Los 25 años del estreno de “Cinema paradiso” en Hispanoamérica representan una excelente excusa para volver a ver la película donde corresponde: en el cine. Copias restauradas del clásico de Giuseppe Tornatore inundan las salas e invitan a disfrutar la proyección, pensada además como un homenaje a quienes se mantienen fieles al negocio (boleteros, acomodadores, proyectoristas). Es una invitación a celebrar lo más entrañable del universo del cine, y en lo posible con los ojos de la niñez. Tal fue el planteo de Tornatore en el filme que se alzó con el Oscar y el Globo de Oro.

“Cinema paradiso” se reprodujo durante el último cuarto de siglo en infinidad de plataformas; TV por cable, videocasete, DVD, streaming, download. ¿Por qué verla nuevamente? Básicamente porque es una gozosa experiencia cinematográfica desde la butaca, en la oscuridad de una sala y frente a la gran pantalla. Más de una vez se dijo que no hay mayor crimen que reproducir “Cinema Paradiso” en un celular.

El resto lo aportan Alfredo (el gran Philippe Noiret) y Totó (Salvatore Cascio), una de las duplas más dulces que dio a luz el cine. La música de Ennio Morricone enmarca un filme al que, gracias al cielo, se vuelve una y otra vez.