Daniela Carbone, la azafata de Aerolíneas Argentinas, fue detenida y acusada de ser la autora de una amenaza de bomba que una persona anónima realizó a un vuelo de la empresa estatal con destino a Miami. Según la Justicia, la mujer utilizó el teléfono de su hija con un chip prepago para mandar el mensaje.

Esta situación habría provocado cortocircuitos en la relación entre madre e hija. Según mensajes al que tuvo acceso el diario Clarín, la hija le habría dicho a su mamá minutos antes de que la detuvieran: “La egoísta sos vos, que me podés cagar la vida a mí por una pendejada”. Esa "pendejada" podría referirse a la amenaza de bomba que demoró durante siete horas el despegue del avión. 

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Las dos mujeres venían discutiendo por mensaje desde hace varios días por temas relativos al cuidado de la casa y de las mascotas de Carbone. Al llegar a Ezeiza, la azafata de 47 años se comunicó con Candelaria, le dijo que estaba “muy cansada”, que el vuelo se le hizo “interminable” y le pidió que la ayudara a ordenar.

“Estuve trabajando y lejos de casa cinco días”, le dijo la mamá, que lleva más de dos décadas como empleada de la empresa estatal. “Llegas y no parás de dar indicaciones”, le contestó la hija. “Si vas a estar con cara de orto cuando llegue y no se te puede hablar, andate a lo de tu novio... Todos estos días estuviste con él en casa”, le dijo la azafata, molesta porque la pareja había usado la parrilla.

Pero el tono de la conversación pronto cambio cuando la policía se acercó a Carbone. “Hija, me llevan detenida”, dijo Daniela, y le pidió que llamara a un contacto. “Hija, ni una palabra a nadie”, alcanzó a decirle.

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En las últimas horas trascendió que Daniela Carbone lleva unos 25 años trabajando en la empresa y que incluso fue instructora en la escuela de azafatas. Según cuentan en el mundo aeroportuario consultado por Infobae, la acusada estuvo cinco años de novia con el azafato que iba en el vuelo amenazado.

El hombre la había dejado hace poco. Una versión dice que estaba viéndose con otra empleada o que iba a encontrarse con su nueva pareja en Miami. Lo cierto es que la mujer tomó el teléfono de su hija, le puso un chip prepago y llamó para hacer la amenaza.

“Decile al capitancito que le pusimos tres bombas en el Miami. Que se deje de joder con la política y chequee el avión porque van a volar en 1.000 pedazos”, decía la voz distorsionada del otro lado del teléfono.