¿Desayunamos mal los tucumanos?

¿Desayunamos mal los tucumanos?

Aunque podemos preparar comida sana, a veces optamos por grasas e hidratos de carbono. ¿Nos ayuda a comer así?

FÁCIL. Muchos optan por desayunar hidratos y grasas. credito FÁCIL. Muchos optan por desayunar hidratos y grasas. credito

Siempre se nos ha dicho que el desayuno es la comida más importante del día. Esa frase ha calado muuuy hondo en -casi- todos: nos despertamos y ya estamos pensando en la que será el primer alimento de la jornada. Desayunamos, sí, pero no siempre como deberíamos: ingerimos muchos hidratos de carbono, mucha azúcar y muchos ultraprocesados.

Seamos sinceros: no todos los días nos levantamos con ganas de preparar un súper desayuno con frutas, proteínas y grasas saludables. O a veces la rutina y las obligaciones no nos permiten “perder” tiempo. Y otras veces, el bolsillo no nos lo permite. Sea cual sea la razón, solemos caer en el café con leche azucarado y algún pan, tortilla o galleta. Perfecto: el desayuno está hecho; la primera comida ya ha sido consumada y tenemos la “energía” para empezar el día. O no...

“Lo que yo veo en el consultorio es que los pacientes, en Tucumán, tienen hábitos y costumbres que tienen que ver con el consumo de tortilla, factura y galleta rellena dulce, más que nada, y los cereales con azúcar, pero esos en último lugar. Además, comen sánguches y golosinas ”, explica a LA GACETA Mariela Córdoba, médica nutricionista especialista en obesidad. “

“No sólo desayunamos mal... Comemos mal”, resume Pamela Peyrel, nutricionista e instagrammer (@pamela.nutricion). “Todo lo que es azúcares refinados es dañino y tenemos que tratar de eliminarlo de nuestras dietas. Tienen muchas calorías y pocos beneficios”, advierte.

Razones

Peyrel considera que el gran problema de nuestra mala alimentación es la falta de educación nutricional. “Es muy importante que los chicos aprendan del cuerpo humano, por ejemplo en biología, como que tengan una materia de nutrición desde pequeños”, dice.

Sí. Nos han enseñado que es importante hacer cuatro comidas, pero no cómo hacerlas. “La mayoría de las personas desayuna mal. Al menos es lo que veo con mis pacientes. Es una realidad, y acá en Tucumán, con la tortilla, peor... Todos caemos en eso alguna vez; o estás apurado o pasas por la panadería, y lo tenés listo. No hay opciones saludables que se ofrezcan, sí o sí lo tenés que preparar vos. Y ahí viene el problema”, cuenta la nutricionista Marta Filomeno. También coincide en la falta de educación alimentaria. “Es primordial”, alerta.

La cuestión económica atraviesa todo. También al desayuno. “Un factor importante es la pobreza. Si vas a un hospital público, dónde atendés gente de muy bajos recursos, vas a ver que no tienen otra opción más que desayunar con algo barato; el jamón cocido, la palta o el huevo son caros, entonces se ven limitados a seguir consumiendo hidratos de carbono”, narra Peyrel y nombra otra razón: “todavía existe en la pirámide alimentaria el concepto erróneo de que los hidratos de carbono tienen que ser la base de la alimentación; pero las dietas de macronutrientes tienen que cambiar: hay que agregar más proteínas y grasas saludables”.

La principal consecuencia del consumo de hidratos y azúcares es la falta de energía. “Todo eso te hace sentir cansado, te da energía de corta duración”, advierte Córdoba.

¿Sí o no?

Si la mayoría de las veces desayunamos “mal”, ¿vale la pena hacerlo? “Sí, porque el cerebro necesita saber temprano que ya cargó combustible. Cuando el cerebro siente que comió se queda tranquilo; si no come se pone alerta y busca comida porque se siente en falta -indica Córdoba-; una de las funciones del hipotálamo es sobrevivir, entonces cuando no le das nutrientes el cuerpo está desesperado por buscarlos”. Lo ideal, por supuesto -asegura-, sería cambiar los hábitos alimenticios por otros más saludables. “El desayuno tiene que tener alimentos de los tres grupos: hidratos, proteínas y grasas -enumera-; el desayuno con tostadas y dulce de leche o mermelada se puede comer, pero no tiene que ser frecuentemente”.

“Está desestimado que el desayuno sea la comida más importante del día... ¿por qué hay que insistirle a una persona que desayune cuando no tiene ganas? Lo importante es que hagas las cuatro comidas -comenta Peyrel-; el azúcar (tan consumida en nuestros desayunos) debería ser un gusto; decir ‘bueno, hoy me como dos facturas o un pedazo de torta’. Comer tres veces a la semana no te va a matar, pero en el día a día no es lo indicado. Hay que buscar comidas con baja carga glucémica y añadir más proteínas”. Peyrel cree que es importante amoldar la dieta del paciente a sus necesidades; si la persona no tiene ganas de desayunar, no hace falta obligarlo, a menos que haya una patología de base, la persona esté embarazada o se trate de niños en crecimiento.

Filomeno coincide con Córdoba en que hay que desayunar, aunque no siempre lo hagamos en condiciones más óptimas. “El desayuno depende de cada persona. Si un paciente me dice que no desayuna, yo no lo obligo a comer; pero hay muchas personas que sí tienen hambre y es porque no desayunan bien, pasan todo el tiempo pensando en que tienen hambre o no están enfocados en el trabajo... Lo mismo pasa con los niños. Por eso es importante, aunque depende de cada persona. Pero yo creo que sí: hay que comer cuando te levantás, para empezar y arrancar con energía, aunque se espera que sea energía óptima, no cualquiera”.

La nutricionista dice que lo que hace falta es planear. “Si te organizás quizá podés preparar un desayuno saludable”, resume.

Qué falta agregar

Como ya hemos visto, además del tiempo disponible para desayunar, la economía juega un rol primordial. En el mejor de los casos, Mariela Córdoba recomienda que el desayuno tenga: “hidratos, en lo preferible y en lo posible integrales, que tengan harina integral o semillas o salvado. Si no hay otra que harina blanca, hay que cuidar aún más la porción; en cuanto a las grasas, mejor si son buenas, las que están en frutos secos, palta, en la yema del huevo, semillas e incluso en algunos cereales integrales; y las proteínas del desayuno están en los lácteos, fundamentalmente en el yogurt, pero también en los quesos untables y en los blandos”

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