el hartazgo", comentó el abuelo, que después dejó las cuatro patas por las dos ruedas y hasta los 87 años recorrió en bicicleta las calles del barrio.

Alegría contagiosa
En el patio de la casa todavía sobrevivía el enorme cartel marrón que le habían preparado sus hijos y nietos con la leyenda: ¡Feliz 105 años! Con una alegría contagiosa salió caminando, ayudada por un bastón de madera. Intentando la mejor postura, presumía ante el flash de la máquina. La frescura y la espontaneidad de la anciana parecieron esfumarse cuando habló sobre la juventud actual. "Los adolescentes de antes éramos muy distintos. Una, si tenía un novio, no andaba besuqueándose enfrente de todos. Los hombres eran más caballeros y las mujeres sabían hacerse respetar. En mis épocas uno podía salir a la calle tranquila; ahora hay que estar bien atenta, porque en cualquier lado se corre peligro", dijo.
Toribia confesó que no es amiga de la tecnología, pero admite que sigue por televisión los partidos de fútbol de sus equipos favoritos: Boca, Vélez y Atlético.

DOMINGO CORREA
"Hace unos años me caí me golpeé la cabeza; yo creía que ya me iba a morir, pero San Pedro me dijo que me iba a hacer llegar hasta los 100 y que recién entonces me llevaría; que antes era imposible. Parece que cumplió", cuenta Correa, dejando escapar una carcajada cómplice. Después se fue a jugar al truco con uno de sus nietos.

TORIBIA SALAZAR
Según reza una frase del célebre cineasta sueco, Ingmar Bergman, "envejecer es como escalar una gran montaña; mientras se sube, las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista es más amplia y serena". Las vida de Toribia, indudablemente, hacen honor a esta cita. Por eso, deja de lado la tecnología y sigue optando por las cosas manuales y artesanales.














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