La receta genérica de un panificado con infusión nunca puede salir mal. No obstante, al visitar las cafeterías tucumanas o abrir las redes sociales hay algo que cambió. Desde hace un par de años, la tendencia es reemplazar la bollería (y sus derivados) por alternativas ricas en proteína.

“Comer pan no es malo y hay recetas con tostadas o tostones muy nutritivas. Sin embargo, en el ámbito de la salud actualmente hay otro tipo de dietas y recomendaciones para ofrecer a los pacientes. Estas nuevas preferencias tienen que ver con un 'reseteo' sociocultural sumado a la importación de otras dietas (como la mediterránea, cetogénica o ayurvédica) que suelen preponderar en otros países”, explica la médica nutricionista Jorgelina Peralta.

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Entre las opciones más frecuentes aparecen las ensaladas con queso tomate y palta, los huevos revueltos y los panqueques de avena con frutas. Tampoco faltan los boles de yogur griego con granola y frutos secos o los wraps de pollo y verduras.

Al margen de cualquier preferencia personal y posibilidades económicas, optar por una comida proteica ofrece varios beneficios. “El desayuno representa la primera ingesta de nutrientes que hacemos tras la cena del día anterior. Con él nuestro organismo inicia el proceso de convertir los alimentos en energía funcional para hacerle frente a la jornada”, comenta Peralta.

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Una vez consumidas, estas moléculas de proteína se descomponen en aminoácidos esenciales, una de las mayores fuentes de energía de las que disponemos. Los desayunos proteicos también nos permiten mantenernos alertas, concentrados y -sobre todo- saciados. “A diferencia de los carbohidratos (presentes en las facturas, el pan y otras tantas delicias de panaderías), las proteínas tardan más en digerirse y, por ende, logramos pasar un mayor lapsus sin tener hambre. Al comer panificados quizás sientamos lo mismo, pero a la media hora vamos a volver a desear algo de comer”, agrega la nutricionista y deportóloga María Elena Uriarte.

LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA

Equilibrio

Acorde con algunos estudios científicos, consumir proteínas vegetales o animales por la mañana reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2. Contribuyen a la reparación de los músculos y tejidos de las uñas y el cabello. Para quienes practiquen deporte con regularidad, estas dietas son ideales para ganar masa muscular y mejorar la resistencia física.

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“En relación a cantidades sugeridas, la cuestión varía según la actividad que hagamos, edad y peso. Lo importante es mantener un balance que permita potenciar el metabolismo y la resistencia; de nada sirve servirnos un desayuno riquísimo y potente si luego no le prestamos la misma atención al almuerzo y la cena”, resalta Uriarte. Tampoco es necesario abandonar por completo el TACC. “Hay métodos de preparación y cocción en los que se emplean harinas alternativas con muchísimos nutrientes, vitaminas y fibras. En esos casos, el resultado también es positivo al saciarnos y disponer de una correcta reserva de nutrientes. Pensemos que comer panceta, embutidos o grasas saturadas (que tienen proteínas) no es nada saludable; como ocurre siempre, el secreto está en el equilibrio y en los puntos medios; sin volvernos extremistas”, acota Peralta.

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Algunos alimentos proteicos

- Huevos y yogur natural o griego

- Leche vegetal y animal

- Carnes blancas y rojas magras

- Almendras, nueces, maní y castañas de cajú

- Soja, tofu y avena

- Quinoa y couscous

- Semillas de chía y de zapallo

- Lentejas y garbanzos

- Papa y batata

- Verduras de hoja verdes como la espinaca

- Banana y palta

- Quesos cremosos, duros y untables